
Para muchos, casi todos, esta crisis ha supuesto el Fin de los Días aunque, como en todo, hay grados y variedad de percepciones.
Para unos ha resultado ser el fin de los días en los que todo era licito, hasta sus chanchullos y quehaceres fraudulentos que parecían tener visos de legalidad en una economía global auto gestionada.
Para otros ha resultado el fin de los días de esperanza en tierras lejanas, indiferentes a sus vidas, pero que permitían olvidar en la distancia tanta miseria y humillación.
Hay quienes se niegan a admitir la llegada del fin de los días en que se sintieron parte de una minoría afortunada, desenfadada y elegante a su manera, histriónica y desparramada en sus exhibiciones de riqueza.
Los hay y muchos que el fin de los días han supuesto drama personal y familiar, días de miedo al día siguiente. Gentes cuyo único pecado ha sido ser normales en un mundo de prodigios y milagros.
Y los hay que quedarán marcados de por vida por el fin de los días porque con ellos acaban unos años de despreocupación y desprecio al status quo de sus progenitores. Gentes de joven edad que trabajaban para vivir la vida, pura vida que dirían los ticos. Ausentes de responsabilidad, excesivos en sus formas y maneras, encumbrados al protagonismo de lo cutre. Ellos son quienes, de la noche a la mañana, se ven realojados en una nueva realidad, más cruda y cierta que los reality shows que resultaban ser sus espejos de cenicienta analfabeta.
Es el Fin de los Días
Feliz Navidad Montero aunque estas pegando por todos los palos.
ResponderEliminarJuan P.