TRUCO O TRATO
Las oportunidades no son otra cosa que una afortunada
confluencia de factores que desembocan en una situación propicia. Estas oportunas coincidencias no abundan, al
menos no tanto como aquellos que las desaprovechan. Y es que una oportunidad
exige superar ese umbral de incertidumbre que acompaña a toda decisión. Quizás
por ello, el destino de muchas oportunidades sea convertirse en problemas.
Esta extraña correlación es frecuente en términos de
actividad económica por el simple hecho de que siempre hay alguien dispuesto a
asumir ese riesgo que la oportunidad conlleva, generando así un problema a
quien no supo aprovecharla.
Por mucho que insistan algunos gloriosos charlatanes, los
problemas jamás devienen en oportunidades a no ser que entendamos por ello la lección
aprendida y, aún así, es difícil que esto ocurra.
Sería absurdo decir que nos sentimos cómodos con los
problemas, pero sí, al menos, algo más seguros que con las oportunidades. Al
fin y al cabo, son viejos conocidos que, pese a que nunca los invitamos, casi
siempre acaban apareciendo en la fiesta. Alteran nuestras confortables rutinas,
pero nos resultan tan familiares que acabamos por aceptarlos en ellas. En el
fondo, no existen problemas, sino soluciones que no somos capaces de asumir.
Cuando esto ocurre, los problemas desaparecen para dejar paso a las molestias.
Las molestias son aquellas situaciones que llamábamos
oportunidades, pero que trasformadas en problemas acabaron por degenerar en
rutinas de impotencia. Una molestia ahoga, pero no mata porque sabe que si lo
hiciera, acabaría su existencia. La molestia es la expresión sublime de eso que
ahora llaman zona de confort, un
limbo carente de convicciones aunque repleto de buenas intenciones. Pero, ya se
sabe que no hay nada más peligroso que un buen hombre cargado de buenas
intenciones y, si el hombre en cuestión tiene atributos directivos, la debacle
está prácticamente asegurada.
Todo lo anterior puede parecer muy metafísico, pero no es
otra cosa que la pura vida de esas cosas que llamamos empresas. Ocurre desde
los espaciosos despachos de la altísima dirección a los oscuros rincones de la
tropa de mantenimiento, pasando por los garitos de los mandos intermedios que
conducen a los operarios de planta sin olvidar al mozo de almacén ni al
administrativo y, puestos, a la recepcionista porque, no lo duden, siempre es la recepcionista, hasta en eso
continuamos en los tiempos del cuplé.
Es la vida misma.
Y mientras pasa la vida, continuamos ansiando que se firme
este o aquel contrato, preparamos deprisa y corriendo el confuso escenario de
la última auditoria que confirme esta o aquella certificación, nos dejamos
embrujar por lo último llegado de allá las américas, llamamos target al pobre objetivo y soft skills a los mínimos por puro
sentido común, pero por qué será que a la nomina continuamos llamándola sueldo aunque cada día sea más escasa y
contenida.
Sigue siendo la vida misma.
Y es que la vida es truco o trato. Tarde o temprano, llega el
momento de decidir si lo nuestro es el viejo truco de convertir las
oportunidades en problemas y quizás molestias o cerramos entre todos el trato
para acabar con las molestias, enfrentándolas como problemas que nos den la
oportunidad de descubrir todo nuestra talento y valor.
2 comentarios:
Pues sí, veo que no has perdido la chispa en todo este tiempo.
¿O simplemente te ha costado todo este tiempo preparar esta entrada? :-)
Bienvenido al mundo de los mortales.
Un abrazo
Hola Javi
Bueno, de momento, esto es lo que hay, después ya veremos...
Gracias por pasar
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