viernes, 18 de marzo de 2011

ABRE LOS OJOS


El pasado miércoles trabajaba en Barcelona. Fue un día duro en este perro mundo de la crisis que sume a todos en la melancolía. Terminé mis reuniones a media tarde y la lluvia no invitaba a perderse por los callejones del Borne. Sin embargo, tiré Rambla de Catalunya abajo sin intención ni destino conocido. Doblé en Gran Vía y, sin darme cuenta, me encontré en la cola de los cines Comedia, un clásico que consigue sobrevivir a los centros comerciales, los nachos, perritos y chonis de sábado noche. Entré con los créditos en pantalla. Bertrand Tavernier nunca ha sido uno de mis directores favoritos, pero su aventura en el cine americano y, sobre todo, la presencia del gran Tommy Lee Jones ya ofrecían suficiente atractivo. En cualquier caso, no se pierdan “En el centro de la tormenta”, es una buena película, de las de antes, enmarcada en el Sur Cajun y con el Katrina de fondo. Pero volviendo a la trama…
Tome asiento en mi butaca, en una sala repleta de jubilados que apenas si tienen ganas o coche para desplazarse a los centros comerciales. Al cabo de unos minutos, una señora tomó asienta junto a mi, apenas le preste atención, hasta que algo rozó suavemente la pernera de mi pantalón. Instintivamente investigue con mi mano qué ocurría y algo húmedo acarició mis dedos, incliné mi cabeza y, ante mi sorpresa, puede ver en la penumbra dos grandes ojos mirándome con dulzura inexpresable, un labrador aparejado con las guías inconfundibles de un lazarillo. Miré de nuevo a la señora y, efectivamente, su cabeza en alto y sus gafas oscuras confirmaron mi suposición, era invidente.
Lejos del morbo, tan sólo curiosidad infantil, cada cierto tiempo giraba levemente mi cabeza y observaba a mi compañera de fila concentrada en la pantalla y en todo lo que en ella ocurría. Una película sin beso es como una mañana sin roció. Tommy Lee Jones llega derrotado a su casa y después de besar a su mujer con los ojos, lo hace también con los labios. Se están besando, ¿a que sí?. Sí, señora, se están besando. Y mi compañera se movió feliz en su butaca para seguir disfrutando la película mientras mi mano acariciaba suavemente la testa del labrador semidormido a mis pies.
Cuando la música dio paso a los créditos de cierre y las luces iluminaron la sala la contemplé, tendría cincuenta y muchos, atrevida y coqueta en su vestir con una sonrisa permanente enmarcada por unos labios cuidadosamente pintados. ¿Le ha gustado? Me ha encantado señora. A mi también, es que Tommy Lee Jones es pura fuerza, verdad? Verdad. Hasta otro día, Bruno, vamos… Y la vi alejarse, resguardada de empellones y tropiezos por el dulce Bruno.
En un mundo que apenas ya si observa, casi no mira y se contenta con ver, la compañera de Bruno me recordó que tan malo es observar en exceso como mostrarte ciego a la vida.
En un mundo que apenas si sabe disfrutar del momento sin pensar qué puede hacer un minuto después, la compañera de Bruno me asombró con la sabiduría de quien conoce el valor de un segundo.
En un mundo en el que las redes sociales nos han convertido en autómatas anónimos, la compañera de Bruno me enseñó que todavía puedes transmitir alegría sin una tecla por el medio.
En un país sumido en la postración y la tristeza, ella me enseñó que lo último es rendirse eligiendo el camino fácil.
Al salir a la calle, llovía a cantaros, como sólo lo hace en Barcelona cuando todo se conjura contra los guiris y los paquistaníes sacan sus paraguas con goteras y cerveza de regalo. Alguien pasó junto a mi a la carrera empujándome contra algo que en lugar de apartarse se mantuvo firme. Miré hacia abajo y allí estaba de nuevo Bruno contemplándome con esos ojos intensos mientras movía alegremente su cola. Le ha conocido, verdad Bruno? Sí señora, es un buen perro. Y mi mejor amigo.
Me hubiera gustado preguntarle su nombre, pero Bruno ya estaba en marcha y la vi alejarse Paseo de Gracia arriba.
Quizás alguien le este leyendo estas líneas mientras acaricia a Bruno. Si es así, dígale de mi parte: gracias, gracias por una tarde maravillosa.

8 comentarios:

Fernando López dijo...

Hola José Luis:

Abrir los ojos y saber mirar. ¡qué importante! Precioso relato y experiencia que nos enseña muchas cosas, entre otras, que a la vida hay que sacarle partido y que las mejores lecciones para vivirlas las tenemos al lado.
Un abrazo

Katy dijo...

Una entrada con premio. A veces algo tan sencillo, tan cotidiano puede producir una reconcilición con el género humano. Es casi anécdótico pero intenso. Gracias por contarnmo esta hstoriatan bonita. Por un momento tambi´ñen acaricié la cabeza de Bruno.
Un abrazo y feliz finde que se presenta soleado y primaveral.

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Jose Luis:
Gracias por haber alegrado la mía... un poco más.
Buen fin de semana.

Caminante dijo...

Gracias Fernando
Es evidente aunque de tan evidente, ni lo percibimos
Cuidate

Caminante dijo...

Hola Katy
Gracias por la visita, Bruno es increible

Caminante dijo...

Pues e alegro Javier
Cuidate

echar un remiendu dijo...

Enhorabuena por este post lleno de vida. Un saludo

Josep Julián dijo...

Hola José Luis:
Para que luego digan de las casualidades fruto de una jornada de trabajo terminada y de una tarde lluviosa. Aunque quizá no fuera tan casualidad, al fin y al cabo suele suceder que lo que compensa un día duro es dar con algo completamente inesperado ya sea Tavernier, Tommy Lee Jones o la cabeza de Bruno.
Un abrazo.

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