No puedo por menos que esbozar una sonrisa cuando oigo a algunos sumos sacerdotes anunciar que la “era de la producción” ha concluido ahora que entramos en la “Sociedad del Conocimiento y las Personas”.
Producir y producción son dos términos que parecen inevitablemente asociados al pasado industrial, palabras incomodas en esta nueva era postindustrial. Sin embargo, nos guste o no, PRODUCIR continua siendo el objetivo. Si no producimos, no progresamos y ni tan siquiera sobrevivimos. La cuestión reside en la evolución del propio término. Producir es el objetivo, pero también es el medio, en esto radica la evolución hacia la nueva forma de entender nuestras relaciones en el entorno laboral.
Lejos quedan los experimentos de Robert Owen en los humedales de New Lanark y no debiéramos volver sobre ellos porque, al fin y al cabo, encierran un trasfondo pre- tayloriano adornado con tintes humanistas victorianos que poco o nada ayudarían al asunto en curso. La cuestión no es cómo hacer que las personas sean más eficientes, ni tan siquiera conjugar producción y felicidad y, aún menos, hacer convivir la miseria de la filosofía con la filosofía de la miseria.
Producir es el objetivo que permitirá, a su vez, convertir la producción en un medio para que las personas puedan encontrar sus cauces de desarrollo personal y profesional en un medio en el que transcurre dos tercios de su vida. El ámbito familiar es rico en estímulos emocionales, pero no podrá competir jamás con el medio laboral y profesional a la hora de generar contextos de talento. Ni la familia es más importante que el trabajo, ni éste debe sacrificarse por aquella. Ambos son “humanamente” necesarios, imprescindibles para la vida. Quizás este sea el auténtico significado de la moderna conciliación.
Quien no parece reconciliarse con el nuevo escenario que, poco a poco se va imponiendo, es el termino “Recursos Humanos”.
¿Recursos Humanos?
Si son recursos, no son humanos y si son humanos, no son recursos en el nuevo contexto que pugna por suceder a la vieja concepción industrial y capitalista, marxista y socialista. El término “Recursos Humanos” es viejo y trasnochado, inadecuado y hasta inoportuno en un momento en el que todos somos conscientes de que trabajar no solamente es una necesidad socio fisiológica, sino también una oportunidad intelectual y es que, aunque no lo crean, un operario, obrero o como se le quiera llamar, no solamente respira, también piensa como muy bien señaló a su manera el inefable Descartes hace ya algún tiempo. O son recursos o son humanos, esa es la cuestión. Pero nunca volverán a ser Recursos Humanos.
Podrá gestionarse su selección, contratación, formación y adecuada ubicación en las rutinas productivas de la empresa porque sin esa gestión acabaríamos en la mediocridad, ineficiencia y hasta injusticia, pero se gestiona la pre- producción, nada más.
Podrá gestionarse la negociación de convenios, calendarios, altas y bajas y demás convenciones relacionadas con la producción porque sin esa gestión nunca alcanzaríamos el clímax adecuado, pero nada más.
¿Debe llamarse a todo este conjunto de procesos Gestión de los Recursos Humanos?
Sinceramente, lo dudo. Pero, en cualquier caso, nos guste o no, son procesos poco atractivos por no decir incomodos o molestos. Pero, sobre todo, son actividades que, por su naturaleza, resultan difíciles de armonizar con ese otro cometido que se le supone a los RRHH en la actualidad: el desarrollo de las personas.
Han pasado los tiempos en los que el responsable de Recursos Humanos de una empresa debía ser necesariamente un personaje temido y antipático. Pero tampoco hemos conseguido afianzar un perfil de credibilidad suficiente como para que pueda desplegar de forma efectiva las estrategias que permitan convertir a una empresa en una fuente de productividad en términos de conocimiento compartido, pensamiento estratégico y talento, en definitiva emprendimiento colectivo abierto. No podía ser de otra forma mientras existan los Recursos Humanos porque una cosa son los recursos y otra muy distinta los humanos que se sirven de ellos para PRODUCIR valor en todas sus dimensiones, monetario, intelectual y social.
El problema no es mantener contentos a los trabajadores para conseguir mayor productividad y, en consecuencia, “hacer caja” en términos groseros. La cuestión nunca podrá ser cómo convertir a la empresa en una institución de beneficencia familiar. El objetivo dista mucho de ser la consecución de los derechos de los trabajadores. Es mucho más evidente que todo eso. La empresa, organización o como se le quiera llamar, debe ser una cultura, una forma de vida, una oportunidad.
Demasiado complejo como para que la pieza fundamental del puzle se autodenomine Recursos Humanos.
Mucho me temo que nos encontramos ante la disyuntiva de comer la sopa de ajo con cuchillo y tenedor o bien aceptar que ha nacido una nueva esfera en las organizaciones que reclama su lugar sin el apadrinamiento de los RRHH. Quizás algunos lo vean como un problema en términos generales de estructura y gestión, otros lo intuyan como una amenaza para su poder y atribuciones. Pero, en realidad, no es otra cosa que una gran oportunidad porque comenzamos a caer en la cuenta de que una cosa son los recursos y otra muy distinta las personas. Los primeros son el corazón de la empresa, pero las personas comienzan a ser su alma. Progresamos, no hay duda.
10 comentarios:
Es así y no hay que darle más vueltas. Llevas toda la razón. Te debería de leer todos.
Porque de lo que no estoy tan segura es la mitad de los "pensadores y pseudofilósofos" que no pensantes estén por la labor. Llevo observando el entorno mediocre que me rodea y lo que es producir nadie quiere saber nada. Que sea "papá Estado" el que les provea y a vivir que son dos días.
Compromiso los menos posibles.
Un abrazo
Progresamos, pero acabamos de entrar en terreno pantanoso. Y es que la crisis va a ayudar mucho a que los rr.hh. vuelvan a ser eso, "recursos". Porque en el fondo, allá donde se cuecen las habas, nunca se lo han creído. Nos han dejado hacer mientras no molestábamos, pero ahora... ¿qué va a pasar?
Ojalá me equivoque, pero creo que daremos unos pasitos atrás.
Sólo confío en que discursos como el tuyo de hoy se multipliquen lo suficiente.
Un abrazo.
Hola Katy
Sí, en cierta forma te entiendo, la apatía gana terreno y en estos momentos más aún, pero continuamos peleando.
Cuidate
Hola Javier
Toda la razón. No es un temor, es una realidad. En estos momentos, aquellos que no cambiaron ni un apice su percepción, se sienten reforzados y hasta vuelven a las antiguas prácticas.
Pero hay razones para el optimismo...
Cada día, una empresa más se suma a la "nueva visión".
No va a quedar otra cuando abordemos seriamente el tema de la competitividad.
Y, finalmente, cuando se reactive el mercado de trabajo, esperemos que los nuevos reclutamientos se hagan bajo los nuevos criterios.
En fin, hay esperanza.
Cuidate
Polémico pero acertado tema el que traes hoy. Más que un problema de semántica, para mi es un problema de concepto y de visión como apuntas. Y además bidireccional porque de tanto repetirlo las personas se creen ser recursos y no simplemente lo que son: personas que realizan una actividad necesaria para "conciliar" o "equilibrar" su vida.
Un abrazo
Bueno, bueno,
pasar la página de Owen sólo nos libra de recontar cuánto hemos avanzado: nada. De la pura producción donde no existían los seres ni las empresas, unicamente entidades productoras, a empresas paternalistas gobernadas por un director que dirige a los recursos, humanos o no, para logro de sus "propios" fines sin mirar más, ni menos, y de un tiempo a esta parte, la empresa como equipo de personas que aunan sus conocimientos, su tiempo, sus fuerzas con un beneficio comun y siempre economico?, y bla, y bla....siguen existiendo ingredientes de aquel, trozos del otro y pequeños pedazos de este, si bien tenemos la mirada puesta en lograrlo, que no es poco.
Echo de menos leer que la empresa ha de ser un entorno de desarrollo, además de "una cultura, una forma de vida, una oportunidad".
JLMON, cuando le digo a alguien que soy del area de desarrollo personas, me muestran una mueca torcida de incredulidad, en cambio, si confieso cabizbaja que soy de rrhh, se reconocen.
No es sólo un problema de concepto, sino de absorción completa de la idea.
Iremos viendo.
un saludo,
pd. brillante artículo; da para un café bien largo.
M.
Hola JLMON:
Brillante reflexión que comparto hasta en su vertiente más corporativista. Los departamentos de RR.HH. son los estamentos que, una vez anulados por esta crisis, no encontrarán acomodo en el nuevo mundo que, a pesar de todo, implicará la salida de esta crisis. Y la mejor prueba de ello es que los propios profesionales del área empiezan a experimentar el síndrome de la rana cocida eso sí, todavía en la fase de decirse unos a otros "parece que nos tenemos que reconvertir". Angelicos.
Hola Fernando
Sí, cierto, muchas personas han olvidado ya lo que son y otras muchas se sienten muy comodas siendo recursos, pero...hay que seguir...
Cuidate
Hola MaS
Percibo un sabor amargo en tu comentario.
Sí es cierto que muchas situaciones son desesperanzadoras y que todavía hay mucho jefe que parece recien llegado del Liverpool de 1780. Pero , no soy nada ingenuo, de verdad, tenemos realidades muy ilusionantes y que se están demostrando "rentables" en todos los sentidos....escribiré sobre eso.
Cuidate
Hola Josep
Efectivamente, eso no es una profecia, es un hecho contrastado. Quedará la Vieja Guardia pero sin dientes así que esto va para adelante y no se puede parar.
Cuidate
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