Datos,
información, conocimiento, esta es la trilogía que constituye uno de los
principales focos de ausencia de perspectiva estratégica interna por parte de
un significativo número de empresas de este país. Pero, no sólo supone una
merma a la competitividad sino que también es un indicador de la baja
optimización del talento y el valor interno de las organizaciones.
Los
datos describen hechos, fenómenos o entidades. En sí mismos no tienen valor
alguno más allá del potencial de información que contienen, pero esta no
llegará a fluir si no se realiza un procesamiento adecuado de los mismos. De
hecho, el problema no está en los datos ya que el nivel de progresión
tecnológica asegura una capacidad exponencial para su recogida y
almacenamiento. La cuestión reside en la capacidad y voluntad de la
organización para procesarlos hasta convertirlos en información susceptible de
abrir procesos más avanzados.
La
información es un conjunto de datos procesados que encierran un cierto
potencial para modificar nuestro conocimiento. La computación considera a la
información conocimiento en sí mismo como no podía ser de otra forma. Pero,
desde un punto de vista estrictamente humano y, en consecuencia inteligente, la
información carece de valor en sí misma si no existe un procesamiento
inteligente de la misma que la convierta en conocimiento efectivo.
En
definitiva, el nuevo conocimiento nace de la interacción con el entorno,
extrayendo del mismo una serie de datos que organizados constituyen la
información susceptible de ser procesada y contrastada con nuestra experiencia
hasta llegar a la formulación de hipótesis que, una vez confirmadas,
constituyen nuestro nuevo fondo cognitivo. Afirmar que la información en sí
misma genera conocimiento puede resultar un aserto valido siempre que se admita
como resultado unas conclusiones irrelevantes en su certeza y en sus
consecuencias futuras sobre el entorno.
Desde
esta perspectiva es fácil comprender algunas realidades que se suceden día a
día en nuestras empresas.
En
multitud de ocasiones, las personas ajenas a la cadena de mando son las
encargadas de proveer los datos que computados darán lugar a la información que
las direcciones analizarán y convertirán en conocimiento expresado en forma de
decisión, corrección, sanción o defunción. Todo ello desde una posición de
privilegio pero carente de relación directa con el entorno específico y la
experiencia del mismo. Aquí tenemos un primer agujero negro que engulle
conocimiento y talento de forma silenciosa y continuada. Permítanme que lo ilustre
con un sencillo y clarificador ejemplo.
¿Quién realiza las reformas educativas en este país? ¿A quién consultan?
Efectivamente, legisladores, ministros, secretarios y subsecretarios, expertos
y técnicos, pero rara vez se pide opinión a quienes realmente conocen el
entorno práctico en el que se desplegarán sus hipótesis y decisiones, los
educadores que, al fin y al cabo, se ven avocados a representar el papel de
dummies recibiendo el impacto directo que proporcionará nuevos datos e
información.
La
ausencia de una comprensión cierta del funcionamiento de esta trilogía conlleva
el despilfarro continuado de una fuente de valor interno inapreciable: las
personas. Personas valoradas en su función
de dummies recolectores de datos e información, pero despreciadas en su
capacidad de generar conocimiento tácito que ayude a la construcción de un
conocimiento formal que permita la adopción de decisiones estratégicas
acertadas.
Esta
misma ausencia conlleva un uso inadecuado de soluciones tecnológicas avanzadas
que contienen en sí mismas potentes capacidades para el desarrollo del talento
y el conocimiento, pero que finalmente quedan condenadas a la mera anécdota o
en el mejor de los casos a la construcción de un conocimiento superficial que
no conlleva consecuencias estratégicas para la empresa. La proliferación de
redes sociales corporativas es un buen ejemplo de ello. En sí mismas,
constituyen un medio potente y efectivo para el desarrollo y la optimización
del talento a partir del procesamiento compartido de información que de lugar a
conocimiento valioso, pero por tres veces que ocurre esto, doscientas se
suceden como una curiosa ocurrencia que da lugar a un entorno moderno, amable y
supuestamente participativo. Permítanme de nuevo un ejemplo clarificador. Es
como si adquiriéramos un todoterreno de última generación con la única
finalidad de llevar a los niños al colegio y realizar un shopping con glamour.
Desgraciadamente no es una broma sino una realidad que se repite cada día.
La
ausencia de una concepción clara de la trilogía conlleva la conversión de las
personas en dummies informadores, pero esto a su vez nos arrastra al mayor de
los despilfarros que no es otro que la infravaloración del potencial de
inteligencias de las personas y en definitiva de su talento. Si las personas de
una organización se conciben como emisores de datos e información y receptores
de decisiones en forma de ordenes y procesos de trabajo, resulta prácticamente
imposible que rentabilicemos su papel a favor del crecimiento de la organización.
Mientras esto ocurra, fenómenos como la Innovación, el Emprendimiento Interno,
la Gestión del Talento o del Conocimiento no pasarán de ser iniciativas
reservadas a unos pocos y, en consecuencia, una broma de mal gusto derivada de
la ausencia de visión estratégica de quienes dirigen la organización. Pero una
broma que supone despilfarro de talento, formulación de hipótesis inciertas,
carencia de cohesión y adhesión y, en definitiva, una oportunidad perdida.
La
pregunta final es sencilla: ¿quiénes son realmente los dummies?
2 comentarios:
Los datos hay que saber interpretarlos y para ello, además de tener una visión de conjunto es necesario tomarlos desde diferentes perspectivas no sólo para ayudar en la toma de decisiones sino, como bien apuntas, para enriquecer la organización.
lo demás es como lo del todoterreno.
Un abrazo
Hola Fernando
En definitiva: procesar!
Cuidate
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