¿Se
imaginan una empresa que ha practicado un ERE que afecta a un número
significativo de sus trabajadores?
¿Imaginan
una empresa en la que se ha llegado a una reducción sustancial del sueldo de
sus trabajadores?
¿Imaginan
una empresa en la que el responsable del departamento de Recursos Humanos ha
pasado a ser el coco oficial?
¿Se
imaginan una empresa en la que ya apenas nadie recuerda cuando se retiraron las
maquinas de café?
¿Imaginan
una empresa en la que nadie recuerda cuando le dieron las gracias por un
trabajo bien hecho?
¿Imaginan
todo lo que podíamos haber seguido imaginando?
Sí,
efectivamente no es un caso ni dos, dieciséis o treinta y dos. Más bien es el
denominador común de ese extraño eufemismo que algunos llaman recesión, otros
depresión y los más despistados crisis, palabro que ha pasado a significar casi
todo menos lo que realmente define.
Todos
estos “imaginan” acaban por generar un efecto involucionista en lo que a la
evolución del talento y el conocimiento en la empresa se refiere. Un efecto que
no seremos capaces de apreciar en su justa medida hasta dentro de un tiempo,
probablemente cuando la tormenta haya menguado y más necesarias sean las
capacidades y habilidades de las personas para poder iniciar un nuevo despegue
en condiciones.
Se
han perdido millones de puestos de trabajo y eso ya es en sí mismo un drama y
un fracaso de colosales dimensiones. Pero hemos perdido también la esperanza en
la empresa como algo beneficioso para la persona, más allá de los emolumentos
que pueda percibir a cambio de su trabajo. Y también hemos perdido la
oportunidad de atenuar las consecuencias de muchas traumáticas decisiones si nos
hubiéramos esforzado en humanizar la empresa, fenómeno humano donde los haya.
Quizás
en estos momentos los rayos no dejen ver los estragos que el vendaval que
acompaña a la tormenta está provocando, pero cuando todo cese nos encontraremos
con cientos de empresas sin techo bajo el que cobijarse. Porque no lo duden,
las personas y su identificación con la organización son los cimientos de una empresa, pero sus
conocimientos y talento son los pilares que permiten construir finalmente la
cubierta y, hoy por hoy, nos estamos quedando sin lo uno y lo otro.
Cierto
es que podemos encontrar ejemplos
justamente de lo contrario o al menos eso dicen algunos expertos y publicaciones
especializadas. Sin embargo y sin intención de ser un aguafiestas, el postre no
llega a todas las mesas y sólo porque en la presidencia pueda degustarse, no
significa que el ágape sea de lujo. Bienvenidas sean las grandes que presumen de
la modernidad del talento y el conocimiento, pero ni es oro todo lo que reluce,
ni por sí solas alcanzan a cubrir un 10% del total de los afectados.
Queda
mucho por hacer en la batalla por demostrar que una concepción integral de las
capacidades y el conocimiento del conjunto de las personas de las empresas sólo
puede conducir al crecimiento y la excelencia de las mismas. Pero lo que está
ocurriendo en estos momentos, nos obligará a replantearnos las estrategias
porque antes que todo eso habrá que reconstruir la confianza de las personas y,
una vez más, los Recursos Humanos o como quiera que los llamemos, están
llamados a jugar un papel decisivo aunque parten con el hándicap del mal sabor
de boca que están dejando.
5 comentarios:
Reconstruir la confianza de las personas. Ese es el gran reto, pero me temo que como leía hoy prima la hoja excel sobre cualquier otra cosa.
Un abrazo
Hola compañero
Efectivamente y eso amplificará los efectos
Cuidate
Como he dicho en diversas ocasiones, todo lo avanzado en gestión de personas en las empresas durante tantos años, está retrocediendo de forma realmente alarmante. Y todavía no hemos finalizado.
Un abrazo.
Se imagina... Creo que no hace falta imaginar nada. La realidad supera la ficción.
Cómo me gustaría imaginar que todo marcha razonablemente bien.
Y con la facilidad que tengo para imaginar no se me ocurre nada. Practicaré la visualización positiva.
Un abrazo y buena semana
A los departamentos de Recursos Humanos de las empresas, a menudo, les toca bailar con la más fea :(, porque en muchos casos, las directrices que reciben ¡son las que son! Otra cosa, es la sensibilidad personal de cada cual... porque para algunos no 'todo vale' adg! Lo que está claro, es que las empresas y sus departamentos, sean los que sean... son organismos vivos, integrados por personas.
Para mayor inri, cuando la tormenta haya menguado, RRHH, seguirán estando en el ojo del huracán... y deberán oírse más de una vez esa nefasta frase, de que según que cosas 'van en el sueldo'...
Y creo, que desgraciadamente, aún no lo hemos visto 'todo'
En fin! Cuidémonos!
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