Analizar
el “fenómeno Fagor” es algo que desborda los límites de un post, pero apuntar
algunos de los principales factores que han acabado conduciendo a este
desagradable desenlace no parece excesivamente complejo a poco que se observe
con detalle su trayectoria en los últimos siete años con una caída de
facturación cercana al 50%.
Hay
cosas que no se discuten y, en este sentido, el final de la burbuja
inmobiliaria en España y la crisis a nivel europeo han aportado por sí solas
una parte de la culpa, pero ni son factores primarios, ni pueden utilizarse
como excusa para eludir graves fallos de estrategia a nivel del conjunto de la Corporación
Mondragón, un modelo a seguir hasta hace muy poco y un milagro cooperativo que
se admiraba y se sigue haciendo en todo el mundo. Pero el año 2006 marco un
punto de inflexión en el desarrollo de la compañía y, desde entonces hasta
ahora, apenas se han planteado otras estrategias más allá de la resistencia
pasiva que, finalmente, ha supuesto su sentencia de muerte.
¿Qué
ha ocurrido?
Muchas
cosas, pero fundamentalmente
1.
Posicionamiento de producto obsoleto
2.
Deficiente proceso de internacionalización
3.
Innovación excesivamente centrada en la escalada
tecnológica de productos saturados
4.
Estructura organizativa fuertemente piramidal
5.
Políticas estratégicas ineficaces, basadas en lo
probable más que en lo posible
A
partir del 2006, Fagor se ha visto atrapada en un segmento de mercado
fuertemente castigado por la crisis, tanto a nivel estatal como europeo,
fundamentalmente francés, uno de sus mercados de referencia. Un segmento medio
que, al igual que en otros sectores, se ha encontrado de la noche a la mañana
con un fuerte contracción de la demanda. Aparentemente, la alternativa más
evidente hubiera pasado por un cambio de posicionamiento, pero esto era algo
prácticamente imposible. Por abajo, los costes productivos han sido una barrera
infranqueable frente a los expertos del low cost, deslocalizados a tiempo en
Europa del este y Turquía fundamentalmente. Por arriba las posibilidades era
aún más reducidas ante la presencia de las marcas alemanas que en su día
colonizaron el segmento sin dejar apenas resquicios para nuevos invitados. En
definitiva, una red productiva localizada fundamentalmente en España y Francia
y cubriendo un segmento medio en franca caída no ofrecía otra opción que una
dura política de reajustes que nunca se llegaron a producir, tanto por la
parálisis de los cuadros directivos como por el peso de la filosofía
cooperativista que siempre antepone el empleo al beneficio aunque el uno no
tenga sentido sin el otro. A día de hoy, el futuro es incierto y seguramente
pasará por una inyección financiera en un triple eje Madrid – Vitoria –
Mondragón, pero no sólo eso, la deslocalización será inevitable y todo apunta a
Europa del Este. En otras palabras, si haces lo de siempre, llegarás donde
siempre.
La
Corporación Mondragón siempre se ha caracterizado por una fuerte apuesta por la
investigación y la innovación. Pero de poco sirve contar con un misil balístico
intercontinental si continuas matando las moscas a pedradas. En otras palabras,
la investigación aplicada en lo que a Fagor se refiere, no ha estado acompañada
de una visión estratégica sistemática, al menos desde que en 2006 era más
evidente la necesidad de pensar en términos de posibles más que de probables.
El resultado ha sido una línea de productos “buenos”, pero poco más y con eso,
hoy en día, no se va ni a la vuelta de la esquina.
Qué
decir de las políticas de emprendimiento interno, gestión del talento y el
conocimiento… El “caso Irizar” pertenece al pasado y, aunque ciertamente era un
fenómeno de difícil clonación por mucho que algunos se empeñen, la Corporación
supo sacar poco o ningún provecho del
mismo, más allá de una retirada de caballero protagonizada por Koldo Saratxaga.
Ser un conglomerado al uso o una experiencia cooperativa singular poco importa
si al final nadie cae en la cuenta de que, en ambos casos, hablamos de personas
y, en definitiva, de su talento, su conocimiento práctico y, en consecuencia,
su capacidad de generar valor más allá del ámbito estrictamente operacional.
Fagor
debe preocupar y preocupa a la Corporación Mondragón y al conjunto de la
sociedad vasca. No debemos olvidar que, por sí sola, supone el 3,1% del PIB y
el 7,4% del industrial. Evidentemente, la primera preocupación debe ser el
empleo. No olvidemos que hablamos de cooperativistas y, a todos los efectos,
autónomos protegidos por una red interior cuyo eje operativo es Lagun Aro, una
Seguridad Social propia a todos los efectos, que ya ha declarado su incapacidad
para hacer frente a la situación. De igual forma, todos sus ahorros están
invertidos en la empresa como aportaciones de capital societario, amen de haber
comprado la mayor parte de las Aportaciones Financieras Subordinadas que hoy
carecen de valor. Muy probablemente, las soluciones que se ofrezcan sean de
manual, es decir recolocaciones en otras empresas de la corporación,
jubilaciones anticipadas, mantenimiento de una pequeña cuota en plantas propias
y poco más. Si no se adoptan decisiones estratégicas a medio plazo que pasen
por la creación de nuevos escenarios de negocio, una solución feliz es poco más
que imposible.
Pero
la Corporación debe tener también otro motivo de preocupación porque da la
impresión de que Fagor es tan sólo la punta de un iceberg que oculta un futuro
inmediato complicado para otra de las joyas del conglomerado: Eroski.
El
grupo de distribución lleva ya varios años en números rojos y, una vez más, es
fácil encontrar una explicación refugiándose en lugares tan comunes como la
caída del consumo, el fenómeno Mercadona y todas esas cosas que, al final, no
son sino la expresión práctica de cómo un problema se acaba convirtiendo en
molestia permanente por la falta de estrategias decididas.
A
día de hoy, Eroski es algo así como el Fantasma de la Opera, aparece y
desaparece, pero ya no sorprende. Sus salas de ventas son el ejemplo más claro
de lo que puede llegar a hacer una organización ecléctica y carente de ideas.
Los hipermercados son hoy en día lugares
tristes, grises y tirando a desangelados, una especie de NH en versión
distribución. Los supermercados en cualquiera de sus variantes ofrecen el mejor
ejemplo de vulgaridad a la hora de abordar la inteligencia ambiental, la
exposición, clasificación y oferta de servicios de valor añadido.
Si
haces lo de siempre, llegarás donde siempre y, hoy por hoy, Eroski sigue
haciendo lo de siempre con la diferencia de que “siempre” fue ayer. Fagor es
prioritario, pero Eroski resulta estratégico.
Las
conclusiones son evidentes, pero si hay algo que no debe cuestionarse es la
validez del modelo cooperativo como alternativa. La situación que vive la
Corporación Mondragón no deviene del fracaso de un modelo, sino de la
ineficacia de quienes debían decidir y no lo han hecho. Existen muchos puntos
de mejora y, en consecuencia, existe futuro, pero este pasa por una reestructuración
profunda, no sólo a nivel organizacional, sino fundamentalmente estratégico.
Hay que dejar de preguntarse quiénes somos y centrarse en quiénes queremos ser.
7 comentarios:
Yo también creo que las cooperativas son necesaria, aunque muy a mi pesar he visto quebrar unas cuantas. Porque al final los que las gestionan ponen su servicio y beneficio el negocio.
Si al menos es cierto que duermen, despertarán algún día a la realidad.
Un abrazo y una buena semana
Realmente hacía tiempo que no veía un análisis tan claro y lucido de esto
Es curioso, siempre que algo fracasa, solemos echarle la culpa al sistema. En este caso al sistema cooperativo. Me duele porque oigo demasiadas voces criticando al modelo cooperativo. Yo no lo conozco a fondo, pero sospecho que detrás de este tipo de críticas sólo puede haber dos cosas: ignorancia y mala leche.
Un abrazo.
Muy, muy informativo tu post. Del tema Fagor no puedo opinar porque no tengo ningún conocimiento. Fíjate que yo pensaba que la empresa había desaparecido hacía años del mercado. Supongo que eso tiene que ver con lo del producto obsoleto que citas. En mi inconsciente yo seguía asociando la marca a los años 70 y 80, con aquellas campañas de publicidad en Tv tan vistosas. La prehistoria, vamos ...
Pero lo que comentas de Eroski me preocupa más. ¿Dices que tienen numeros rojos? Pues tenía la impresión de lo contrario. En Cataluña, desde que compraron Caprabo habían invertido mucho y modernizado los supermercados. Porque los dueños de Cabrabo se habían dormido también en los laureles. Al final es lo de siempre, lo más difícil no es conseguir el éxito, sino mantenerlo.
Pero espero que la Corporación MOndragón encuentre el camino adecuado para seguir siendo referente en el modelo cooperativo. Porque nos hace falta.
Abrazos desde Berlín.
Mi experiencia de consumidor con Fagor ha sido positiva y su servicio técnico me parece muy eficiente y ajustado en precios.
Como marca creo que no ha logrado tocar emocionalmente a los consumidores, se ha convertido en una marca anodina, no dice nada y es este mismo el peligro que corre Eroski, tal y como se apunta acertadamente en el post.
En Logroño es increíble como en poco tiempo una marca como Mercadona ha sabido atraer cual agujero negro cada vez más clientes, mientras que los super Eroski languidecen. Estudio aparte merece el fenómeno de cientos de vascos peregrinando a Miranda, La Rioja o Navarra para adquirir los productos de belleza Mercadona, la nueva Shangri La.
Las razones que se mencionan son muy ciertas y añadiría algunas más. Lo propongo para un futuro artículo.
Pues se me había pasado este post, pero como apunta el anónimo me parece, sin tener todos los datos, un buen análisis. Y algo que le puede ocurrir a muchas empresas a las que se les puede aplicar e mismo diagnóstico.
Un abrazo
Imagino y deseo, que este abandono puntual de tus acertados análisis, se debe al 'fragor' de alguna batalla profesional, que te mantiene totalmente absorbido...
Como sea o por lo que sea, te deseo felices días y feliz vida! José Luis.
Y aquí esperaremos pacientemente tu regreso, amigo. No nos dejes eh?
:))
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