BERLIN
Sir Isaiah Berlin OM (6 de junio de 1909 - 5 de noviembre de 1997), politólogo e historiador de las ideas; está considerado como uno de los principales pensadores liberales del siglo XX.
(WIKIPEDIA)
Siempre me ha fascinado la pugna dialéctica de Berlin, el gran pensador de la sociedad abierta, en torno a la libertad. Pero, quizás aquello que mejor ha quedado grabado en mi memoria, es su ensayo “El Erizo y el Zorro”, publicado en 1953, el año en el que quien suscribe, llegó a este mundo ancho y lejano en una dulce mañana de agosto.
El ensayo de Berlin parte de un fragmento del poeta Arquiloco:
El Zorro sabe muchas cosas, pero el Erizo sabe una cosa más grande
A partir de aquí, las personas pueden ser clasificadas en zorros y erizos.
El zorro es un individuo inquieto, de recio porte, elegante y discreto a la par, preocupado y ocupado en idear mil y una estrategias que resuelvan su arcano problema existencial: cazar al erizo.
El erizo, por el contrario, es un personaje sosegado, incluso aparentemente aburrido en sus rutinas casi maniáticas, sus esfuerzos se concentran en una sola idea y, rara vez, se deja distraer por otros acontecimientos meramente circunstanciales que ocurren en su entorno inmediato.
Como cada mañana, el erizo sale de su confortable agujero, dispuesto a recolectar alimento y, si es el caso, echarse una reconfortante sisestecita al sol dejándose mecer por la brisa. Pero, en ese instante, el zorro sale inesperadamente de la maleza y se precipita en una loca carrera hacia el erizo. Este le divisa a lo lejos y , cargado de una profunda resignación, mira hacia el cielo y piensa para sí mismo: ¡otra vez este individuo!
Como en otras ocasiones, se arrebulla tranquilamente en una bola inexpugnable y se deja caer ladera abajo en dirección al zorro que, sorprendido, frena en seco su carrera y viendo lo que se le viene encima, opta por dar media vuelta y buscar la protección de la espesura del bosque, no sin antes decirse a sí mismo: hay que mejorar estas estrategias, debo elaborar nuevas alternativas…
El zorro tiene una visión compleja del mundo, prácticamente polivalente. Persigue distintos objetivos y se plantea múltiples estrategias para cada uno de ellos. El erizo hace tiempo que dejó atrás la complejidad. Su virtud es convertir lo complejo en simple, centrar sus objetivos y ponerse a la tarea sin descanso: el zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una gran cosa.
En este país, abundan los zorros, perdón los zorros y las zorras. Pero, indefectiblemente, escasean los erizos. Incluso, si me apuran, diría que abundan los coyotes y escasean los correcaminos. Dicen que los latinos somos creativos por definición, más bien diría que somos ocurrentes por excelencia. Ideamos mucho, pero creamos poco. No somos empáticos con las ideas ajenas, pero nos fascinan las propias, de donde rara vez conseguimos hacer cosas juntos. Somos centrífugos por genoma y centrípetas por conveniencia. Somos certeros con el defecto ajeno, pero miopes con la genialidad. Una pregunta: Si Steve Jobs, Thomas Edison o Albert Einstein hubieran nacido en la Meseta, ¿habrían llegado a algo? En esto, los norteamericanos, por mucho que nos pese, han resultado ser más espabilados. Decidieron llevarse de weekend al zorro y al erizo a Las Vegas y después de pasarlos por la correspondiente capillita, ahora tienen híbridos zorro – erizo que funcionan que no vean. Aquí a lo más que hemos llegado ha sido a cultivar una variedad de pimientos del piquillo que no piquen.
Es importante idear, pero hay que rematar, es decir inventar. Es vital plantearse objetivos, pero hay que aprender a no arrugarse ante el primer nubarrón. Lo siento doctor Barbacid, pero le veo más fuera del CNIO que dentro por culpa de una ministra beata que nos dio el pego a casi todos durante dos días y medio. Ser capaz de elaborar estrategias es signo de inteligencia, pero convertirlas en poses demagógicas es muestra de simpleza. El autismo político y la cleptocracia municipal son signos de nuestro tiempo. Signos de que los zorros andan sueltos.