La grandeza de la Innovación comienza desde su humilde estructura fonológica. Rotunda, explosiva, categórica, firme, decidida…
En una palabra, como diría el docto de tertulia de Gran Café: biensonante.
Pero esta grandeza esconde también un cumulo de trampas y enigmas de difícil solución. No hay que alejarse de la esfera lingüística para encontrarse con los primeros inconvenientes en el nivel de la semántica léxica de la palabra en una lengua natural. Los pastores del navarro valle de Aezkoa no andaban descaminados cuando, en su sabiduría popular, crearon el viejo dicho que ya anunciaba que “todo lo que tiene nombre existe” . La palabra es un símbolo asociado a una realidad del entorno en el que se desenvuelve nuestra actividad cognitiva. La palabra es la estrategia de un cerebro que trabaja con imágenes y emociones, pero también es la expresión de un consenso cognitivo alcanzado entre todos aquellos que han vivenciado un objeto o fenómeno. Acuerdo generado en la necesidad de la comunicación y el intercambio de conocimiento como fuente de creación de nuevo y más valioso conocimiento. Pero todo esto, como frecuentemente ocurre en este planeta, está sujeto a varianza y confirmación de la excepción que, por otro lado, nos permite continuar avanzando, es decir innovando.
Cuando los consensos cognitivos se generalizan y existe un deseo de preservarlos y transmitirlos al futuro inmediato, se crea la DEFINICIÓN que, al poco de nacer, traiciona su objetivo inicial para tornarse intolerante, totalitaria, sectaria y restrictiva. Es el caso de las definiciones lexicológicas que, persiguiendo la máxima audiencia y comprensión, acaban por convertirse en paradigmas de ambigüedad calculada. Cuando alguien reprende a su vástago por enésima vez en las mismas circunstancias, sólo puede interpretarse como un hábil ejercicio de desobediencia civil en el ámbito familiar. Cuando la definición lexicológica o de diccionario queda desbordada por la necesidad de alcanzar niveles intencionales, ostensivos, operacionales o incluso circulares, sólo puede interpretarse como la constatación de un grave conflicto de intereses cognitivos. Pero cuando la situación desborda el ámbito de la inteligencia constructiva para adentrarse en los cenagales de la Inteligencia Ratera, eso, sólo puede significar que la palabra se encuentra en grave peligro, la peor de las amenazas: el saco y vacío de su significado.
Una palabra sin significado pierde su razón de vivir. Todo lo que tiene nombre existe, pero una palabra sin nombre simplemente no existe. Puede convertirse en un vago recuerdo que degenere en mito o leyenda. Quizás acabe en el cementerio de las palabras olvidadas porque quienes creyeron en ella también cultiven malvas en algún camposanto cercano. Podría pasar a ser propiedad exclusiva de vagos y maleantes metafísicos que escriben para no ser leídos. Pero también podría correr la peor de las desgracias al ser redescubierta por el politiquillo oportunista y populista que trata de convertir la sana incertidumbre en crisis socializada como estratagema de ascenso a los infiernos del poder.
La Innovación comenzó intentando dar nombre a una profunda convicción del ser humano, pero, en los últimos tiempos, hemos superado la inútil contienda de la definición lexicológica para adentrarnos en las escaramuzas de las definiciones teoréticas, estipulativas, precisadoras y, por supuesto, persuasivas que sólo han conducido a la confusión generalizada, el desaliento emocional y la airada discusión de mequetrefes de salón que rara vez han puesto el pie en una empresa aunque sea de pompas fúnebres. La Innovación ha servido de entremés, postre y café para políticos del tres al cuarto que apenas si sabían qué hacer con tanto recurso llegado de allende los Pirineos. Crecieron los Planes, Parques, Viveros, Trampolines, Centros y sucursales, Agencias y filiales y con ellos los creyentes bienintencionados y dedicados en cuerpo y alma, pero también los charlatanes del spanglish, los profetas del adviento y la llegada del Hijo de la Innovación del Séptimo Día, los reventados de la moda empresarial y los siempre listillos que pescan el campanu para subastarlo a precio de rara gema.
Hoy que la Innovación ha pasado de moda, la turba se aleja en busca de nuevas victimas. Lejos de afligirnos, la recibimos como la mejor de las noticias. Ya sólo quedamos quienes continuamos pensando que todo lo que tiene nombre existe.
10 comentarios:
Hola Jose Luis:
Sólo puedo decir que estoy contigo al 100%.
Para los susodichos no deja de ser algo que viene y va sin ningún contenido, al albor de los dineros que vienen de otro lado.
Eso sí, añadiría que existe también una piara de vividores, que a ras de suelo, en el día a día de empresas, consultorías y administraciones, apuntan simple y llanamente a la cartera, al... "yo también sé de esto", y que son los que terminan de destruir y enterrar palabras y conceptos.
Yo conozco unos cuantos.
Un abrazo.
Tú si que sabes Javi!!!!
Entiendo en lo que Javier y tu mismo, Jose Luis, coincidis. Innovación ha sido otro de los conceptos "prostituidos" y como bien se apunta, no solo en consultoría. Y eso le ha restado el valor y el protagonismo que se merece para el desarrollo de las personas y de las empresas que trabajan en ellas con altos estándares de innovación. Asi que nada más lejos de la (mi) realidad: la innovación no ha pasado de moda. Un abrazo.
Hola Visi
Efectivamente, el asunto es que para quienes llevamos décadas trabajando en Innovación, esta no ha pasado de moda, pero, gracias a Dios ha pasado "la moda" que nos ha traído por la calle de la amargura...
Cuidate
Yo no creo que haya muerto, ni que esté en ningún cementerio. Solo está en hibernación. Con la crisis nadie se plantea comprar nada novedoso ni original porque no se tienen pelas para ello. "Estan verdes"
La consigna es "austeridad" Se consume lo indispensable.
Vendrán tiempos mejores.
Bss
Hola José Luis:
Coincido con Javier y contigo en el matiz de que una cosa es "la moda" del momento (aplicable a otros términos) y otra que nunca pasó de moda. Como apunta Visi, los conceptos son prostituidos restando valor al hecho.
Al final, si te fijas, saber, saber pocos. Hablar, hablar...todos.
Un abrazo
Me gusta. Me parece my provocador. Sin embargo, quizás no vendría mal que especifiques a que tipo de innovación te refieres... Creo que uno de los tantos problemas que tienen las palabras como "innovación" o "diversidad" es que se utilizan para todo.. Y Al final quedan vacías de contenido o incluso desprestigiadas. Sin embargo, quien mejor que personas como tu para volver a dotarlas de todo el contenido que requieren ? Especialmente en estos momentos donde la moral esta baja y las nuevas ideas no fluyen Como deberían... Justo ahora que necesitamos incentivos para motivarnos y reintentarnos.. Es ahora, cuando la innovación deberia tener mas sentido, no crees?
Hola Yanire
Provocador? Pues sí, me encanta serlo y en Innovación hay que serlo....
Me refería a la Innovación de salón, pret-a-porter, por supuesto, esa de la que se habla pero no se llega más allá, esa que nos ha traido advenedizos de todas las esquinas.
La otra Innovación, aquella que se concibe como integral en una organización y que tiene como base el Emprendimiento Interno, goza de buena salud porque en ella sólo se embarca el convencido.
Y, ahora, es una de las estrategias posibles, no hay duda.
Cuidate
Fernando
Efectiviwonder!
Hablan, hablan y para cuando `piensan en hacer algo ya están agotados...
Cuidate
Katy
Para la Innovación los tiempos siempre son malos porque genera mudanza y eso....
Cuidate
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