El
crecimiento descontrolado siempre acaba conduciendo a la aparición de factores
limitadores que atenúan los logros y acaban convirtiéndose en elementos
desestabilizadores del sistema.
Esta
afirmación podría ser propia de un escenario macroeconómico, pero es
perfectamente aplicable a contextos más específicos de la actividad humana. De
hecho, encaja a la perfección en el histórico de desarrollo de los denominados
Recursos Humanos de la empresa.
El
origen del descontrol podemos encontrarlo en la creciente indefinición del
término aunque, de hecho, esto no es nada nuevo, sino más bien un pecado de
origen que no se ha acabado de digerir. Los “recursos humanos” pueden
entenderse como el trabajo que aportan el conjunto de personas de una empresa,
pero también se refiere a una pieza específica del aparato de gestión,
especializada en la selección, contratación, formación y todas esas cosas que
acostumbramos a denominar eufemísticamente “planificación de personal” y de
forma más cañí “planificación del personal”, tanto monta Isabel como Fernando.
Vistas
así las cosas, un responsable de RRHH podría pasar por algo así como el
Defensor del Pueblo de la empresa. Sin embargo, la realidad acaba siendo más
cruda a la sombra de otras funciones añadidas como la gestión de nominas o las
relaciones con los agentes sindicales que acaban convirtiendo al citado
responsable en el “simca” de la empresa, haciendo referencia al mítico y
desaparecido vehículo francés y que, por si no lo saben, no es otra cosa que el
acrónimo de esa espontánea expresión que dice: “simpático, pero cabrón”.
Por
si no fuera poco, los Recursos Humanos han continuado creciendo en su
acumulación de funciones a un ritmo exponencial en los últimos años. La Gestión
del Conocimiento más allá de lo meramente tecnológico, la potenciación y
retención del Talento, el Coaching, las habilidades de Liderazgo, el
Emprendimiento Interno y otro buen montón de cosas que nos han caído después de
descubrir que, en el fondo, sin las personas el invento no funciona.
Quien
me lea y de paso sea responsable de RRHH
de los nuevos tiempos, podrá dar fe del infortunio que acompaña a este
crecimiento sin fin. Las nuevas responsabilidades deben ser gestionadas dentro
del antiguo marco operativo, las iniciativas desarrolladas a su sombra casi
nunca acaban de convencer a los colegas del staff directivo que hasta llegan a
plantear solapamiento e intrusismo, la promoción de las bondades del Emprendimiento Interno no acaban de encajar
con las negociaciones periódicas del convenio, la Gestión del Conocimiento más
que una oportunidad, se percibe como una amenaza y suma y sigue. En definitiva,
es como si metiéramos una pantalla de 60 pulgadas en el estrecho espacio de un
armario ropero y pretendiéramos contemplar cómodamente Los Diez Mandamientos en
versión extendida, en compañía de la
colega y con un buen perolo de palomitas. Simplemente no funciona.
El
Simca es la definición de la indefinición. Un astronauta sin planeta, una
Maripili sin Carolina Herrera, un chorizo sin caja de ahorros, un obispo sin
conferencia, en fin un españolito sin elección. Y la cosa no se arregla
aterciopelando las aristas que eso ya se probó con Prim cuando aquello de que
“no se administran recursos o personas, sino con las personas…”
Llegados
a este punto, el futuro cercano de los RRHH parece presentar pocas alternativas
de supervivencia, al menos tal como lo conocemos hasta ahora. Una de dos, o se
acaba convirtiendo en una súper dirección adjunta a la alta gerencia por su
alta implicación en el alineamiento estratégico o se convierte en afortunada
victima de un cisma radical que vea nacer dos nuevas áreas de gestión, una
dedicada a la gestión del entorno colateral que acompaña a toda persona que
trabaja en una empresa y otra, quizás la más importante y valiosa, consagrada a
convertir de una vez por todas a las personas en el alma de la empresa.
Hasta
que esto ocurra, estaremos mareando la perdiz y de paso “al personal” del
Consejo Plebeyo de la Empresa (léase enlaces sindicales) que no sabrán si
tienen en frente a Santa Eutiquiana de los borreguitos o al mismísimo Hugo
Chávez camuflado de mojito soriano.
El
extraño ser humano tiene la mala costumbre de clasificar todo lo que se le
presenta hasta límites insospechados. Reingeniería, Innovación, Investigación y
Desarrollo…, alineamiento de inteligencias en busca de cambio y progreso para
la empresa. Conocimiento, Inteligencias, Habilidades, Talento, Emprendimiento:
persona desarrollándose personal y profesionalmente.
Lo
malo de todo esto es que si las cosas van por el buen camino, desaparecerá la
entrañable figura del Simca como desaparecerán los huevos con chorizo, los
atardeceres de verano, la viejecita que vende hecatombes, esquelas y milagros
en el quiosco de la esquina y, si me apuran, hasta la siesta de los domingos.
Pero siempre nos quedarán las personas…
5 comentarios:
Me ha gustado y no puedo puedo aportar mucho más. Que esres el genio del análisis...
Te ha faltado poner este enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=nkrZXgsrduQ
De los inhumanos curioso esto último.
Espero que no desaparezca nada de lo que has nombrado, porque con ello despareceríamos nosotros.
Bss
Yo me lo montaba (con perdón) en un Seat 850 y no me las arreglama tan mal. Será que cuando eres más joven tienes más... "cintura".
Lo cierto es que en los tiempos que corren la legislación rema en contra y curiosamente me está dando la sensaciónd de que ya no cultivamos ni los palabros como "innovación", "gestión del conocimiento", etc.
¿Será que los hemos dejado para cuando pase la tormenta?
Pues igual nos ha entrado la sensatez entonces.
No, seguro que no, hay cosas que son de toda la vida y para toda la vida, cuidate
Pues ya eramos dos los del ocho cincuenta....buff! Qué maquina!!!
Coincido con javier en que se rema a ritmos distintos y en direcciones contarias lo que dificulta un poco (tirando a bastante) de que la cosa mejore, pero quein sabe...
Un abrazo
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