Uno
de los aprendizajes que mejor recuerdo de mis años escolares es el valor del
talento oculto.
Roberto
era un chaval de tantos en aquellos años de urbanidad y Enciclopedia Álvarez.
No destacaba por nada en especial. De hecho, todos sus compañeros, incluyendo
quien suscribe, le considerábamos un bicho raro. Siempre abstraído en sus
cosas, ajeno a las clases, pero también a los juegos del patio y a las
tropelías del parque cercano. Don Francisco, más conocido por “el Lobo” por
aquello del turrón y las turronadas que nos metía entre pecho y espalda, no se
cansaba de amenazarle con el oscuro porvenir que le aguardaba como rey de los
mediocres, rayano en lo vago y maleante. En fin, Roberto era invisible, esa
invisibilidad que unos consideran medianía y, en realidad, es genialidad
emboscada en un mundo de mediocres. Recuerdo el día que el Lobo nos anunció un
magno trabajo sobre los Reynos de España
y la Morería, empresa que deberíamos afrontar en espíritu de equipos
previamente asignados y recuerdo aún más el momento en que mi nombre apareció
junto a otros compañeros de armas, todos nos cruzamos miradas sinvergüenzas que
sin embargo pronto se transformaron en expresión de pánico cuando escuchamos
que Roberto era parte de nuestra fraternidad en el trabajo. Me ahorraré una
descripción detallada del arduo proceso de elaboración del trabajo y pasaré al
momento final en el que el Lobo nos anunció como ganadores de la lid contra la
Morería. Todavía recuerdo cuando nos llamó a capítulo en torno a su carcomida
mesa doctoral y nos inquirió sobre el secreto de nuestro éxito. Todos,
absolutamente todos, exclamamos a un tiempo: ¡Roberto!
Efectivamente,
Roberto fue quien nos dirigió entre tanta corona, razzia, adulterio, traición y
moro taimado. Mientras que otros presentaron manuscritos interminables, fruto
de fusilamientos a diestro y siniestro, nuestro trabajo apenas reunía diez
páginas, pero todas ellas cuajadas de dibujos con explicaciones aplicadas,
mapas activos, líneas del tiempo ilustradas y algún que otro pequeño texto
formal. En definitiva, nuestras diez páginas contaban mucho más que las ochenta
de cualquier otro y lo hacía de forma clara, precisa y, sobre todo atractiva.
La Morería nos permitió descubrir el auténtico Roberto, su talento para la
síntesis y la comunicación, su capacidad de liderazgo y organización y, desde
aquel día, fue uno de mis mejores amigos, pero sobre todo, una lección
permanente: el valor del talento oculto. Hoy en día, Roberto es uno de los
mejores diseñadores de infografía del mundo. Así es la vida.
El
desarrollo de una cultura de Emprendimiento Interno en la empresa dirigida a
alinear las capacidades de las personas para la generación de valor por medio
de procesos de cambio, sea cual sea su naturaleza y apellido, tiene muchos y
variados retornos. Efectivamente, aquellos de naturaleza financiera son los más
apreciados y perseguidos por su inmediatez e impacto, pero en pocas ocasiones
se cae en la cuenta de la oportunidad que estos mismos procesos brindan para el
descubrimiento del talento oculto. Una potencialidad superior a cualquier plan
de carrera, consultoría externa o simple afinidad y compadreo.
En
las empresas existen multitud de “robertos” que cumplen cotidianamente con sus
cometidos de forma razonablemente eficaz, pero de quien no se espera mucho más
en su vida profesional. Personalmente les confieso que desconfío por naturaleza
de quienes me exhiben su pretendido talento con desparpajo e insistencia. El
talento, el auténtico talento, siempre está oculto, dormido, esperando que
alguien le brinde una oportunidad de demostrar su valía. Existe en las clases
directivas, administrativas, comerciales y productivas de una empresa sin
distinción de sexo, edad o apellido conocido. La responsabilidad de quienes
dirigen los departamentos de las personas (léase RRHH) es articular los medios
y oportunidades para que pueda aflorar de forma natural y
espontánea.
Después
de muchos años de diseñar y desarrollar planes para el desarrollo de una
cultura emprendedora e innovadora en la empresa, he caído en la cuenta de que,
en realidad, mi trabajo consiste en articular estrategias para descubrir el
talento oculto y ponerlo en valor, tanto para la persona como para la empresa.
Al final, he llegado a la conclusión de que términos como Emprendimiento Interno,
Innovación, Mejora Continua, Reingeniería de Procesos y toda esa interminable
letanía, en realidad no son el fin, sino el medio para conseguir el auténtico
objetivo: descubrir el talento oculto.
Si lo piensan bien, la
escuela y la empresa son realidades paralelas. Tenemos profes y directores
malos y buenos, dubitativos y papanatas, leguleyos de la norma y lideres
natos, distantes y cercanos. Nos encontramos con colegas fraternales, cabritos
en crecimiento y diletantes por excelencia, trabajadores abnegados y vagos por
definición, delegados chivatos y comisarios políticos. Pero sobre todo, nos
encontramos con un estilo de hacer las cosas que va desde la mera rutina
rutinaria hasta el auténtico aprendizaje por resolución de problemas, pasando
por la penitencia irremediable del trabajo en este valle de lagrimas que nos
toca vivir. Ese estilo es el que decide el éxito o el fracaso, la mediocridad o
la excelencia.
7 comentarios:
Conozco algún que otro "roberto". Todo un mundo por descubrir.
Un abrazo.
My bueno José Luis. Yo, como Javier conozco a muchos Robertos y me resulta muy familiar toda la fauna que describes. Muy, muy bueno
Un abrazo
Hola Javi
Sí. es una constante....
Hola Fernando
Que conste que este post lo escribí pensando en ti y Javi porque al final, todo comienza mucho más atrás...
Cuidate
Una hstoria que evoca oteros tiempos y en dónde todos hemos conocido este talento oculto del que hablas
Muy buena simbología y paralelismos entre escuela y empresa
“El talento, el auténtico talento, siempre está oculto, dormido, esperando que alguien le brinde una oportunidad de demostrar su valía.”
Me has recordado a Becquer en el poema “El Arpa”
Ay pensé , cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!».
Un abrazo y buen finde
si, todo el mundo tiene un gran talento, pero esta oculto por que no parece importante que alguien desarrolle su talento.
sera posible cuando desaparezca el dinero...
Un saludo para el blog!
Publicar un comentario