Cuando
hablamos de cambio en cualquiera de sus manifestaciones, resulta cada vez más
frecuente citar al talento como uno de los actores más significativos del mismo
junto a la creatividad, el conocimiento y otros tanto palabros que han conseguido un lugar en la constelación de
las estrellas del business system.
Sin
embargo, el talento, aún cuando puede estar presente en cualquier proceso de
cambio, se encuentra más cómodo en el ámbito estrictamente operacional de las
organizaciones. El mundo de las tácticas, rutinas y procesos que pueden ser
desempeñados de forma sobresaliente por una persona que posee esa aptitud o
aptitudes necesarias para ello. En esta línea, resulta casi ridículo iniciar
una polémica en torno a la universalidad del talento en una empresa. Es
universal y punto.
Otra
cosa bien distinta resulta la acostumbrada tendencia de las empresas a
configurar el talento dentro de un esquema que podríamos llamar estamental. En
otras palabras, podemos reconocer el talento de un operario de mantenimiento
para limpiar la nave con su escobón, pero nunca se llegará a equiparar con el
talento del licenciado en químicas que controla la trazabilidad del producto y,
menos aún, con el responsable de estrategia que exhibe orgulloso su master por
tal o cual institución al uso. El talento opera en una estructura socializada
de naturaleza estamental o lo que es lo mismo, de castas cerradas.
Curiosamente, nunca se admite una división de poderes en la gestión de la
organización, pero sí se consagra la División del Talento como el mecanismo
perfecto para mantener separadas a churras y merinas.
Dicen
que el talento se hereda o se aprende. Dicho con otras palabras, los vástagos
de Kandinsky siempre tendrían mayores posibilidades de ser rutilantes artistas
que los de Popov, el panadero moscovita que suministraba el pan a su familia por otras señas. Incluso
podríamos llegar a la conclusión de que la vieja tradición de padres mineros
hijos a las galerías, era una acertada estrategia productiva antes que un
dudoso privilegio adquirido. Pero, dejándonos de bobadas, el talento
efectivamente se aprende en el seno de una organización en la mayoría de las
ocasiones y cuando eso no ocurre, pues ya se sabe, a silbar a la vía que hasta
Marx lo admitía a propósito del valor de la fuerza del trabajo. Otra cosa es el
talento de los responsables de la organización a la hora de ubicar a cada uno
en la actividad hacia la que presenta mayores aptitudes. Pero, ¿se ha
preocupado la organización de que esas personas cuenten con ese talento específico?
Por supuesto, me refiero a los responsables de la selección, contratación y
formación, es decir los RRHH.
Qué me
dicen de ese trending topic, que se dice ahora, de contratar para mozo de almacén
a un delineante o preferir a un
economista frente a cualquier otro candidato para cubrir un puesto de administrativo
rayón aprovechando la ley de la oferta y la demanda o lo que es lo mismo la
infinita bolsa de paro juvenil. Pero
claro, volvemos al concepto sesgado de talento y, sobre todo, a esa peculiar
lectura ibérica del talento adquirido a base de titulo y diploma, olvidándonos
de que el talento cuenta con un fuerte componente emocional o lo que es lo
mismo, el niño no aprende si no le da la gana – predisposición o disponibilidad
– por muy majete que sea el maestro y por mucha piscina climatizada que tenga
la escuela.
Esto
del talento es un mundo o, mejor dicho, es otro mundo y no quiero contarles si
introducimos en la ecuación al conocimiento, fruto del procesamiento
inteligente de datos e información derivados de la experiencia personal con el
entorno, ahí es nada. ¿Se imaginan el talento de un responsable de paletizado
en una plataforma logística? ¿Se imaginan el caudal de conocimiento que acumula
año tras año? ¿Sí? Pues imagínense ahora la frustración que acumula al ver
tanto talento y conocimiento ignorado y, en consecuencia, desperdiciado cuando
de resolver problemas y aprovechar oportunidades se trata.
La
División del Talento podría llegar a ser una extraordinaria estrategia dentro
de la organización siempre que se interpretara como factor de diversidad y , en
consecuencia, de eficacia en la respuesta a la multiplicidad de situaciones
inesperadas que se plantean, es decir problemas y oportunidades.
Si
la Inteligencia es múltiple, cómo no va serlo el Talento…
4 comentarios:
Un post inteligente. Pero a juzgar por los hechos no nos lo debemos de creer porque sinos fijamos en cómo va el país y la fuga de talentos en busca de oportunidades no debe de haber muchos. O está muy verdes.
Ya hace décadas entran ingenieros y personal de carrera en telefónica como electricistas e instaladores para acceder a puesto mejores. Con lo cual no había personal y tenían que formar nuevos cualificados. Hasta que por fin de dieron cuenta y empezaron a contratar gente de con esta cualificación de FP.
Algo estamos haciendo muy mal.
Un abrazo
Hola Katy
Como siempre, comentario certero.
Algo más que "algo" estamos haciendo o muy mal o simplemente no lo hacemos.
cuidate
Estupenda reflexión José Luis. Yo creo que el talento se aprende y no necesariamente tiene por qué ser en las empresas. El talento para mi es una retroalimentación de lo que ves y de lo que hicieron otras personas (no hablo de copia sino aprendizaje) El talento real no sabe no sabe de titulos sino más bien, como apuntas de predisposición, esfuerzo, bastante ilusión y gusto por el presente.
Pero....
Un abrazo
Y mientras compartimentemos la importancia del trabajo por la 'titulitis' al uso, y no por la eficacia y la actitud, seguiremos en las mismas...
En fin!
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