La
normalización de la innovación en los planteamientos estratégicos de las
empresas de este país no puede decirse que sea una asignatura pendiente ya que
se encuentra todavía en curso aunque las últimas valoraciones no resulten excesivamente
esperanzadoras.
De
igual forma, el avance de estas empresas hacia
la implantación de una cultura CTI (Corporate Total Innovation) tampoco
es una asignatura pendiente porque, salvo algunas excepciones, es una cuestión
que apenas se plantea cuando, en realidad, debiera ser la estrategia más
evidente y eficaz para consolidar el fenómeno de la innovación en la
organización.
Definir
el concepto de Innovación Total Corporativa resulta sencillo, pero quizás sea
más clarificador señalar fenómenos presentes en la empresa que pueden
convertirse en sólidas barreras para su desarrollo y normalización. En este
sentido, podríamos hablar de un decálogo anti CTI.
1.
Concepción de la innovación como un fenómeno de
raíz fundamentalmente tecnológica.
2.
Confrontación del concepto de innovación con las
necesidades operacionales como factor de riesgo.
3.
Disociación de la innovación con una cultura
general del cambio como fuente de valor sostenido.
4.
Escasa relación de la innovación con los
fenómenos de talento corporativo y emprendimiento interno.
5.
Ausencia de procesos de gestión del conocimiento
o, si los hay, sesgados de forma excesiva sobre componentes tecnológicos.
6.
Precaución y desconfianza de los cuadros
directivos hacia las consecuencias derivadas de procesos de innovación sobre
sus áreas de competencia.
7.
Limitación de la participación en los procesos
de innovación a personas de alta cualificación profesional.
8.
Gestión de la innovación como un fenómeno
corporativo circunscrito al departamento o área del mismo nombre.
9.
Ausencia
de métodos corporativos estandarizados que vehiculen los distintos procesos de
ideación, invención y desarrollo.
1. Implementación
de políticas de sugerencias, cajas de ideas y redes corporativas como medida de
participación del conjunto de las personas de la organización.
Curiosamente,
este conjunto de fenómenos afloran en empresas con una clara vocación de
innovación por lo que resulta aún más complejo llegar a superarlos. Empresas
que confían en la innovación como fuente de valor, pero que desgraciadamente no
llegan a concebirla como fenómeno total en el ámbito corporativo, perdiendo
irremediablemente un buen número de
oportunidades generadas en el contexto interno que podrían llegar a generar
valor con índices de riesgo controlado a corto y medio plazo.
De
todo lo anterior, es fácil llegar a una descripción comprensible del fenómeno
de la Innovación Total Corporativa entendiéndola como una cultura basada en el
conocimiento, talento y capacidades del
conjunto de las personas de una empresa dirigidas a la ideación y consecución
de estrategias de valor sostenido.
Sin
embargo, este planteamiento choca frontalmente con un modelo de empresa que,
pese a valorar la innovación como fuente de valor, no acaba de desembarazarse
de viejos modelos estables tanto en el campo organizacional como táctico.
Empresas que continúan centradas en el corto plazo con directivos centrados
casi de forma exclusiva en el ámbito operacional, concebido en términos de
probables y no de posibles. Organizaciones que, pese a reconocer a un área de
innovación en su esquema, mantienen una sólida estructura piramidal diseñada
para la gestión, pero escasamente dotada para el liderazgo, la responsabilidad
compartida y, en definitiva, la participación generalizada en la construcción
de futuro. Empresas, en fin, que podrían liderar y tan sólo se dejan llevar.
Pero
veamos un caso concreto…
Euskadi
se ha caracterizado por una apuesta decidida hacia la innovación en los últimos
años y que, pese a las adversidades del contexto general, intenta mantener. A
poco que estemos atentos a lo que se dice más allá de nuestros límites, todo
son alabanzas y hasta sana envidia. Sin embargo, debiéramos reconocer que pese
a haber alcanzado un collado en altura, aún nos resta encontrar la senda
adecuada hacia la cumbre. A poco que confrontemos a nuestras empresas con el
decálogo anterior, veremos que muchas de ellas encajan casi a la perfección con
todos y cada uno de sus puntos. No es un fracaso, ni tan siquiera un error,
simplemente una decisión estratégica que se ha mostrado positiva desde el
momento en que nos ha permitido situarnos en una posición de ventaja. Sin
embargo, los collados están para recobrar fuerzas y reflexionar sobre la
estrategia del ataque final a cumbre, nunca para recrearse en la hazaña conseguida.
La
reflexión debe ir acompañada de la acción y, llegados a este punto, cabe
recordar que contamos con una ventaja inapreciable frente a otros colectivos
que puedan encontrarse en la misma situación y que no es otra que el fuerte
componente identitario que nos caracteriza. Un componente que se ha expresado a
lo largo del tiempo a través de fenómenos tan elementales como el auzolan,
expresión de trabajo colectivo, voluntario y autogestionado, hasta las formulas
cooperativistas más sofisticadas que presenta nuestro tejido empresarial. Un
componente que nos habla de personas precavidas y reservadas, pero también .dotadas
de una gran capacidad para la asunción de un reto compartido así como para
identificarse inmediatamente con el colectivo que lo asume. En definitiva,
hablamos de algo que comúnmente resulta ser el obstáculo más solido y primitivo a la hora de implantar una
cultura de Innovación Total y que, sin embargo, lo tenemos superado de
antemano.
“Izena
duenak izana du”, reza uno de nuestros más antiguos dichos, “todo lo que tiene
nombre existe”. Esta ha sido nuestra estrategia ante un problema y es la que
nos ha permitido afrontarlo con precaución, pero siendo también conscientes del
enorme privilegio que suponía. El futuro no es blanco, ni negro. De momento
permanece gris como esos días encapotados frente a nuestras costas. Somos
nosotros quienes debemos decidir si es blanco, negro o, por el contrario, azul
porque, como dice también otro de nuestros viejos dichos: balin badut iguzkia
ezkoargiaz ez dut antsia (si tengo el sol, no me preocupo de la vela).
8 comentarios:
Como no se como van las empresas (ni creo que muchos a menos que sean empresarios) para el común de los mortales solo lo vemos en los resultados, opino con prudencia. O sea ni idea.
Pero lo que si se es que el Metro de Madrid está empapelado de la palabra innovación (Así que me acuerdo de ti)
Innovación y creatividad van de la mano y no se yo si hay mucho....
Un abrazo y buena semana
Hablaremos largo y tendido de esto cuando nos veamos en octubre (aunque quiza sea preferible de halar de lo humano y lo divino) . Buena reflexión. Un abrazo
No por conocido resulta menos interesante. Ahora bien, lo de Fernando es una locura. Me niego a sentarnos a una mesa para hablar de innovación.
¡Sacrilegio! :)
Un abrazo.
Hola Katy
Gracias por pasarte y por tus comentarios.
Cuidate
Hola Katy
Gracias por pasarte y por tus comentarios.
Cuidate
Fernando y Javier
Veo no hay quorum....
Pero siempre podremos hablar de la amistad...
Hasta pronto
Trato hecho.
Menuda reunión habéis montado con quedada y todo. Tomaros una copita a mi salud, porque soy la única que no entiendo de empresas pero me esfuerzo:-)
Un abrazo
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