Max Weber definió el
Estado como “el monopolio de la violencia legitima”. Salvando las distancias,
hay empresas que representan el monopolio de la inteligencia legitima. De
hecho, el uso o abuso de la Inteligencia Corporativa es lo que determina que
podamos hablar de Empresas Inclusivas y Exclusivas.
La concentración de
la inteligencia en una minoría privilegiada la convierte en legitima, generando
una estructura piramidal de acciones – reacciones presidida por un conocimiento
formal que todo lo domina y administra. En este tipo de empresas, pueden producirse
actos emprendedores que deriven en innovaciones de procesos, pero nunca acaban
convirtiéndose en conocimiento compartido y, menos aún, formal. Hablamos de
organizaciones sin alma, presididas por un nombre y una marca que puede generar
respeto y admiración en términos de dimensión y negocio, pero que jamás
protagonizarán actos de progreso y nunca serán ejemplos a seguir. Son mundos
seguros, predecibles, organizaciones que practican ciegamente la religión de la
certidumbre basada en los mandamientos de un mercado anacrónico y agonizante.
Son las Empresas Exclusivas, caracterizadas por el monopolio de una
inteligencia vertical y excluyente, empresas que aportan valor a medio plazo,
pero que jamás serán sujetos activos en el cambio de las culturas organizativas
y, menos aún, en los paradigmas de las relaciones económicas. Quizás algunos
ejemplos con nombre y apellido en nuestro país ayuden a identificar mejor el
prototipo: El Corte Inglés, Repsol, BBVA, Santander, Eroski y otras tantas que
se consideran tractoras de valor, pero que apenas aportan progreso y nuevos
modelos, es decir ejemplos a seguir.
El reconocimiento de
la existencia de inteligencias múltiples en una organización. La modelación de
una estructura organizacional basada en la optimización de esas inteligencias
en forma de talento. La articulación de flujos continuos a partir de la praxis
del conocimiento formal en forma de pensamiento estratégico que genere nuevo
conocimiento añadido. La existencia de equipos autónomos a quienes se reconoce
el valor de su emprendimiento y se toleran sus posibles errores como condición
para el éxito. La progresiva conformación de una cultura compartida expresada
en orgullo y cohesión. La aceptación de la existencia de dos frentes abiertos:
rutinas y problemas – oportunidades. La firme creencia en lo posible no en lo
probable. La asunción de la generación de valor estable como condición para
poder explorar la creación de valor diferenciado. Todas ellas son señales
que delatan una vocación definida, un objetivo esencial: ser diferentes,
condición irrenunciable para generar admiración y reconocimiento, traducida en
progreso que no es otra cosa que la creación de un nuevo modelo a seguir.
Hablamos de las Empresas Inclusivas, basadas en el reconocimiento de las personas
como su primer activo. Empresas que incluyen a todos y cada uno de sus miembros
en la construcción de su futuro en vez de excluir a quienes no se encuentran
cerca de la cúspide de la pirámide, olvidando que es la base quien confiere
estabilidad a la estructura.
La mayor parte de las
empresas que lideran el movimiento inclusivo se caracterizan por raíz
esencialmente tecnológica, pero la explicación resulta sencilla. En estas
empresas el trabajador medio presenta una alta cualificación, al tiempo que el
modelo de negocio exige sistemas abiertos y compartidos de conocimiento y
talento. Lo realmente difícil es encontrar empresas inclusivas de base
estrictamente productiva o dirigidas al sector servicios pero con una oferta
básica y apenas dotada de componente tecnológico. En estas empresas, la
pirámide de conocimiento y talento se encuentra fuertemente perfilada,
reforzándose con una estructura estamental que prácticamente dicta el destino
de las personas en términos de carrera profesional desde sus inicios en las
mismas. Sin embargo, son estas empresas quienes mejor podrían alinear
conocimiento y talento en términos inclusivos para la generación de valor. Son
ellas quienes presentan un mayor recorrido y ofrecen unas oportunidades de
valor oculto altamente significativas. Sin embargo, su principal problema
consiste en confundir gestión y liderazgo compartido. Generalizar el talento y
los flujos de conocimiento no implica debilitar las estructuras jerárquicas de
gestión, en todo caso las refuerzan con una mayor cohesión e identificación con
la organización. Suponer lo contrario, no demuestra otra cosa que ignorancia y,
sobre todo, un puritanismo empresarial trasnochado que constituye la principal
garantía en el camino hacia la mediocridad y la supervivencia basada en la
certidumbre.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo.
Por cierto, la última parte del artículo queda ilegible, la letra está oscura como el fondo.
No parece que sea una cosa de mi ordenador.
Un abrazo.
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