lunes, 26 de enero de 2009

INNOVACIÓN O INNOVACIÓN ESTRATÉGICA


Establecer diferencias entre una gestión de mejora continua e innovación resulta una labor compleja y más aún cuando circula el concepto de innovación incremental. De hecho, es prácticamente imposible a no ser por disquisiciones metafísicas o intereses gremiales de los consultores especializados en ambas áreas.
Pero establecer una diferencia de matiz entre los conceptos de Innovación e Innovación Estratégica puede llegar a ser tan complejo o más que el caso anterior. Sobre todo en un país que ya se le atraganta el concepto general y apenas si establece nexos entre una proyección estratégica y una política de innovación.
Cuando se trata de establecer las diferencias entre ambos conceptos, acostumbramos a recurrir a dos vías: la necesidad y los escenarios.
El concepto de necesidad es básico en cualquier propuesta de gestión del cambio. Pero cuando se aborda la difícil tarea de diferenciar las tipologías de innovación, acostumbra a ser un elemento clave. El discurso formal nos dice que la Innovación en cualquiera de sus variantes responde a una cuestión de necesidad, mientras que la Innovación Estratégica no requiere necesariamente, valga la redundancia, tal requisito. Sin embargo, resulta difícil explicar por qué se abordan procesos de Innovación Estratégica sin un componente de necesidad sentida. Pensemos en la necesidad imperiosa de una innovación estructural de la economía española o de la necesidad ineludible de una innovación estratégica del sector financiero. Es difícil encontrar un proceso de esta naturaleza carente de un factor de necesidad, por muy colateral que resulte.
La argumentación basada en escenarios no se encuentra con menos dificultades. De partida, existe un problema técnico entre los procesos de Forecasting y los de Prospectiva. Quien escribe es más amigo de posibles que de probables. Pero también debe añadirse que una cosa es la construcción de los escenarios de futuro en términos de oportunidades y otra muy distinta las directrices de los road mappings que articulan las acciones de presente y que no son otra cosa que sucesiones de innovaciones incrementales acompañadas quizás de algún hito radical.
La cuestión es compleja y no creo que estemos en posición de resolverla. Pero, también es cierto, que lo que está por llegar en los próximos años y nuestras respuestas a las situaciones planteadas ayuden considerablemente a clarificar las diferencias entre ambos procesos.
Mientras tanto, yo prefiero pensar que es una cuestión de convicción y tiempo. Convicción para emprender un camino de largo recorrido que genera un mayor grado de incertidumbre que una innovación convencional. Y tiempo como parámetro estructural.
No quisiera terminar este post sin pedir disculpas a quienes se hayan sentido aludidos por mis ideas en torno al sector bancario y la innovación que exprese hace ya unos días. Ya se sabe que en tertulias del tres al cuarto y blogs provincianos como este, las afirmaciones se amplifican más allá de lo empíricamente fundamentado. Pero de sabios es rectificar y, más aún, cuando personas de experiencia acreditada, como es el caso de Yanire Braña, te lo hacen ver.
En el negocio bancario, como en todo en esta vida, hay blanco, negro y gris. Existen buenos ejemplos de voluntad innovadora en el sector y así hay que reconocerlo. Aunque el color dominante sea el del conservadurismo.
Buen Día

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es difícil efectivamente establecer esa diferencia. Creo que la innovación y la gestión de la mejora continua son un todo. Pero la Innovación Estratégica y la Planificación son también dos momentos de un mismo proceso. Al fin y al cabo, la planificación no tiene sentido sino persigue cambio.
PL

Anónimo dijo...

Particularmente, pienso que prospectiva e innovación son la opción adecuada.
Glory

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