domingo, 20 de septiembre de 2009

TOO BIG TO FAIL


Too big to fail, demasiado grande para caer, este principio ha sido la patente de corso que ha manejado la banca comercial y financiera norteamericana durante largas décadas para constituirse como poder paralelo y establecer su propia legislación interna, tanto en operativa como en ética de negocio.
Este principio fue violado con la caída de Lehman Brothers hace ya un año. Pero, lejos de renunciar a la prebenda, la oligarquía financiera norteamericana ha vuelto por sus fueros dispuesta a convertir el antiguo principio en dogma de fe para los años venideros. La explicación es sencilla y tiene una doble vertiente. Por un lado, la deficiente estrategia a la hora de atacar al principio, basada más bien en las prisas y la oportunidad que en una seria y convencida necesidad. Y por otro lado, el inmovilismo de la administración americana primero y del conjunto de gobiernos afectados después, a la hora de plantear una innovación en la regulación del sistema financiero a nivel global.
La aceptación de la caída de Lehman tuvo el efecto contrario a la tesis pedagógica propuesta. El pánico se extendió como una pandemia amenazando con el retorno de viejos fantasmas, mientras la crisis de liquidez alcanzaba cotas difíciles de atenuar aún hoy en día. La gripe financiera acabó por enlazar con una depresión profunda de la confianza y, en definitiva, desencadenó las alteraciones en la analítica global que, hoy en día, todavía padecemos.
Too big to fail parece garantizar la perdurabilidad y autonomía de instituciones que tienen significatividad sistémica, pero la crisis ha venido a demostrar que esto es tan sólo parcialmente correcto. General Motors era también demasiado grande para caer, pero no sólo se desmoronó, sino que demostró que sectores ligados de forma directa al ciudadano no tienen la capacidad ni el poder de reacción para reafirmar sus principios. Una lección tardía del poder compensador.
La oligarquía se expresa como concentración de recursos y acostumbra a florecer en sociedades con taras o minusvalías democráticas en las que se observa un pernicioso maridazgo entre las élites gobernantes y empresariales. En estos términos, nadie podría pensar que EEUU fuera un firme candidato a la generación de oligarquías, pero, más allá de la leyenda democrática, un atento análisis confirma que es un paraíso de dimensiones más colosales que cualquier república bananera a la hora de engendrar estos fenómenos. La dislocación social, el bipartidismo a la antigua usanza, la prominencia de las grandes familias y una creencia absurda en el libre albedrio, generan el caldo de cultivo ideal.
¿Qué ocurre un año después del ataque al principio too big to fail?
Lehman Brothers reparte bonus por valor de 11. 000 millones este año. El año del G20 en Pittsburg, el año en que la FED parece empeñada en poner coto a la patente de corso. El año que aspiramos a dejar de vivir peligrosamente. Pero, desgraciadamente también, el año en el que las grandes corporaciones financieras se demuestran así mismas que continúan siendo juez y parte.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La ingenuidad todavía existe
Jm

R.B.Casares dijo...

Parecería que a mayor tamaño, más pronunciada la caída. La falta de regulación es, como vos decís, uno de los principales factores, creo que esto del libre albedrío es utilizado con este ya clásico pragmatismo anglosajón para dar rienda suelta a las grandes compañías. El sintagma libre albedrío parecería ser de por si autosuficiente para justificar cualquier clase de libertad porque, claro, a la libertad no se la puede tocar. Pero vamos..."para ser libres hay que ser esclavos de las leyes", no? Y lo que falta justamente son leyes que regulen, parecería que el famosos estado de derecho es solo una fachada y lo que realmente necesita ser regulado, ¡¡¡no lo es!!!! Entiendo tu impotencia, comparto la frustración, como diría Mariano José de Larra “En este país…”. Creo, que SIEMPRE uno de los grandes problemas de España fue ese dogmatismo testarudo, ese no cambiar las ruedas para adaptarse al terreno (también serviría como alegoría el evolucionismo darwiniano), por ese dogmatismo tal vez España no haya podido mantener sus colonias en América, por eso dogmatismo y terror-pánico a la Revolución Francesa, la patria española se vio sumamente atrasada cultural y económicamente, tildando de afrancensdos a los que pensaban diferentes; llamando, antes, a Góngora “culterano”, esa suerte de mote maliciosos que no solo consideraba la fe de Lutero como un insulto, sino que combinaba el campo de lo literario con algo que le es tan ajeno como la religión. Perdón por la extensión de lo que se supone sea un breve comentario, pero lo que me gusta de tu blog, José Luis, es que da qué hablar, y más importantemente, da qué pensar.

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