Ayer
tuve la oportunidad de compartir en Barcelona una jornada de trabajo con los
jóvenes empresarios familiares que participan en Relleu21, una “emprendedora”
iniciativa de Ceinsa. El título del módulo era “La Innovación como estrategia
de gestión” aunque, como ya anuncié al inicio de mi intervención, íbamos a
hablar de todo menos de “innovación”. Y así fue, reflexionamos, experimentamos
y hablamos de las Personas, su Inteligencia Estratégica, Creativa, Emocional,
su capacidad de generar Valor Interno en momentos de turbulencia y, en
definitiva, del Emprendimiento Interno como cultura organizativa de base para
cualquier manifestación del cambio, incluida la Innovación.
Tengo
que decir que fue un día satisfactorio en su balance final. Los jóvenes
sucesores de negocios familiares de toda la vida de Cataluña que allí estaban
se implicaron desde el primer momento y el resultado fue una jornada de trabajo
intensa y productiva. Pero (siempre hay un “pero” aunque en esta ocasión
identificado por los propios participantes) continuaron apareciendo esas
debilidades que tan frecuentemente apuntamos y que, de una forma u otra, acaban
por incidir negativamente en la generación de valor de un empresa.
·
Excesiva dependencia de las rutinas y tácticas
traducidas en procedimientos y protocolos como principal cuando no única línea
de acción de la empresa.
·
Baja capacidad de respuesta colectiva a los
problemas por ausencia de método y valoración real de su importancia
estratégica en la generación de valor.
·
Ausencia de cultura de la oportunidad
·
Inexistencia de cultura corporativa de trabajo
en equipos flexibles, multidisciplinares y organizados en estructura en red.
·
Baja valoración del talento corporativo y el
conocimiento experimental.
·
Mandos obsesionados por el control y la gestión
de las rutinas como única estrategia para el logro de cuentas de resultados
cuando menos aceptables.
En
definitiva, empresas adictas a la seguridad y la estabilidad que proporcionan
los ciclos alcistas, pero apenas preparadas para situaciones de contracción de
la demanda más allá de la pura y dura resistencia sustentada en el ahorro, el
recorte y la resignación de quien no se siente dueño de sus actos.
Si
hay que buscar culpables a semejante desaguisado, el momento no puede ser
mejor. Otra cosa no habrá en España, pero candidatos a culpable salen hasta de
debajo de las alcantarillas aunque ciertamente se resistan a aceptarlo. En
términos generales, los políticos son candidatos seguros por su desprecio a la
Educación en este país y su enfermiza obsesión por la manipulación de la misma
en beneficio propio. La clase empresarial, en términos generales, tampoco debiera escabullir el bulto con sus
bajas pretensiones de futuro, su obsceno fetichismo por la gestión burocrática
y su simpleza provinciana a la hora de percibir el valor de las personas en sus
organizaciones. Los grandes banqueros también tienen su parte aunque es difícil
reconocérsela con su extraña habilidad para pasar desapercibidos en un país
donde se ha hecho y deshecho sólo lo que ellos han querido. Pero, sobre todo,
los auténticos culpables han sido los millones de ciudadanos que hemos permitido
la degradación constante de algo tan básico y esencial como la Educación. No
hablamos del Derecho a la Educación, perversa trampa de políticos del tres al
cuarto. Una cosa es el derecho y otra el hecho. Y el hecho es que nuestro
sistema educativo, desde la tierna infancia hasta la juventud universitaria es
simple y llanamente infame.
Unos
y otros hemos conseguido que, pese a la existencia de miles de educadores
convencidos y enamorados de su labor, existan cientos de miles de “trabajadores
de la enseñanza” que acuden cada día a su trabajo con el encargo de repetir una
vez más ese viejo programa que no lo soportaría ni Prim, mal pagados, mal
considerados y tremendamente resabiados.
El
asunto no es intervenir en un presente difícil de cambiar, sino trabajar por un
futuro más que posible de lograr. Pero hablar de futuros a un político español
heredero de la Transición es como acudir de cuero sado maso a una plenaria de
la Conferencia Episcopal. Simplemente no tiene sentido plantear algo que no va
a rendir réditos inmediatos a alguien que vive al día, quizás al mes y se le
aprietas al cuatrienio, pero que es incapaz de ver más allá.
Como
ven, todo esto ha empezado en una tranquila de mañana de junio en el barrio de
Gracia y ha acabado donde acaban últimamente todas las cosas en este país, es
decir en la Dictadura de la Mediocridad que han construido los herederos de los
timoneles que guiaron eso que llamamos la Transición Democrática.
Pero,
saben ustedes, hace tiempo que el señor Herbert Spencer dejó de tener su lugar
en mi humilde biblioteca. El darwinismo social es una forma de empirismo
ingenuo que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. La existencia de
los ricos se justifica con la sana y selectiva competencia natural que
desemboca en la supervivencia y triunfo de los más aptos. Pero ni el ingenioso
Spencer fue capaz de encontrar una justificación para la posición de
preeminencia de los “herederos”, individuos que no han pasado por ese sano
proceso de selección ni por asomo.
Hablando
en plata, estos políticos que ahora sufrimos son “herederos” y como tales no
han demostrado nada, salvo su mediocridad y en algunos casos, una curiosa
debilidad por el dinero ajeno, es decir ciudadano. No debemos nada a esta casta
de sátrapas modernos. En todo caso, nos los deben prácticamente todo, empezando
por explicaciones, continuando por penitencias y terminando con una milagrosa
desaparición en la nada.
Al
menos, me queda el consuelo de que los herederos con los que ayer tuve el
placer de compartir mi jornada, son conscientes de que han tenido un punto de
fortuna y oportunidad que ahora deben aprovechar trabajando duro y, sobre todo,
emprendiendo.
6 comentarios:
Me quedo con esta joya: "...es como acudir de cuero sado maso a una plenaria de la Conferencia Episcopal".
Si ahora nos ponen una foto de estas no creas que habría muchos que se extrañarían. Están empezando a aparecer demasiados trapos sucios :)
Un abrazo.
Lo esperanzador es que las nuevas generaciones no tragarán con modelos caducos. Al menos eso espero.
Un abrazo
Tan realista como deprimente, soy una eterna luchadora en contra del tradicionalismo, en contra de esa constante que representa una frase repleta de vacío... "es que siempre se ha hecho así"
Gracias por estas líneas, un saludo.
Hola Javier
Sí, es mejor quedarse con la parte jocosa porque si no...
Cuidate
Hola Fernando
bueno, esperemos, no se yo...les hemos hecho excesivamente conformistas en el bienestar...
Cuidate
Hoa Azmy
Gracias por pasarte.
Sí, es un poco deprimente, pero de momento no hay capacidad de reacción en la sociedad española...deberemos esperar..
Cuidate
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