Domingo 1 de julio, 11´30 pm, Getxo, Vizcaya.
Después de disfrutar con un increíble partido de la selección española de futbol en la final europea, salgo a pasear con mi Bodeguera Andaluza a un parque cercano donde puede disfrutar correteando de un lado a otro. Al volver a casa, observo como un coche aparca precipitadamente y salen cuatro jóvenes mal encarados dirigiéndose a la entrada de la estación de metro cercana. Segundos después, escucho gritos: ¡Cobardes! ¡Cabrones! ¿Pero cómo podéis hacer esto con un niño delante? Me acerco y me encuentro con una escena que ya me temía… Un hombre con claros signos en la cara de haber sido agredido violentamente y, junto a él, su hijo de diez años vestido con la camiseta de la selección española. Escucho gritos algo más adelante y antes de poder reaccionar, una tromba de jóvenes con camisetas de la selección de Euskadi y otros signos nacionalistas pasan huyendo junto a nosotros, algunos de ellos nos insultan sobre la marcha y hasta amenazan al niño que ya comienza a quitarse la camiseta de la Roja. Nos acercamos a la estación, un coche de la Policía Urbana y otro de la Policía Vasca, un joven con la camiseta de la selección española increpa al municipal: ¡Me han pegado y tú mirando! Comienzan a llegar jóvenes y vecinos con camisetas de la Roja y banderas españolas, aparecen nuevos jóvenes radicales, insultos, crece la crispación, el coche de los ertzainas ha salido en persecución de los agresores, el policía municipal apenas si puede contener a ambas partes, llegan más vecinos y finalmente los radicales deciden emprender la retirada…
Vuelvo lentamente a casa y recuerdo que el día anterior leía en la prensa local como el inteligentísimo Diputado General de Vizcaya afirmaba que esperaba un 0- 1 a favor de Italia en la final después de que los alemanes le fallaran en el pasado. Quizás alguien debiera recordarle a este señor que es un simple asalariado al que se le paga religiosamente cada mes para que represente y respete al 100% de los vizcaínos, no sólo a los ancianos de su partido y que, en consecuencia, en privado tiene derecho a opinar lo que quiera, pero en la esfera pública debe ganarse el generoso salario que le pagamos.
Acabo de presenciar un acto más de ausencia total de inteligencia por parte de personas con las que me veo obligado a convivir cada día. Soy consciente de que su respuesta sería algo así como “pues vete a hacer hostias a Burgos, ¡españolazo de mierda!” Por si no lo sabían, el término utilizado es “españolazo” y se atribuye a toda persona o cosa que no comulgue estrictamente con sus deseos y empleo este término porque hablar de ideas no viene a cuento en mentes que apenas han pasado más allá del estadio de desarrollo del feto.
El término “españolazo” es una actualización de aquellos hirientes epítetos que ya se inventaron hace décadas en estas tierras: maqueto, coreano… Pero su uso se ha generalizado más allá de los inmigrantes recién llegados a un País Vasco – Euskadi- Euskal Herria o cómo coño se diga. Ahora “españolazo” puede serlo cualquiera, da igual que haya nacido en esta tierra maltratada, acumule doscientos ochenta apellidos vascos, haya escrito una tesis doctoral sobre el cultivo del mango en tiempos de los banderizos o simplemente aspire a vivir en paz.
No, ni voy a tildar a esta gente de fascistas, ni voy a remontarme al origen maqueto de la señora esposa de Sabino Arana en lo suyo juaristiano. Mi vida es más importante que todo eso. Mi inteligencia no me perdonaría ceder a la tentación. Quizás acabé marchando de aquí, quizás alguien escriba una barbaridad en los comentarios de este post, quizás decida dedicarme al cultivo del malvavisco o me entregue a la causa de los gorilas de montaña. Pero, una cosa es cierta, la Vida no me pillará sin haberla vivido intensamente, sin haber aprendido de mis errores, sin haber buscado más allá de estos cuatro valles, sin haber renunciado a cualquier tipo de violencia por un trapo de color y cuatro idioteces trasnochadas, sin haber entendido que chorizos los hay en todos los lugares pero que también existe gente que necesito descubrir, sin sentirme orgulloso de haber llegado hasta aquí sin imponer a nadie aquello en lo que creo, sin esa necesidad constante de aprender del otro.
No, no voy a caer en la tentación porque bastante tiene esta gente con lo que les espera, un final de sus días vacío, una agonía sin recuerdos, una muerte solitaria…
13 comentarios:
Comprendo muy bien tu reacción, pero no dejes que los árboles te impidan ver el bosque. La especie humana es mejor de lo que algunos de sus representantes se empeñan en demostrar. Y desgraciados hay en todas partes. Ayer mismo alguien me retuiteó improperios de un elemento que en el anonimato de la Red vociferaba contra catalanes, vascos, valencianos, mujeres, comunistas, homosexuales y no sé que más, "con dos cojones y por la gracia de Dios", así, con estas palabras. Y el tio tiene 6 mil seguidores...
Por suerte, siempre nos quedará Berlín.
Un abrazo
Hola Astrid
Tienes razón, no hay que perder ni medio segundo...
Y, además, siempre quedará Berlin, de momento me voy para Munich que tampoco está nada mal
Bueno, hace años una jovencita de 20 años pisó este país y dijo no entender que la gente se pegara y se declara la guerra por un trapo. Y me refería a las banderas en general, del mundo mundial. Y fue un escándalo. Hoy lo leído aquí.
¿Como se puede hacer algo así cuando se habla de libertad?
Pobre chiquillo, pegar al padre unos energúmenos porque el niño llevaba la camiseta roja.
Cuanto odio
Como siempre lo has bordado.
Me pregunto ¿Volverá el juicio y la cordura a las cabezas. Hablamos A de Europa y hay quién quiere convertir a ese gran pueblo en un gheto.
La palabra clave es RESPETO y no lo hay ni en unos ni en otros.
Bss y buen viaje a Munich
Hola Jose Luis:
Suscribo todas y cada una de tus palabras.
Sí que quiero añadir, que confío en que este tipo de sucesos comiencen a ser rescoldos de un pasado que nunca volverá.
La civilización algo tiene que conseguir en esto de la convivencia. Digo yo.
Un abrazo.
Como dice Astrid, cafres hay en todas partes. El pegar a alguien delante de su hijo me parece de una vileza tremenda. No obstante, yo como Javier espero que estos hechos sean rescoldos del pasado, pero siempre hay imbéciles que prefieren generar odio y restar que sumar.
Un abrazo
Aunque llevo tiempo siguiendo tu blog nunca me animé a comentar nada, principalmente porque entro aquí para aprender.
Pero esta vez sí me gustaría decir que opinar tan claramente sobre hechos como los que describes no es perder el tiempo. Es difícil que otro tipo de mensaje entre en unos cerebros con tan escasa sustancia gris, pero es peor callar o mirar hacia otro lado.
Hola Katy
Cuando ocurren estas cosas, existen dos interpretaciones, alguien las provoca sutilmente o todos nos hemos vuelto idiotas...Elige...
Cuidate
Hola Javier
Pues sí, se supone que somos todos civilizados aunque quizás habría que definir qué significa hoy día "ser civilizado".
Cuidate
Hola Fernando
También de acuerdo contigo, menos mal que hay quienes como tú trabajan por permitirnos el lujo de unas horas sonriendo.
Cuidate
Antonio
Gracias por el seguimiento y por tu comentario.
Sí, puede resultar una perdida de tiempo si pensamos en los CI - 0 pero nunca debemos renunciar a expresar nuestros sentimientos e ideas.
Cuidate
José Luis, lamentable historia, y lamentable realidad.
Coincido contigo en que no podemos dejar que las excepciones condicionen a la mayoría, y mucho menos que unos pocos estúpidos nos roben la ilusión y las ganas de hacer de este país un sitio mejor.
Un abrazo
Hola Eugenio
Gracias por pasarte y por tu comentario.
Cuidate
Pues no me sorprende nada. La miseria moral que, durante años, se ha dedicado a sembrar esta gente no va a desaparecer así como así, por mucho que, políticamente, se vistan de corderos. La falta de inteligencia es un problema grave: no van a entender y los tontos, no son pocos.
Un abrazo
Lidya
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