Es
habitual hablar del talento en la empresa, su reclutamiento, gestión y
retención, pero rara vez nos referimos al TALENTO DE LA EMPRESA.
No
es lo mismo “en” que “de”. La primera preposición denota localización mientras
que la segunda nos habla de posesión y pertenencia. En definitiva, no es lo
mismo contar con talento en la empresa que poseerlo y, al mismo tiempo, tener
un sentido de pertenencia compartido.
Aquellas
empresas que localizan talento acostumbran a percibirlo como el conjunto de
habilidades y competencias que permiten gestionar los procesos de forma
eficiente y eficaz. En otras palabras, realizan una lectura peculiar que
conduce a un despilfarro de ese talento en el único y exclusivo cometido de
asegurar que las rutinas se cumplan y, como decía el castizo, todo va como la
seda. Son organizaciones acostumbradas a la gestión brillante, a menudo
confundida con liderazgo. Empresas que entienden el talento como algo
circunscrito a quienes deben tomar decisiones o, como mucho, influir en los
procesos, pero nunca extendido al conjunto de sus personas porque, al fin y al
cabo, para qué se necesita talento en los procesos estrictamente productivos,
controlados y reglados o incluso en aquellos procedimientos de gestión y
administración que no son otra cosa que simples rutinas. No es por tanto de
extrañar que los procesos de selección se caractericen por su total y absoluta
arbitrariedad, externalizando aquellos que afectan a puestos de responsabilidad
o ejecución compleja y reservando al departamento de RRHH los relacionados con
la ejecución rutinaria. En otras palabras, aunque ni lo sepan, ni lo admitan,
son fervientes defensores de lo que podríamos calificar de auténtico darwinismo
laboral.
Con
estos antecedentes, no es de extrañar que estemos hablando de empresas de
segunda generación en lo que a su nicho de especialización se refiere. Surgen
cuando el escenario de actividad ya se encuentra colonizado y normalizado con
lo que su única condición de éxito radica en la eficacia y eficiencia,
combinada con índices de calidad contrastados que la convierten en una empresa
buena y fiable.
Alguien
podría decir y qué más quieres en los tiempos que corren. Ciertamente no es una
opción desdeñable que muchos para sí la quisieran si no fuera por el pequeño
detalle de que hablamos de organizaciones que publicitan a los cuatro vientos
su compromiso con las personas, su talento y su apuesta decidida por la
innovación y el emprendimiento convirtiéndolas en zarandajas baratas que apenas
ya sólo las creen y comparten sus homónimos en el juego.
Y es
que tener talento en la organización está al alcance de cualquiera. Antes se
necesitaba caja, reputación o buen hacer, pero ahora no están los tiempos para
refinamientos o lo que es lo mismo, estamos asistiendo a la perdida de toda una
generación en términos de talento, pero también al encumbramiento de un modelo
de empresa basado en la seguridad de la rutina y la tolerancia cero con la
asunción de riesgos aunque estos no sean estrictamente financieros y esto
último es lo realmente sangrante y dramático en un escenario rebosante de
oportunidades y problemas que podrían convertirse en grandes esperanzas.
El
talento de la empresa no depende de la persona, sino de la voluntad de las
personas en trabajar por un reto común no conseguido que no habla de cifras, ni
de riesgos y menos aún de productividad o resultados porque todo ello se da por
sobreentendido. Contar con cien personas con talento no es lo mismo que tener
una empresa de cien personas alineadas con el talento. Lo primero puede
conseguirse con dinero e imagen, lo segundo resulta tremendamente más complejo
y necesita de la comunión de múltiples factores como un sólido liderazgo
trascendental, una firme creencia en la potencialidad de las personas más allá
de las rutinas y obligaciones, un equilibrio emocional maduro y compartido que
acabe con viejos clichés y absurdos tabúes , así como una nueva filosofía en
los procesos de selección y formación, un cuerpo metodológico común, una red de
conocimiento activa y, en definitiva, una firme creencia en NO QUERES TENER A
LOS MEJORES, SINO SER LOS MEJORES.
Buenos días, tardes o noches, pero recuerden, el talento ni se compra, ni se vende, tan sólo se hace crecer.
7 comentarios:
Ni más ni menos. No hay otra.
Un abrazo.
Es que la única opción es la segunda. Tener cien personas o las que sean alineadas con el talento es quizá la tarea más compleja y difícil, pero quizás la única vía de excelencia.
Por intentarlo (aunque sea con imperfecciones) que no quede.
Un abrazo
Genial frase:
"Buenos días, tardes o noches, pero recuerden, el talento ni se compra, ni se vende, tan sólo se hace crecer."
Un abrazo
Pues eso Javi!
cuidate
Hola Fernando
La perfección es un punto en el vacio, sin más, pero permite marcar la línea.
Cuidate
Hola Katy
Gracias, efectivamente, es como un huerto.
Excelente post. Gracias por compartirlo. Salu2!
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