lunes, 7 de julio de 2008

BLANCANIEVES Y LOS G8


Los G8 se reúnen una vez más y es quizás una de las noticias que pasan más desapercibidas. Ni creemos, ni confiamos, ni nos fiamos de las bondades que pueden resultar de estos happenings. Dicen que van a abordar, una vez más, la crisis del petróleo, la situación financiera y la crisis alimentaria, entre otras cosas.

¡Claro! ¡Cómo no se nos había ocurrido antes! Menos mal que les tenemos a ellos para velar por nosotros. Hasta creo que habría que cambiar aquello de “cuatro esquinitas tiene mi cama…”, ahora tendrían que ser ocho.

Y es que no es para menos la broma. Imagínense el escenario: una montaña japonesa rodeada de más de 20.000 policías por lo que pueda pasar. Qué decir del plantel de actores: un tejano pasado de todo que recibirá una tartita con velitas por servicios cumplidos, el gallito ruso que está cada vez más pesado en su empeño por aparecer el primero en los créditos de pantalla, una Angelilla mosqueadisima con la Roja, pero que pasito a pasito va recuperando puestos, el comediante francés y sus gags, el trasplantado capilar y el anfitrión que le están creciendo los chinos hasta en la sopa de aleta de tiburón.

Efectivamente: una película de terror de serie B donde ya sabes quién es el asesino desde que le compras la entrada a la rubia oxigenada de la taquilla.

Acostumbro a ser un optimista, pero en este caso creo que soy un optimista mal informado, es decir un pesimista. En una época en la que el liderazgo hay que buscarlo en los libros de Historia y que, como mucho, tenemos populistas de zarzuela que se otorgan ese nombre en el cono sur, poco más se puede esperar de una reunión de este tipo. Como mucho, encomendarse al cielo y rogar aquello de “Virgencita que me quede como estoy…”

Y es que, ya se sabe: Reunión de pastores…

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