El bosque nos impide ver el árbol…
Quizás sea ésta la forma más gráfica de abordar un episodio
pendiente en un gran número de empresas: la innovación de los Recursos Humanos.
Hablamos una y otra vez de la Innovación sin detenernos por
un momento a reflexionar sobre la base en que debe apoyarse ésta o cualquier
otra expresión del cambio en las organizaciones y que no es otra que el
conjunto de las personas que la integran.
La Innovación, entendida de forma global, es el vehículo,
pero una máquina que necesita conductores experimentados en la conducción por
rutas desconocidas. No sabría decir si el cambio en cualquiera de sus
expresiones necesita un 90% de actitud y un 10% de aptitud o un cincuenta y
cincuenta, pero una cosa es cierta, necesita de personas con actitud y aptitud
y, a ser posible, del mayor número posible de ellas.
Pero, ¿quién potencia esa actitud?, ¿quién ayuda a
desarrollar esa aptitud?
Una organización debe saber cómo actuar de forma eficaz
tanto en la gestión de sus rutinas diarias como en la resolución de los
problemas. Si sólo hace una de estas dos cosas, simplemente desperdicia sus
oportunidades, su conocimiento y talento y, en definitiva, puede no perder,
pero no generará todo el valor de que es capaz.
Gestionar la Innovación al margen del área de RRHH no puede
ser otra cosa que la constatación de un fracaso anunciado o, al menos en el
mejor de los casos, una iniciativa desarrollada al amparo de una visión parcial
y sesgada del auténtico potencial de la organización para la generación de valor.
Es importante saber seleccionar, contratar, formar,
conciliar o administrar, pero ¿de qué sirve contar con un Ferrari si tan sólo
lo utilizamos al 50% de su potencial?
Si el área de RRHH sigue centrada exclusivamente “en sus
cometidos”, querrá decir que la empresa considera vital la salvaguardia de la
eficacia en los procesos normalizados, pero no quiere o no sabe alcanzar la
auténtica excelencia que supone saber obtener lo mejor de cada persona en términos
de talento.
Puede existir un área de Innovación, pero nunca llegará a
ser nada sin el concurso y estrecha colaboración de los Recursos Humanos. Nunca
llegará a alcanzar una implicación y complicidad global en el conjunto de la organización
o lo que es lo mismo, nunca será parte del alma de la empresa.
3 comentarios:
Pues acabo de sufrir una inenarrable experiencia con el departamento de "personal" de la Santa Casa.
Ya te contaré.
Un abrazo.
El problema es que eso de RRH, recursos humanos, desarrollo de personas o como se quiera llamar sigue pintando muy poco (salvo cuando hay que recortar) Así que de innovación ni hablemos.
Un abrazo
Por cierto Javier, ya me contarás.
¿De qué sirve contar con un Ferrari si tan sólo lo utilizamos al 50% de su potencial?
Me gusta, pero una vez un sabio me dijo:
"Hay que aprender a arar con los bueyes que se tienen"
Y no debe ser nada fácil enseñar a determinados bueyes conducir un
Ferrari...
Pero si que debe haber alguna posibilidad.
Un abrazo
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