Vivimos tiempos en los que el significado y la construcción de conocimiento
pasa por una de sus horas más bajas aunque aparentemente la exposición al
desbordamiento tecnológico debiera haber producido el efecto contrario. Sin
embargo, nunca antes había sido tan sencillo desvirtuar la realidad y además
hacerlo de forma totalmente convincente para aquellos que supuestamente somos
protagonistas de la misma.
En estos tiempos,
las palabras pierden su significado y precisión semántica para convertirse en
simples argucias y retruécanos retóricos. “Hay muchos que siendo pobres merecen
ser ricos, y los hay que siendo ricos merecen ser pobres” decía Quevedo. Ahora
podríamos decir que “hay muchos que siendo inteligentes merecen demostrarlo, y
los hay que siendo tontos merecen decirles que ya lo han demostrado”.
El término Gestión
del Talento, sin llegar a ser trending topic, alcanzó cierta popularidad al
igual que aquel otro de Gestión del Conocimiento aunque, por supuesto, sin
llegar a los grados desbocados de la Innovación
y toda la parafernalia de grandes dones, bendiciones y beneficios que
estaba llamada a generar. Después llegó Lehman Brothers, el outlet del
ladrillo, Rinconete y Cortadillo y el enigma de las tarjetas opacas, el milagro
de los peces y panes en tropecientos mil ayuntamientos y todas esas cosas que
nos han convertido en un país de humillados. Y la pregunta que algunos nos
hacemos es: ¿dónde quedó el Talento y el Conocimiento? Por la Innovación y el
famoso Emprendimiento ni preguntamos.
Si hay que hacer caso al
sentido común que nos dice que el talento reside en las personas, entonces
tenemos cinco millones de talentos en standby y mas de quince millones
sufriendo las desigualdades del talento.
LEER MÁS
No hay comentarios:
Publicar un comentario