Sí, han leído
bien, “tontabilidad” aunque no entendida como la contabilidad de tontos de la
organización, sino como el arte de
hacerse el tonto en la organización.
Siempre que
hablamos de Talento y Empresa, de una forma u otra, acaba apareciendo la figura
de quien, lejos de ver como una oportunidad la gestión del talento en la
organización, tiende a percibirlo más bien como una amenaza o, en todo caso,
una molestia.
Quizás, antes de
llegar a ese punto, habría que definir qué entendemos por “talento” en el contexto
de la empresa.
El talento
siempre ha estado considerado como algo inusual, poco frecuente, especial. Sin
embargo, en el contexto de la empresa, el talento es natural, frecuente y, en
definitiva, común a todas sus personas. Pero esta concepción corporativa del
talento sólo puede entenderse desde la óptica del valor y, de forma más
concreta, de las condiciones que debe cumplir la empresa para la generación de
ese valor.
Piensen por un
momento en conocidos deportistas, literatos, pintores o actores. Efectivamente,
cuentan con un inmenso talento, pero ¿sería su talento útil para una empresa de
conservas, logística o de derivados del flúor? Me temo que no, salvo en lo
referido a su imagen.
Cuando hablamos del talento en la empresa, hablamos
de habilidades y competencias notables, pero siempre enfocadas a satisfacer las
necesidades de la misma en términos productivos y de generación de valor. LEER MÁS
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