jueves, 23 de octubre de 2008

ANTONIO FLORES, UN HOMBRE BUENO


Quizás alguien pueda calificar de frivolidad hablar en un blog dedicado a la innovación de Antonio Flores y de la familia Flores en general, pero no solamente pienso que es el lugar idóneo, sino que también el hijo de la Lola se lo merece.
De igual forma que es importante defender la universalidad de la Inteligencia Creativa más allá del estrecho círculo de los genios y artistas, es obligado volver frecuentemente la mirada hacia ellos. Y en este mirar de reojo hacia atrás me he cruzado con Antonio Flores al escuchar la vibrante versión que su hermana Rosario y sus amigos hicieron de No Dudaría recientemente en el Liceo de BCN.
Antonio González Flores nació un 14 de noviembre de 1961, el mismo día que hizo lo propio Mozart en 1719. No sé si llegó cantando, pero casi podría asegurarlo, tal y como él recibió a su Alba años más tarde.
Antonio González Flores murió el 30 de mayo de 1995, el mismo día que Mikhail Bakunin decidió ser conciencia pública. No sé cuáles fueron sus últimos pensamientos, pero estoy seguro de que se despidió cantando.
Tuve la oportunidad de conocer a Antonio en la primavera de 1989. Fue algo totalmente casual, un encuentro rápido en el Zoo de Madrid. En aquellos momentos, lo único que sabía de Antonio Flores eran los lugares comunes: La Faraona, El Pescaílla, Lolita, una Rosario que yo siempre recordaré arrancándose por bulerías descaradamente en la casa familiar y poco más. Pero el breve encuentro movió mi curiosidad y poco después conseguí Antonio, Al Caer el sol y Gran Vía. Y después de escuchar sus canciones, una y otra vez, mientras conducía por aquellas carreteras huérfanas de radares todavía, empecé a entender a un hombre que me desconcertó en aquel encuentro madrileño. Desconcierto porque pocas veces antes había conocido a alguien tan sensible y atormentado, amante y naufrago de la vida a un tiempo.
Un par de años después tuve la oportunidad de volver a hablar con él muy brevemente, apenas unos minutos. Sus ojos continuaban buscando sin encontrar y sus manos perseguían formas en el aire. No, no era un juguete roto como algunos pretenden. Era un buscador del Agua de la Luna.
Antonio González Flores, un hombre bueno, una inteligencia creativa diferente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias
R.

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