jueves, 27 de agosto de 2009
PAGA - NOS
El castillo de MountRaff había estado sitiado por los enemigos durante tres largos meses, las provisiones escaseaban, hasta el punto de que ya sólo quedaban tres sacos de grano. Una vez que estos se acabaran, la guarnición estaba condenada a morir de hambre o rendirse con el riesgo de ser pasados por las armas.
Si fueras el conde al frente del castillo, ¿qué harías?
Evidentemente, no hay muchas opciones. Rendirse, morir de hambre o bien administrar cuidadosamente las reservas con el único fin de prolongar la agonía.
Sin embargo, todas estas alternativas parten de un mismo planteamiento del problema en base a la consideración de la comida como nutriente esencial.
Pero, ¿qué ocurriría si variamos el planteamiento?
La comida, lejos de ser considerada un nutriente, podría ser un valor simbólico o estratégico. En este caso, una posible alternativa podría ser quedarnos con dos de los sacos y arrojar el tercero por las murallas en señal de desprecio. Los enemigos podrían desmoralizarse y hasta decidir retirarse.
Adivino lo que están pensando: "el enemigo no es tonto".
Quizás, pero también cabe la otra posibilidad. De hecho, existen tres situaciones similares culminadas con éxito y documentadas en la historia. Hasta P. Cornwell utiliza esta alternativa en una de sus sagas sajonas.
En cualquier caso, el problema puede ofrecer distintos planteamientos y, en consecuencia, distintas alternativas. En esto radica el comportamiento estratégico en tiempos de crisis. Planteamientos múltiples que den lugar a alternativas múltiples.
El gobierno español continua con su planteamiento univoco en relación a la crisis. Como mucho, las divergencias se producen a nivel interno entre los técnicos que aconsejan prudencia a la hora de abordar reformas tributarias y los duros del partido que insisten en las políticas sociales caiga quien caiga.
El planteamiento es univoco, el dinero, la demanda, los parados como factores que actúan de forma independiente y descontrolada en un ciclo infernal frente al que sólo se puede aspirar a inyectar dinero público como forma de alargar la agonía.
La sinceridad, la osadía electoral, el lanzamiento de un compromiso equitativo, los proyectos a largo plazo basados en la educación y otras muchas posibilidades, escapan a los cálculos de una clase política acostumbrada al corto plazo y que hace muchos años que ha olvidado el carácter posibilista de su oficio.
Rendiremos el castillo y nos pasarán por la piedra.
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2 comentarios:
Pues no tengo otra cosa que decirte que me has impresionado.
Directo y realista, visto lo visto.
Un saludo
great blog keep up the good work
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