El principal escollo para el desarrollo de procesos creativos en busca de innovación es la INCERTIDUMBRE.
La incertidumbre ante el cambio que se avecina, fruto de la aparición de un problema o identificación del mismo como una molestia y, en consecuencia, resistencia a enfrentarse al mismo. En cualquiera de los dos casos, esta incertidumbre se traduce en una actitud emocional activa: MIEDO.
Generalmente este miedo se asocia con la aversión a tomar decisiones que impliquen riesgo, pero esta es una suposición errónea. La aversión no es al riesgo sino a la PERDIDA.
El término perdida tiene un sentido polisémico según quien lo interprete: para el pequeño ahorrador supone la confianza en títulos públicos frente a otras opciones financieras más volubles; el empresario lo entiende en términos de cuota de mercado, resultados anuales o simplemente fracaso; el asalariado siempre lo enfoca desde la inseguridad de su puesto de trabajo o, en el mejor de los casos, pérdida de poder adquisitivo; un mando intermedio puede visualizarlo como pérdida de poder, influencia o control sobre sus subordinados; el político lo identifica irremediablemente con pérdida de cuota electoral, poder de decisión o simplemente poder y así sucesivamente.
El miedo es un buen negocio. Entidades financieras, aseguradoras, empresas de seguridad, hay múltiples sectores que se benefician de este componente genético. Cuando alguien contrata un seguro del hogar no lo hace pensando en el fuego o el robo, sino visualizando los bienes que puede perder. Cuando una empresa despliega nuevos procesos operativos, la resistencia no viene derivada del miedo a lo desconocido, sino de la posibilidad de perder rango, influencia o simplemente reputación popular.
El miedo es también una buena estrategia empresarial utilizada sobre el cliente cuando no se puede competir sobre nuevas tendencias. Yo acostumbro a llamar a esto el Modelo MID: MIEDO – INCERTIDUMBRE – DUDA. Microsoft practica MID todos los días frente al riesgo que supone un sistema operativo abierto como Linux que avanza posiciones no por estrategia de mercado, sino por valor tecnológico.
El miedo es una estrategia política de primer orden que vemos utilizar a los partidos de forma continua, sistemática y, en muchas ocasiones, irresponsable. Cuando un dirigente debe convencer a su pueblo de la inevitable senda del conflicto armado, sabe que hay una regla de oro que siempre debe cumplirse: construir un enemigo. De hecho, los ataques terroristas del 11 de septiembre paradójicamente tuvieron un efecto positivo sobre la sociedad norteamericana y, en definitiva, sobre la clase política y militar al atenuar el miedo que se vivía con la identificación final del enemigo como “de afuera”. Ya no era el miedo a la CIA y su posible relación con el asesinato de Kennedy o las actuaciones de locos patriotas como en el caso de la bomba al edificio federal Murrah en Oklahoma. Ahora el enemigo pasaba a estar perfectamente definido: fundamentalistas islámicos.
Volviendo al presente, España se encuentra en estos momentos en la fase de INQUIETUD ante la posibilidad de que el milagro español que ha dominado la escena económica en los últimos quince años haya llegado a su fin. La inquietud es una versión elemental del miedo, pero no por ello menos peligrosa. En la fase de inquietud, el problema no está claramente identificado, todo el mundo es consciente de que algo se avecina, pero no se llega a definirlo con claridad. Aparentemente, la interpretación popular utiliza el factor más específico e inmediato; los mediadores de innovación acostumbramos a llamarlo el que más ruido produce. En este caso, el aparente culpable de toda esta situación es el ladrillo, utilizando el término popular que simplifica una realidad compleja. Sin embargo, en estratos más profundos se mueven los auténticos factores desencadenantes: las causas genéricas. En este caso, todos las conocemos, aunque las identificamos como molestias ya que son problemas no abordados y resueltos en su momento: productividad, internacionalización, diversificación y, sobre todo, CREATIVIDAD e INNOVACIÓN ESTRATÉGICA.
Sólo hay dos posibles respuestas para los próximos años: MIEDO o INCERTIDUMBRE como OPORTUNIDAD.
Si triunfa el miedo, la clase empresarial española se retraerá y la aversión a la perdida habrá triunfado. Los cuarteles de invierno estarán repletos de personas paralizadas que esperaran a que el invierno deje paso a una tímida primavera para intentar volver a empezar.
Sólo unos pocos tendrán capacidad estratégica para visualizar la INCERTIDUMBRE COMO OPORTUNIDAD capaz de generar nuevos espacios de valor a través de la Innovación.
La Innovación no es una táctica ni un uso masivo de la tecnología. La Innovación es una actitud que sólo algunos son capaces de modelar. Aquellos que están llamados a construir el futuro y liderarlo. Los próximos años decidirán nuestro futuro: son tiempos de líderes no de gestores.
3 comentarios:
no puedo añadir ni quitar una coma; estoy totalmente de acuerdo, enhorabuena
bl
Gracias por la oportunidad que nos brindan tus post a la reflexión.Es una escapada de la impuesta realidad a otra realidad soñada.
Simplemente brillante José Luis
Pedro
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