miércoles, 10 de junio de 2009

LAS LÍDERES


La aparición del Liderazgo como cuerpo de ideas con vida propia es bastante reciente. De hecho, su estudio no comenzó hasta la década de los años 40 del pasado siglo. Y todo ello, a raíz del papel jugado por determinadas personas en una situación de crisis extraordinaria como fue la Segunda Guerra Mundial. Y no hablamos solamente de la cara positiva como fue el caso del liderazgo inspirador de Churchill, sino también del poco deseado liderazgo místico de Hitler que, por cierto, no debemos olvidar que impuso el adjetivo Führer que no significa otra cosa que “líder”.
El contexto específico en el que se desarrollaron los primeros estudios de liderazgo explica la tendencia univoca a centrar la atención en figuras políticas y militares de la época, así como a ir configurando el perfil de Gran Hombre como sinónimo de líder. Quizás, también esta sea la razón por la cual se hablaba de Gran Hombre en el pleno sentido de la palabra, es decir excluyendo a las mujeres de este fenómeno. Con el tiempo, esta concepción unidireccional del liderazgo tendió a atemperarse. Entre otras cosas, porque la realidad demostraba la existencia de las “Grandes Mujeres” como era el caso de Golda Meir, Benazir Bhutto o Indira Gandhi – apunten el hecho curioso de que es difícil encontrar “una líder” en el mundo occidental, salvo el caso, siempre discutible, de Margaret Thatcher-.
En la actualidad, hablar de Liderazgo es hablar de líderes empresariales, entre los cuales hay mujeres aunque no en la proporción que sería deseable. Pero lo realmente curioso es que, pese a estos “civilizadores avances”, las supuestas cualidades que deben adornar la figura de un líder son fundamentalmente masculinas por mucho que algunos se empeñen en calificarlas de “unisex” como si de Peluquería Paolo Cepillini se tratara.
Para tranquilidad de todas las “lideres encubiertas” – categoría oficialmente no reconocida, pero que no solamente creo que existe, sino que también está súper poblada- la “teoría de las cualidades” está francamente desfasada desde hace décadas y el enfoque compuesto que domina la escena hoy en día, es más bien una solución de compromiso que otra cosa. A la hora de la verdad, es difícil que alguien “aprenda a liderar” a partir de lecturas escogidas o asistencia frecuente a seminarios especializados de alto copete. El líder es el resultado de una mezcla explosiva difícil de conseguir que, entre otras cosas, contiene unas dosis de experiencia, conocimiento y reflexión de modelos, desarrollo personal emocional, intuición y genialidad, convicción y coherencia y, sobre todo, osadía en la inter acción.
No hace mucho, se realizó una encuesta exhaustiva con el fin de aclarar si era cierta la idea de que las mujeres preferían desempeñar tareas diferentes a los hombres en una empresa. El resultado fue abrumador: ¡no! Las mujeres no solamente pueden desempeñar las mismas tareas, sino que además, pueden destacar en algunas de ellas sobre los hombres por su propia condición: habilidades comunicativas y conceptuales. Pero no queda todo ahí. Puedo asegurarles que mi experiencia con mujeres en el campo de la innovación no tiene desperdicio. No hago distingos cuando tengo que trabajar con un equipo, pero si hay, al menos, una mujer, se me puede ver esbozar una sonrisa de satisfacción.

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