martes, 17 de junio de 2008

OCEANOS AZULES


Desde los ventanales de mi casa veo atracar grandes cruceros de lujo en el muelle habilitado en uno de los puertos deportivos. Hoy, sin ir más lejos, estoy disfrutando de un clásico de Cunard. Ni grande, ni pequeño, equilibrado y elegante con su proa afilada y su popa curvada sin aparatosas estructuras de cristal.

No comparto, pero si respeto la cultura vacacional de los cruceros. Pero sí recuerdo gratamente uno que realice, no hace mucho tiempo, durante dos semanas por aguas del Mediterráneo. Fue un crucero atípico, mezcla de trabajo y placer. Recuerdo que debía realizar un análisis crítico de la inoperante norma 166.000 y generar alternativas operativas reales para una empresa. Realmente fue una sorpresa el nivel productivo que logre en aquellas dos semanas.

Cada mañana, analizaba, generaba y plasmaba ideas como una locomotora, inspirado por el ronroneo continuo de las olas, la brisa y la luz. Por las tardes, paseaba plácidamente por Nápoles o Sidi Bu Said, cenaba mientras el barco se alejaba de los puertos y planificaba mi siguiente jornada desde alguno de los puentes antes de irme a dormir como un bendito.

Hoy, a la vista del crucero de Cunard, se me ha ocurrido una idea que podría llegar a ser realmente innovadora: cruceros específicamente diseñados para que los librepensadores de una empresa se recluyan durante una o dos semanas para generar estrategias o procesos creativo – innovadores.

El marco de un crucero y, sobre todo, el mar pueden resultar altamente productivos frente a la esquizofrenia diaria que se vive en el contexto habitual de trabajo. No serían unas vacaciones pagadas, sino una de las mejores inversiones que podría realizar la empresa.

Cruceros pequeños, rutas estudiadas que permitan navegar durante la noche y parte de la mañana, destinando las tardes a visitas organizadas o autónomas. En este sentido, el Mediterráneo ofrece grandes posibilidades frente a otros escenarios posibles como puedan ser el Caribe o el Mar del Norte. Serían desaconsejables los trayectos fluviales como el Rhin, Danubio o Nilo, demasiados distractores acumulados en las orillas.

Cruceros creativos e innovadores, como diría el amigo Chan Kim: todo un Océano Azul por descubrir.

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