Después de visualizar las ventajas y desventajas de los pioneros y líderes tempranos en un proceso de innovación, surge inmediatamente la pregunta: ¿cuál es el mejor momento para innovar?
Evidentemente, se trata de la pregunta del millón y la respuesta puede ser también de perogrullo: cuando la necesidad sea evidente.
Sin embargo, las organizaciones, hasta las más emprendedoras, se mueven por oportunidad, no por necesidad.
En este sentido, resulta imprescindible desplegar un hábil proceso de análisis y detección antes de proponerse generación y desarrollo. De hecho, el problema primario de muchos innovadores es: quiero innovar, pero ¿qué puedo innovar?
La generación de ideas creativas y su posterior desarrollo y generalización hasta llegar a la innovación es un proceso ciertamente complejo, pero puede resultar inútil sin un desarrollo previo de Prospectiva Estratégica. Esto es lo que marca la diferencia entre los pioneros que tienen éxito frente a los colonos posteriores y aquellos que caen en pozo sin fin mientras otros se aprovechan de su gran idea.
La Prospectiva Estratégica es un proceso obligado en toda organización. Debe estar estandarizada en términos operativos y dominada por un equipo experto multitarea. Y, por último, debe diferenciarse de los denominados Planes Estratégicos, aunque finalmente sus resultados se integren en los mismos.
¿Cuál es el mejor momento para innovar?
Pregúnteselo a sus expertos en Prospectiva Estratégica.
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