sábado, 20 de septiembre de 2008

CARTA A LA ILUSTRISIMA MINISTRA DEL FOMENTO, DOÑA MAGDALENA ALVAREZ ARZA


Ilustrísima Señora Magdalena Álvarez

Como usted supongo sabe, nuestro cerebro se mueve fundamentalmente por emociones. En otras palabras, decide si algo debe almacenarse en la memoria a largo o corto plazo en base a algo tan pueril como me gusta, no me gusta. Esto puede explicar, entre otras muchas cosas, que cuando nos presentan a alguien, recordaremos su nombre treinta días después o lo olvidaremos en el plazo de diez segundos.

Dicho esto, debo confesarle que mi cerebro se decidió por una tercera opción en lo que a su Ilustrísima se refiere. Ni me gusta, ni no me gusta se dijo el puñetero, sino simplemente exclamo ¡pluff! que no quiere decir otras cosa que me resulta indiferente.

Aclarado este punto que puede resultar controvertido, me va a permitir su Ilustrísima una licencia, no urbanística por supuesto, en torno a su persona:

UNO, DOS Y TRES

Y supongo que su Ilustrísima entenderá muy bien lo que quiero decir aunque lo haya hecho sin palmas y cajita.

Dicen las leyendas rurales que existen ciertamente personajes gafes. Yo no daba mucho crédito a estas historias, pero debo reconocer que su gestión me está empezando a hacer dudar de mis creencias. Y es que esta crisis de fe por la que atravieso viene provocada por el historial errores, fracasos, maledicencias y otras jerigonzas que su Ilustrísima parece acumular en los últimos tiempos. Ciertamente la cartera de Fomento siempre ha sido una pera en dulce envenenada, pero su mandato está haciendo demarrar a este ministerio en la carrera por el maillot amarillo de las no conformidades.

La Tormenta Perfecta con la que su Ilustrísima se inauguró en diciembre del 2004 no era precisamente un buen preludio. Pero mi fe inquebrantable la superó sin apenas dudas. Luego llegaron las chapucillas de Air Madrid y el espectáculo bananero del Prat para acabar con la berlangada del AVE. Entre una cosa y otra, no se ha ganado su Ilustrísima muchos adictos en estas tierras, hasta el punto de que mi loro ya comenzaba a llamarla Godoy, no le digo más. Pero, cuando parecía que por fin su Ilustrísima iba a ser capaz de demostrar su valía y talento, este verano canalla nos deja la catástrofe de Barajas.

No, ciertamente, no le acompaña la fortuna. Quizás sea cierta la leyenda rural. Y es posible que mi fe ya no aguante un minuto más las tentaciones multimedia que le asaltan. Pero en esta ocasión debo reconocer que el espectáculo ha sido simplemente bochornoso. Y no solamente por los errores de bulto o la frivolidad que se ha demostrado en los preliminares de una investigación terriblemente sensible a muchas familias, sino porque tal cúmulo de acontecimientos han acabado por pervertir un proceso en el que muchas familias confiaban.

Pero, en cualquier caso, su Ilustrísima habrá de reconocer que no puede aspirar a premio alguno de Gestor del Año. Quizás esto poco le importe, a mi no me quitaría el sueño. Pero lo realmente grave, aquello que hace tambalear mi fe, es su poca o nula habilidad como político o política, he de confesarle que no soy amigo del vascos y vascas, en todo caso vascas y vascos por aquello de la hidalguía y la buena educación.

Sinceramente, creo que nos debe, no una explicación, sino un aprendizaje e interiorización de competencias de comunicación y un máster de mano izquierda en situaciones complejas y emocionalmente comprometidas.

El puesto que ocupa su Ilustrísima no solamente es de servicio público retribuido, sino también de alta responsabilidad civil y ética. En pocas palabras, la legitimidad de su cargo, de sus acciones, de sus entrecortadas palabras y de sus continuas disculpas se deben al aseguramiento de una sola cosa: GOBERNANZA.

No quiero aburrirle a su Ilustrísima con el recuerdo de las connotaciones de un término que a buen seguro conoce y se esfuerza por aprender, pero el día que nos demuestre su maestranza andaluza en esto de la gobernanza, tenga la seguridad de que ni los habitantes de Els Països Catalans dudarán un instante en hacerle hija predilecta de la Moreneta.

Hasta entonces quedo a su disposición en todo aquello que su Ilustrísima disponga.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Permiteme felicitarte poe el que para mi es una de los blogs de referencia españoles. Te leo semanalmente desde Boston y no deja de sorprenderme. Una vez más, felicidades.
Juan Bestein

Anónimo dijo...

Chico, da gusto leer
Tania

Anónimo dijo...

La Ilustrisima tiene competencias comunicativas de un chrumbel de 1º de Primaria.
Muy bueno
Jofre

Anónimo dijo...

Discreto y sobrio, pero incisivo y directo.
La señora ministra es como un elefante en una cachareria.

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