martes, 12 de mayo de 2009
CALATRAVA, NO THANKS
La Inteligencia Ambiental es aquella que posibilita que el entorno este al servicio de quienes interactúan en el mismo y no a la inversa como desgraciadamente ocurre en muchas ocasiones. Este es un concepto relativamente reciente, pero que está cobrando fuerza a raíz del imparable desarrollo de la domotica y la tecnología en términos generales. Sin embargo, la Inteligencia Ambiental como “poder compensatorio” que diría Galbraith, tiene múltiples lecturas más allá de la exclusivamente tecnológica.
Una de ellas puede ser la necesidad de que la arquitectura en general y la civil en particular tengan como uno de sus objetivos mejorar la vida de quienes hacen uso de ella. Sin embargo, muchos arquitectos contemporáneos parecen primar los criterios de estética, efectismo, diferenciación y espectáculo frente al de utilidad. Por supuesto, todos estos posibles parámetros pueden estar presentes pero de forma ponderada según cada caso. Todo ello es algo que parece traer sin cuidado a Calatrava, un arquitecto que siempre me ha intrigado, no en su obra, sino en su intima vocación. Siempre he tenido la impresión de que hubiera estado en su salsa como maestro constructor medieval, genio renacentista al servicio del mecenazgo, constructor imperial al servicio del césar de turno o inspirador de la megalomanía faraónica. Pero donde no acabo de verlo es en los tiempos presentes.
Siempre he defendido que la utilidad es uno de los criterios básicos de valoración del grado creativo de un acto y sus connotaciones innovadoras. Sin este criterio, resultaría complicado evitar la frivolización de un acto inteligente, premeditado, complejo y que siempre busca cambio y progreso. En estos términos, la obra de Calatrava me resulta impactante, pero poco o nada creativa en su contexto, es decir la arquitectura civil. Si este contexto fuera el de la escultura o el puramente experimental, por supuesto, me libraría muy mucho de opinar al respecto.
Pero desgraciadamente, utilizo con relativa frecuencia el aeropuerto de Bilbao y me veo obligado a sufrir y padecer sus ideas, puede que geniales, pero total y absolutamente descontextualizadas. Un edificio pensado para un escenario de luz y color mediterráneo, pero muy alejado de los grises y verdes vascos, fruto de una generosa pluviosidad. Y sólo por citar uno de los aspectos de ese problema que se llama La Paloma.
Parece que los neoyorquinos se lo han pensado dos veces y no están dispuestos a sacrificar la utilidad y versatilidad de lo que debe ser un gran intercambiador por la magnificencia y el exceso del diseño planteado por Calatrava y, finalmente, han decidido no llevarlo a la práctica. Puede que hayan intervenido otros oscuros intereses, pero, en cualquier caso, se han librado de tener que padecer una idea genial y a un genio con mal carácter. Y sino que se lo digan al alcalde de Bilbao y a todos los usuarios de la denominada Pasarela Calatrava, foco de trompazos y agujero negro para las arcas municipales que no dan abasto sustituyendo baldosas de cristal de su suelo que se rompen constantemente.
Pero, en el fondo, la culpa de todo esto no la tienen los arquitectos, sino los políticos que les contratan jugando con el dinero ajeno a emular a los mecenas renacentistas o a los magnates de la Revolución Industrial.
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NEW YORK
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2 comentarios:
La precisión de arquitectura civil me parece importante en este caso si manejamos el concepto de utilidad. En cualquier caso y, como bien dices, la gran culpa proviene de esa fiebre pública generalizada por las megas construcciones y las obras "de marca".
Pedro
Pues me sumo a este comentario con otro ejemplo de edificio descontextualizado del mismo arquitecto/ingeniero... Espacio Buenavista en Oviedo.
Ni con cola pega en el solar de lo que fue el viejo Carlos Tartiere una estructura inmensa quizás pensada para un área diáfana como la de "su hermano" el auditorio de Tenerife.
Y otra vez más de acuerdo, la culpa es de quien "pone el dinero".
Por cierto una invitación para ese acto innovación en Oviedo que haré lo posible por asistir.
Saludos
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