martes, 10 de marzo de 2009

EUROVAGOS

Dicen las malas lenguas que los funcionarios son bordes por naturaleza, los médicos distantes, los taxistas charlatanes, los bilbaínos fanfarrones y suma y sigue. Personalmente, pienso que hay bordes, distantes, charlatanes y fanfarrones en todos los lugares y profesiones. Es cuestión de azar dar con unos u otros. En esta línea, los italianos acumulan también un buen número de modelos estables: elegantes, pendencieros, ardientes, estilistas, vagos, tramposos y suma y sigue. Habrá de todo un poco. De hecho, conozco italianos que desconocen el sentido del gusto y más bien parecen salidos de un pueblo del medio oeste americano en mañana de domingo.
Pero lo cierto es que hay algunos que trabajan a favor de los arquetipos. Este es el caso de los parlamentarios italianos, empeñados en construir una leyenda en torno a sus escasas ganas de trabajar. Como ya habrán visto en los medios, el asunto ha llegado hasta tal punto que el presidente de la Cámara de los Diputados, Gianfranco Fini, ha decidido romper la hucha de los ahorros y gastarse medio milloncejo de euros en instalar un sistema de voto a través de lectores de huella digital con el fin de evitar que los pianistas continúen haciendo de las suyas. Los pianistas, lejos de ser virtuosos de la música, son aquellos parlamentarios que se dedican a votar por ellos y por otros tropecientos compañeros que en ese momento no se encuentran en la sala.
Hay que alabar las buenas intenciones de Fini, pero dudo que consiga gran cosa. Va a faltar tiempo para que se descubra algún sistema innovador que permita trampear el sistema. Y, si no es el caso, siempre queda recurrir al truco del cuchillo jamonero que no es otro que cortar los dedos de los interesados para poder introducirlos en la ranura del lector digital. Rían, rían, pero Tarantino es un aprendiz.
En cualquier caso, volviendo a la reflexión inicial, todo esto no es excusa para cargarles, una vez más, el muerto a los italianos. Efectivamente hay mucho vago entre las filas políticas azurras, pero los franceses, españoles, griegos y demás gentes de la UE no se quedan cortos.
De hecho, el absentismo más vergonzante acostumbran a ejercerlo los euros parlamentarios, los auténticos inventores del happy jueves. Sí, efectivamente, eso de que era un invento de los universitarios españoles es una leyenda urbana. Los jueves acaba la semana laboral de un buen número de ellos. Los viernes son para regresar a casa porque, ya se sabe, todos tienen un oscuro origen judío y los sábados está prohibido viajar, pensar, cantar, silbar y arreglarse los tomates del calcetín. En definitiva, la semana laboral de estos esforzados del bien común se reduce a tres días. El lunes es para resituarse, el viernes para ausentarse, nos quedan martes, miércoles y jueves con ciertas reservas. En definitiva, la expresión magna del euro vago.
Definitivamente, de mayor quiero ser euro parlamentario italiano, a ser posible enchufado por Tito Berlusconi.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Efectivamente, no sólo los políticos italianos son vagos y corruptos. También los europeos, los españoles, los rumanos, etc. Mire esto:
http://it.wikipedia.org/wiki/La_casta

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