martes, 24 de marzo de 2009

PARDILLOS FOREVER


La última estrategia anti crisis del presidente Obama no parece tener demasiada buena acogida por expertos como Krugman o la prensa especializada. Es pronto para aventurar resultados, pero Obama lleva semanas sobre la cuerda floja y un movimiento en falso puede arruinar parte de su crédito. De momento, el ciudadano norteamericano no acaba de comprender la permisividad gubernamental con el escándalo de las retribuciones de los grandes ejecutivos de empresas señaladas como culpables de la actual coyuntura económica. Desgraciadamente, son muchas las razones que explican la pasividad ante este continuo expolio, muchas de ellas jurídicas, pero no debemos olvidar una mucho más evidente: la mayor parte de estos altos directivos contribuyeron de forma significativa a la campaña electoral de Obama.
Tratar de comprender el complejo entramado de relaciones de poder que sustenta a todo gobierno en Estados Unidos es una labor cuando menos compleja y digna de un trabajo de Hércules. Por ello, quien suscribe ni lo intenta, no sólo por incapacidad sino también por temor a acabar cayendo en el síndrome de la conspiración del que hablaba hace algunos días. Y es que una cosa es como quisiera uno que fuera este mundo y otra muy distinta como lo es en realidad.
Berlanga retrataba con su acostumbrada mala leche la hipocresía reventada de la oscura burguesía provinciana de los años sesenta en su Plácido. Pero no es mejor la ausencia de coherencia en muchos otros personajes de la fauna planetaria. ¿Qué me dicen del antinuclear que se larga a casa después de una divertida jornada de lucha y conecta su cocina eléctrica para hacerse un par de huevos con chistorra? ¿Qué decir de la defensa de la infancia indefensa que realiza la curia vaticana mientras se niega a investigar con mayor celo la población de pederastas camuflados en sus comunidades?
¿Conocen ustedes la curiosa biografía de David McTaggart, carismático fundador de Greenpeace? Pues les recomiendo encarecidamente que le echen un vistazo porque una del Zorro se queda corta. Y no me refiero a la hagiografía que le sitúa como un exitoso promotor inmobiliario que un día vio la luz en el camino de Damasco.
En fin, me consuela saber que Spandau Ballet ha decidido volver a los escenarios uniéndose a una corriente imparable de grupos míticos que retornan. La duda que me queda es si lo hacen al caer en la cuenta de que sus fans, carrozas con posibles, somos los únicos pardillos que continuamos comprando cedes o pagando religiosamente las descargas interneteras. Y es que, no lo duden, somos unos pardillos que difícilmente perderán su inocencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí lo de mcTaggart tiene delito, mucho delito a la vista del historial del "angelito"
Joaquim

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