jueves, 19 de junio de 2008

RSI - RESPONSABILIDAD SOCIAL IMPERIAL


Un error endémico en el Imperio es suponer que no hay vida más allá de sus fronteras, al menos que merezca la pena. Puede parecer una afirmación excesivamente categórica y alarmista. Pero si se analiza con frialdad, no hace sino confirmar una sospecha compartida en muchos rincones del planeta.

La Vida, como la Inteligencia, es múltiple. No podía ser de otra manera ya que la Vida es la suma de las vidas de cada individuo, la ausencia de alguna de ellas da como resultado la percepción de este como algo aséptico y artificial, un elemento más del paisaje que puede ser desplazado, ignorado o incluso borrado. Pero esta percepción sesgada no impide que se considere a este individuo como objeto de consumo, pantalla física frente a potenciales amenazas o jardinero de nuevos espacios con contrato precario. Esta es la percepción imperial.

Quid pro Quo o si se prefiere Tit for Tat, actualizándola al lenguaje del Imperio. Una frase que resume en esencia nuestro código relacional desde que el hombre es hombre. Economía, Religión, Política, estructuras basadas en un paradigma universal: quid pro quo.

La Mano Invisible de Adam Smith que todo lo regula, los principios operativos de cualquier religión que amenaza sutilmente mientras otorga esperanza, las cotidianas relaciones entre padres e hijos, el siempre exigente compromiso entre el hombre y la Tierra.

Hoy en día, hablamos con orgullo de la RSC, la Responsabilidad Social Corporativa. El compromiso efectivo y voluntario de las empresas con el desarrollo social, económico y ambiental, es decir quid pro quo. Aunque sutilmente adulterado, porque en el fondo también es un compromiso efectivo y voluntario con la generación de mayor valor añadido. Pero en esta misma línea debiéramos hablar de la RSI, la Responsabilidad Social Imperial.

Conocemos sobradamente el Quid. Dejamos que nuestras máquinas personales se gobiernen por sistemas operativos de pago frente a la posibilidad de obtenerlos gratuitamente. Soportamos con dignidad los excesos de la clase empresarial imperial cuando sufre un ligero constipado que al resto les supone una gripe severa. Se supone que disfrutamos, cada vez con menor convicción, de los mitos y sagas multimedia que relatan la continua pugna entre el Bien y el Mal Sufrimos pacientemente las paranoias geoestratégicas que periodicamente asaltan las mentes de los satrapas imperiales.

Falta por conocer dónde está el QUO, la Responsabilidad Social Imperial. Un término que podría resumirse como el compromiso voluntario y efectivo por parte del Imperio con las otras vidas más allá de sus fronteras.

Pero me temo que tratamos con un proceso dialectico por lo que sería más acertado hablar de QUID PRO QUO PRO QUID, algo así como lo uno por lo otro para conseguirlo. ¿Qué obtendría cómo retorno el Imperio?

Supongo que es obvio: Gobernabilidad. Aunque el término no me parece del todo apropiado. Quizás fuera más justo hablar de CONVIVENCIA.

Y es que la convivencia genera respeto, disponibilidad, cooperación sincera, interflujos y, en definitiva, autentico equilibrio y, en consecuencia, progreso.

Basar un supuesto Quo en prebendas otorgadas, paternalismo, gestos ocasionales o condenas al olvido perpetuo no tienen otra lectura que la de tácticas de supervivencia y continuidad. Pero la táctica puede definirse como hacer lo que hay que hacer cuando se sabe qué hacer. Mientras que la estrategia es descubrir qué hay que hacer cuándo no se sabe qué hacer.

Vivimos tiempos de estrategias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro, sencillo y rotundo, más claro blanco y en botella. Enhorabuena por el comentario.
Ricard

Anónimo dijo...

Muy interesante la reflexión
Rocio

Anónimo dijo...

Lo que resulta alarmante es que siendo tan claro y evidente, el "Imperio" no reaccione.
Jorge Juan Restrego

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