viernes, 20 de febrero de 2009

MOROSOS EN POTENCIA


El ciudadano medio es un moroso en potencia bajo la lupa de los departamentos de riesgo de las entidades financieras, si además es un autónomo las sospechas se incrementan, si es alguien en situación de desempleo, simplemente lo ignoran.
Supongo que todo esto suena al común de los mortales porque quien más quien menos se ha visto en la tesitura de tener que pedir un prestamos en cualquiera de sus variantes a su correspondiente entidad financiera.
Cierto es que, en los últimos años, esas sospechas habían bajado de tono a la vista de la prosperidad sin fin en la que el país se había embarcado. Incluso cuando uno visitaba su banco o caja, tenía la sensación de ser tratado como el ministro plenipotenciario de Villa Conejos. Pero, como decía Morritos Jaeger, todo lo que sube, baja y, en consecuencia, todo lo que baja, sube. De hecho, corre el rumor de que algunas entidades financieras han fichado a antiguos elementos de la Gestapo para dirigir sus departamentos de riesgo.
Ante esta situación, se me ocurren una serie de preguntas, propias de un imbécil, lo sé, pero así somos los viajeros accidentales. Estas cuestiones estarían referidas a ciertas condiciones que debieran reunir las entidades financieras para que el ciudadano medio decidiera suscribir un préstamo con ellas. Así, por ejemplo:
¿Pueden aportar pruebas ciertas de su solvencia?
¿Pueden garantizar que no existan estafadores en potencia entre sus filas?
¿Pueden garantizar que no cuentan con retrasados mentales en su Consejo?
¿Pueden garantizar que no especulan con mi dinero por costumbre?
Y se me ocurren muchas más, pero tampoco es cuestión de convertir esto en una prueba infranqueable?
Cuando he preguntado esto a algunas amistades que están en el negocio de la prestaduría, siempre me han contestado lo mismo: ¡Hombre! Para eso está el Defensor del Cliente.
Personalmente, no tengo nada en contra de tan egregia figura, pero entiendo que si realmente estuviera para eso, aparecería el primero en las listas de trabajadores estresados en los últimos tiempos, cuando más bien ocurre lo contrario.
Sinceramente, en los tiempos que corren, ofrece más garantía el carnicero de la esquina que el presidente de una entidad financiera que, después de anunciar a bombo, platillo, trompetas y sobaos los increíbles resultados de su gestión, deja a miles de inversores perplejos con su decisión de congelar la restitución de sus ahorros.
Y es que, como decía Praxiteles: No te muevas que se me escurre el mármol.
Imagen: Pavel Kaplun

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recuerdo cuando ibamos a la caja como si fueramos al cuartelillo de la Civil, parecía que pedíamos audiencia...Es cuestión de cultura social. Al fin y al cabo, son prestamistas, sin más...

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