miércoles, 25 de mayo de 2011

E de EMPRENDEDOR


EMPRENDEDOR
Emprendedor es aquella persona que enfrenta con resolución, acciones difíciles.
RAE

Este país tiene, entre otras, la extraña cualidad de desvirtuar el significado real de muchos vocablos. El término emprendedor no se ha escapado a esta circense habilidad y como tal se entiende a la persona que se atreve a iniciar un negocio. “Atreverse” no es “osar” pero casi, casi y no les digo nada en los tiempos que corren. De tan silvestre interpretación se puede derivar que la abundancia de emprendedores puede ser tanto una bendición como una plaga babilónica para la economía de un país. Todo depende de algo tan vulgar como el azar. Imagínense que los Cien Mil Hijos del Emprendimiento coinciden en el tipo de negocio a desarrollar. Démonos por jodidos que decía el Beato Joaquín. Imagínense, aunque ciertamente es mucho imaginar, que los cien mil se atreven con negocios emergentes, innovadores, cool del Pirineo, startup que te mueres mariloli. En ese caso, démonos por bendecidos, pero, como decía, eso es mucho elucubrar.
¿Recuerdan la crisis de los ochenta? Aquella fue la época dorada del “emprendimiento cañí”. Indemnizaciones, subsidios y demás mareas acabaron convertidas en videoclubs de barrio, tasquitas de barriada y, algo más tardíamente, en zocos de todo a cien.
Como anunciaba la definición de la RAE, emprendedor es aquel fulano que enfrenta con resolución, acciones difíciles. Traducido al romancero gitano: ¡con dos cojones!
Evidentemente, una acepción más adecuada sería la que considera al emprendedor como la persona capaz de enfrentarse a un problema generando estrategias de solución. Al menos, esta es la interpretación compartida en múltiples lugares de este ancho y lejano mundo.
En la misma línea, podemos hablar por igual de “emprendimiento” y “emprendimiento interno”, entendiendo por este último a la cultura que existe en una empresa en relación con la detección de problemas, su conversión en oportunidades y su traducción en soluciones que aporten valor. Entendiéndolo así, el emprendimiento interno es el punto de partida de cualquier proceso de cambio, incluida la innovación en cualquiera de sus manifestaciones. Continuando el argumento, el emprendimiento nos remite a las personas de una empresa, de un sector, de una región o de un país. Algunos nacerán emprendedores, de hecho el propio acto de nacer ya es una acción emprendedora de mucho cuidado, pero la mayoría debemos aprender a serlo. Eso sí, siempre que haya voluntad de enseñar tal cosa, al menos en igualdad de condiciones que la célula, las gestas de Viriato o los afluentes del Sil.
Como les decía, este país tiene la extraña habilidad de desvirtuar el significado de las cosas. Pero no acaba aquí la historia. Nuestros insignes políticos tienen, entre otras, la curiosa virtud de banalizar lo oportuno convirtiéndolo en chascarrillo demagógico y muletilla socorrida. ¿Qué cómo salimos de esta? Con mucho emprendimiento y mucha innovación. Al menos eso decía Don Pepín Blanco al día siguiente de la debacle socialista. Por mi parte le diría que, para empezar, de esta hay que salir con mucha pedagogía y algo más de responsabilidad. Por si acaso, los mayores del lugar ya se han mosqueado con la acción emprendedora del lehendakari vasco.
Pero no crean que son sólo los políticos. Los empresarios y altos directivos también se apuntan a la verbena de La Perdiz. Pero, a la hora de la verdad, esto de “permitir el emprendimiento” suena a repartir poder, es decir mejor que no. Incluso ese petroglifo que son los sindicatos coinciden, aunque solo sea en esto. ¿Que el trabajador le solucione el problema al empresario y, además, por la jero? ¡Anda ya! ¡Huelga general!
En fin, no se si es mejor aspirar a “emprendedor cañí” o emprendedor a secas. Al menos, en el primer caso, vas de machote, mientras que en el segundo te buscas la ruina con tu jefe y, además, te cascan la etiqueta de pelotari como poco.
Dice un antiguo dicho del Baztan que “todo lo que tiene nombre existe”. Al menos es un consuelo.

miércoles, 18 de mayo de 2011

D de DEMOCRACIA


DEMOCRACIA
Democracia es una forma de organización de grupos de personas, cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, haciendo que la toma de decisiones responda a la voluntad colectiva de los miembros del grupo. En sentido estricto la democracia es una forma de gobierno, de organización del Estado, en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que le confieren legitimidad a los representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
(Fuente: Wikipedia)
Hace ya algunos días, me contaba un buen amigo una anécdota familiar que ha acabado inspirando estas líneas. El interfecto se encontraba plácidamente en su casa viendo el noticiario televisivo, mientras su hijo mayor, alumno de primero de ESO, repasaba un tema de Sociales referido a Grecia. En un momento dado, el locutor conecta con la Puerta del Sol madrileña donde las imágenes muestran los tinglados de la “Acampada Sol” - “Democracia real ya”. El chaval levanta la vista del libro y pregunta a mi amigo: “Papa, ¿en España no hay democracia?”
Pregunta de difícil respuesta a la vista de lo que tradicionalmente se entiende por “democracia” y la situación que vive este país en los últimos tiempos. De partida, me formularía unas cuantas cuestiones...
¿Qué podemos pensar si el próximo domingo sale elegido “el señor de los trajes en Valencia”?
Podría ser que se tratará de un “pucherazo” como vulgarmente se dice. Quizás podríamos aducir que a los valencianos se les ha ido la pinza, como dicen ahora. Pero, si las previsiones se cumplen, la victoria electoral del señor Camps sólo querrá decir que una amplia mayoría de los valencianos quieren tenerlo al mando, pese a los trajes, corbatas y demás chanfainas.
¿Qué podemos pensar si el próximo domingo salen reelegidos algunos de los alcaldes, sean del partido que sean, que manifiestamente han hecho el agosto con esto del ladrillo y el cemento. Pues tres cuartos de lo mismo.
Dicen que la democracia consagra el poder en el pueblo, pero la operatividad practica demuestra que el poder está “en una parte del pueblo” que, no necesariamente, tiene que ser la mayoritaria. Así que, como decía mi tía abuela, a joderse tocan.
Dicen también que la democracia es una forma de gobierno en la que los ciudadanos toman las decisiones, pero de forma delegada a través de sus representantes. Suponiendo que elegimos a los mejores, aquí hay algo que no funciona. Puede ser que la mayoría de los españolitos somos tontos del culo y los de capirote acaban siendo académicos o bien que no hemos acabado de leer correctamente el libro de instrucciones. Pero el caso es que se les elige para una cosa y acaban haciendo otra y lo que es más grave, no es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que ocurre.Es posible que tenga razón el poeta cuando dijo aquello de “tenéis los políticos que os merecéis, queridos”.
Todos somos conscientes de la extraña y grave situación que atravesamos.Nadie discute que una parte de ella la compartimos con el resto del mundo mundial. Pero, la otra media, nos la hemos buscado nosotros solitos.En cualquier caso, la incertidumbre y el miedo ha sumido a gran parte del país en el abatimiento, pero el movimiento espontáneo de los acampados en Sol es, al menos, una buena noticia: no todos están paralizados.Sin embargo, se me ocurren uan serie de cuestiones...
¿Dónde están los cinco millones de parados? En Sol todavía queda sitio.
¿Es un movimiento apolítico? Dicen los acampados no hacer política, pero, les guste o no, están tomando una posición política.
¿No existe en realidad un vacio de representatividad que obliga a estos jovenes a buscar otras opciones?
Sinceramente Pablo, ese es el nombre del adolescente que planteaba la pregunta a su padre, el problema no es si existe o no democracia en este país.
La cuestión es que los políticos han pasado de ser una solución a convertirse en un problema.

domingo, 15 de mayo de 2011

C DE CENTRIFUGO


CENTRIFUGO
Que se aleja del centro o tiende a alejar de él

La historia de España como estado es una sucesión de situaciones provocadas por la combinación de fuerzas centrifugas y centrípetas, centro y periferia, nacionalismo y nacionalismos, focos empresariales de distinta tendencia y sensibilidades socio- culturales de distinta naturaleza y exigencia.
Tras la muerte del general golpista, trasmutado a salvador de Occidente, la tendencia inequívoca apuntaba hacia una nueva situación centrifuga después de un dilatado periodo de centralismo impuesto. Sin embargo, las distintas fuerzas políticas llegaron a un consenso que salvó la situación en forma de Estado de las Autonomías. Desde entonces y hasta ahora, la situación se ha caracterizado por un tira y afloja entre el Gobierno Central y aquellos territorios con reivindicaciones históricas más o menos fundamentadas según la mayor o menor solvencia representativa de los partidos gobernantes y sus necesidades de pactos mercantilistas, así como por estrategias basadas en la solidaridad y corresponsabilidad a la hora de contentar a todas las partes. Ricos, menos ricos y algo menos ricos.
La historia de este estado nos dice que tan sólo hemos sido capaces de unirnos espontáneamente ante retos que nos hemos propuesto conjuntamente y que han acabado marcando hitos bien conocidos: colonización, independencia frente al invasor o futuro ante el abismo abierto tras el cierre de una prolongada dictadura. Lo económico nunca ha sido un factor centrípeta, sino más bien centrifugo en toda su intensidad. En determinadas aventuras, ciertos compañeros de viaje nunca han sido bien recibidos y, en todo caso, se les ha soportado por la fuerza de mano de obra que pudieran aportar. Puede resultar descarnado, pero sólo hay que mirar hacia atrás, sin ira, por supuesto.
En consecuencia, la actual situación económica, podría augurar la llegada de una nueva “era centrifuga”. Sin embargo, la gravedad de la coyuntura está demostrando que el miedo y la incertidumbre pueden más que las malas costumbres históricas. De igual forma que todos, desde el monarca hasta el pastor meseteño, estamos ciertamente pasmados de la paz social que reina, pese a la desesperanza de cinco millones de personas, nuestro asombro se extiende a la “paz nacionalista” que parece haberse instaurado, tan sólo rota por la ambición desmedida de las dos grandes agrupaciones políticas que sobrepasan, día tras día, las formas más elementales de urbanidad y educación.
Pero la situación es lo suficientemente grave como para desaconsejar aventuras aisladas en un contexto tan inestable que convierte a países como Grecia, Portugal o Irlanda en empresas colectivas al borde de la quiebra. Es preferible aguardar y resguardarse en el tamaño- España.
En cualquier caso, la reactividad no es la estrategia más adecuada en este caso. Necesitamos pro actividad en busca de oportunidades de futuro. Urgimos de retos que puedan ser compartidos y que generen una fuerza centrifuga positiva que acabe concitando fuerzas y voluntades.
Es la hora de las fuerzas centrifugas, capaces de expresar crecimiento y expansión frente al recogimiento centrípeta, signo de debilidad y encogimiento.
Es la hora de los erizos frente a los zorros. La hora de los liderazgos compartidos frente al abatimiento.
No necesitamos centrípetas que intenten igualdad artificial frente a una diversidad real, fomentando resquemor entre aquellos con mayor potencial y desconfianza entre quienes no han encontrado su “papel”.
No necesitamos un Estado de las Autonomías que convierta a cada presidente autonómico en un sátrapa con aspiraciones, a cada autonomía en un micro estado que deba aspirar a ser mejor que la otra a fuerza de centros tecnológicos, palacios de congresos, aeropuertos fantasmas, “casa putas y frontón” que decimos los vascos.
En este país hay gente que por su altura llega a recoger la fruta de las ramas más altas, gente de mediana estatura que puede cuidar de los brotes y, finalmente, gente de poca altura que está capacitada para eliminar las malas hierbas. Sólo con el concurso de unos y otros, el árbol acabará floreciendo.
Una gotita impactando sobre la superficie del lago produce dos o tres ondas, nada comparable a la fuerza de una gota.
Seamos gota centrifuga antes que agujero centrípeta.

martes, 10 de mayo de 2011

B DE BERLIN


BERLIN

Sir Isaiah Berlin OM (6 de junio de 1909 - 5 de noviembre de 1997), politólogo e historiador de las ideas; está considerado como uno de los principales pensadores liberales del siglo XX.
(WIKIPEDIA)

Siempre me ha fascinado la pugna dialéctica de Berlin, el gran pensador de la sociedad abierta, en torno a la libertad. Pero, quizás aquello que mejor ha quedado grabado en mi memoria, es su ensayo “El Erizo y el Zorro”, publicado en 1953, el año en el que quien suscribe, llegó a este mundo ancho y lejano en una dulce mañana de agosto.
El ensayo de Berlin parte de un fragmento del poeta Arquiloco:

El Zorro sabe muchas cosas, pero el Erizo sabe una cosa más grande

A partir de aquí, las personas pueden ser clasificadas en zorros y erizos.

El zorro es un individuo inquieto, de recio porte, elegante y discreto a la par, preocupado y ocupado en idear mil y una estrategias que resuelvan su arcano problema existencial: cazar al erizo.
El erizo, por el contrario, es un personaje sosegado, incluso aparentemente aburrido en sus rutinas casi maniáticas, sus esfuerzos se concentran en una sola idea y, rara vez, se deja distraer por otros acontecimientos meramente circunstanciales que ocurren en su entorno inmediato.
Como cada mañana, el erizo sale de su confortable agujero, dispuesto a recolectar alimento y, si es el caso, echarse una reconfortante sisestecita al sol dejándose mecer por la brisa. Pero, en ese instante, el zorro sale inesperadamente de la maleza y se precipita en una loca carrera hacia el erizo. Este le divisa a lo lejos y , cargado de una profunda resignación, mira hacia el cielo y piensa para sí mismo: ¡otra vez este individuo!
Como en otras ocasiones, se arrebulla tranquilamente en una bola inexpugnable y se deja caer ladera abajo en dirección al zorro que, sorprendido, frena en seco su carrera y viendo lo que se le viene encima, opta por dar media vuelta y buscar la protección de la espesura del bosque, no sin antes decirse a sí mismo: hay que mejorar estas estrategias, debo elaborar nuevas alternativas…

El zorro tiene una visión compleja del mundo, prácticamente polivalente. Persigue distintos objetivos y se plantea múltiples estrategias para cada uno de ellos. El erizo hace tiempo que dejó atrás la complejidad. Su virtud es convertir lo complejo en simple, centrar sus objetivos y ponerse a la tarea sin descanso: el zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una gran cosa.

En este país, abundan los zorros, perdón los zorros y las zorras. Pero, indefectiblemente, escasean los erizos. Incluso, si me apuran, diría que abundan los coyotes y escasean los correcaminos. Dicen que los latinos somos creativos por definición, más bien diría que somos ocurrentes por excelencia. Ideamos mucho, pero creamos poco. No somos empáticos con las ideas ajenas, pero nos fascinan las propias, de donde rara vez conseguimos hacer cosas juntos. Somos centrífugos por genoma y centrípetas por conveniencia. Somos certeros con el defecto ajeno, pero miopes con la genialidad. Una pregunta: Si Steve Jobs, Thomas Edison o Albert Einstein hubieran nacido en la Meseta, ¿habrían llegado a algo? En esto, los norteamericanos, por mucho que nos pese, han resultado ser más espabilados. Decidieron llevarse de weekend al zorro y al erizo a Las Vegas y después de pasarlos por la correspondiente capillita, ahora tienen híbridos zorro – erizo que funcionan que no vean. Aquí a lo más que hemos llegado ha sido a cultivar una variedad de pimientos del piquillo que no piquen.
Es importante idear, pero hay que rematar, es decir inventar. Es vital plantearse objetivos, pero hay que aprender a no arrugarse ante el primer nubarrón. Lo siento doctor Barbacid, pero le veo más fuera del CNIO que dentro por culpa de una ministra beata que nos dio el pego a casi todos durante dos días y medio. Ser capaz de elaborar estrategias es signo de inteligencia, pero convertirlas en poses demagógicas es muestra de simpleza. El autismo político y la cleptocracia municipal son signos de nuestro tiempo. Signos de que los zorros andan sueltos.

Postdata
Este artículo fue escrito el pasado viernes 6 de mayo en una interminable espera en la terminal 1 del Prat. Mi avión debía partir a las 18, 30 de la tarde y acabó haciéndolo a las 1´00 horas de la madrugada. Nadie sabía la razón, más allá de las “dificultades técnicas”, hasta que al piloto se le acabó escapando: restricciones en el espacio aéreo desde las 9´00 horas de la pasada mañana por el transito de políticos destacados en el inicio de la campaña electoral. Los zorros no sólo andan sueltos, sino que también vuelan como los cerdos de Santo Tomás.

domingo, 1 de mayo de 2011

A de ABATIMIENTO


ABATIMIENTO
Falta o pérdida de ánimo, fuerza o energía

Cuando un país tan sólo despierta ante un partido de futbol de máxima rivalidad, hay algo que no funciona.
La primera reacción ante una posible situación de crisis económica es la expectación. Cuando los presagios se confirman, comienza a difundirse la incertidumbre. El paso de la crisis, como momento puntual de inflexión, a una recesión de larga duración, abre la puerta al miedo. Finalmente, cuando la recesión se prolonga y amenaza con derivar en una dilatada estanflación, llega el abatimiento generalizado.
España puede estar atravesando una crisis estructural de profundo calado, unida a una turbulencia global prácticamente desconocida en su intensidad hasta ahora. Pero, el problema fundamental a día de hoy, tiene connotaciones morales y psíquicas a nivel del conjunto de su sociedad: abatimiento, resignación y derrota. La interrogante no es si se superará la barrera psicológica de los cinco millones de desempleados, sino si seremos capaces de reintegrar a una vida de trabajo digna a la mayor parte de ellos.
La pregunta no es si seremos capaces de reducir el déficit público, sino si estaremos dispuestos a plantearnos nuevos modelos de organización territorial que no supongan una losa en las aspiraciones y potencialidades de cada región.
La cuestión no es si conseguiremos alcanzar niveles de productividad y competitividad acordes con las exigencias de un mercado globalizado, sino si seremos capaces de afrontar una reforma total de un sistema educativo que no responde a las exigencias y aspiraciones de futuro.
La actual situación económica nos ha situado en una posición que exige decisiones que pueden clasificarse en dos grandes categorías: ajustes y reformas. Los ajustes son medidas de ejecución inmediata y responden a la urgencia y la necesidad, así como a las exigencias de los socios político – económicos de nuestro entorno inmediato. Muchos de estos ajustes ya están en marcha con mayor o menor efectividad. Las reformas no responden a la urgencia, sino a la lógica aplastante del futuro. No son cuestión de supervivencia, sino de pervivencia. Exigen sacrificio y disciplina de largo recorrido, convicción y unidad en la acción, altruismo y ausencia de localismo y provincialismos. En una palabra, grandeza como colectivo.
Estas reformas son las que continúan pendientes y las que presentan un alto grado de improbabilidad, pese a que reúnen altas dosis de posibilidad, términos ambos, contrapuestos aunque algunos insistan en considerarlos homónimos. Los ajustes pueden ayudarnos a sobrevivir, pero no podrán sacarnos del abatimiento que nos embarga.
Santa Teresa recomendaba no hacer mudanzas en tiempos de tribulación y razón no le faltaba. Las reformas no podrán acometerse a corto plazo en una situación de recesión, pero ahora, sí es el momento de comenzar a sentar las bases que permitan acometerlas cuando las tormentas amainen. Esperar a que el sol brille de nuevo para iniciar el camino de los consensos, nos llevará, una vez más, al conformismo histórico que siempre nos ha caracterizado y que tratamos de justificar con ese fatalismo tan español.
El reformismo es un concepto frecuente en la memoria histórica de este país. Pero esta frecuencia no es sino señal de conformismo e impotencia en su consecución. Las reformas necesitan de la conjunción de múltiples factores, pero, de partida, se me ocurren dos condiciones incuestionables: compromiso y liderazgo.
El compromiso, entendido de forma total, no solamente limitado a las fuerzas políticas y los denominados “agentes sociales”. El compromiso entendido como expresión de la voluntad manifiesta de querer continuar viviendo y haciendo cosas juntos. El compromiso con el futuro, con aquellos que han de seguirnos cuando nosotros no estemos ya aquí. El compromiso como expresión de una sociedad madura y cohesionada, no como visualización de un compadreo inevitable o de una inercia irrebatible.
El liderazgo más allá de las fronteras políticas. Un liderazgo compartido, nunca delegado. La conjunción de liderazgos necesarios. El liderazgo político como liderazgo inspirador. El liderazgo empresarial como liderazgo transformacional. El liderazgo social como liderazgo trascendental.
Vivimos tiempos de ajustes, pero nuestro auténtico reto son los tiempos de reformas que nos aguardan. Necesitamos dejar atrás el abatimiento y la resignación porque cuando hay retos que alcanzar, hay vida vibrante, cosas por hacer, camino que recorrer.
No estamos huérfanos de futuro. Si hacemos lo de siempre, llegaremos donde siempre, es decir, a ese pasado que se reencarna en presente, día tras día. Todo por hacer, nada por lo que abatirse. Necesitamos ánimo, fuerzas y energía.

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