domingo, 22 de julio de 2012

NUNCA SERÁ UN FRACASADO

Es probable que su estrategia sea la resistencia contenida. Casi con toda seguridad, ya ha recurrido a activar todos los posibles cauces de ahorro, eliminando lo superfluo, pero acabando también con elementos que, sin llegar a ser productivos, potenciaban la cohesión de las personas y su identificación con la organización. Quizás se encuentre en ese momento en el que debe decidir cuántas personas deben abandonar la empresa. Es probable que ello suponga un golpe emocional considerable aunque también puede quedar en una amarga sensación de fracaso personal. En cualquier caso, sus perspectivas de futuro apenas si existen. Se contenta con vivir al día, quizás al mes. No tenía miedo a los retos, menos aún al trabajo, pero ha llegado a la convicción de que nada depende ya de usted y sus personas. La coyuntura, los mercados, la crisis, la mediocridad política, la ambición financiera, el caciquismo de nuevo cuño, la derrota social y algunas otras cosas más han acabado por convencerle de que ya sólo queda resistir y confiar en que, algún día, pueda pensar en algo más que en el mañana. Si es así, siento decirle que se equivoca. Es cierto, los proveedores aprietan, los clientes escasean, las administraciones lo acosan, los bancos no existen. Pero resistir no es la estrategia. Resistir equivale a aceptar una lenta agonía resignándose a admitir que todo ha sido un fracaso. Fracasados son los políticos, esos amigos de los banqueros que serán citados en los libros de historia como ejemplos de cobardía, trapicheo y mediocridad. Nadie duda de la existencia de políticos honrados y con deseos de servir a la sociedad, pero serán igual de cobardes si no se atreven a provocar la refundación de sus partidos o apartándose de ellos, fundan aquellos que deben ser el futuro. Fracasados serán los consejeros y altos directivos de esta y aquella entidad financiera, esos mecenas groseros de los políticos, endiosados en su bruta ignorancia, uniformados de seda y oro, soberbios y prepotentes, sus nombres serán olvidados, cuando no maldecidos en su ambición sin límite. Pero usted no es un fracasado, nunca lo será si desiste en su resistencia. No poder encontrar las respuestas no quiere decir que no deba formularse preguntas. Pero quien pregunta asume el riesgo de encontrar la nueva respuesta, aquella que le incomoda por ser tan evidente que parece llamarle idiota, aquella que le exigirá sacrificio, pero basado en el futuro, nunca en la miseria. Este país ha sobrevivido a turbas de truhanes peores que las que ahora nos acechan y lo ha hecho gracias a personas que se preguntaron por qué no podía ser de otra forma aunque, en muchas ocasiones, pretendieron haber alcanzado la verdad absoluta. Quien no se pregunta por el futuro es porque apenas puede soportar su pasado. Abandone la resignación, tenga miedo a tener miedo, no confié en la resistencia, no admita la miseria de quien intenta hacerle pagar por sus pecados. Niéguese a admitir un fracaso que no le corresponde, asuma el error de haber confiado en la fortuna sin apenas buscarla, haber renunciado a sus deberes por tres o cuatro derechos de aquellos que todo lo regalan porque nada es suyo. No retroceda porque no volverá a encontrar la senda. No resista porque renunciará a soñar. No llegarán tiempos mejores por el hecho de esperarlos. No habrá más suerte con sólo desearla. No se deje engañar por quienes ya lo hicieron. Ellos están muertos aunque quizás no lo sepan. Carecen de futuro y padecen el presente mientras añoran un pasado de excesos y mentiras. Deje que se pierdan en el olvido al que están condenados. Usted no es un fracasado, nunca lo será si continua adelante. Abandone los probables, construya lo posible y sólo entonces dejará atrás este mal sueño que otros intentan convertir en pesadilla. Queda mucho por hacer, prácticamente todo. ¿Qué espera para empezar a convertir su futuro en presente?

jueves, 12 de julio de 2012

FRENTE A LA COBARDÍA DE LA SUPERVIVENCIA

Profundizar en disquisiciones metafísicas sobre si nuestra situación debe clasificarse como rescate, préstamo, ayuda, intervención, quiebra técnica o simple desastre no va a ayudar mucho en unos momentos en los que hay que contener la respiración, fijar la mirada en el horizonte y ponerse en marcha cuanto antes. Debemos ser conscientes del futuro que nos espera en términos macroeconómicos y la labor del gobierno y del conjunto de los partidos políticos es simple y llanamente comunicar al conjunto de los ciudadanos, de la forma más clara y comprensible, cuáles son nuestras posibilidades reales y los sacrificios que ello supone, evitando la ocultación, la demagogia y el interés propio. La presión impositiva, los recortes en prestaciones, las limitaciones presupuestarias, la perdida de poder adquisitivo y el resto de pandemias que nos amenazan, no sólo van a permanecer con nosotros un tiempo, sino que incluso se harán más visibles en nuestra cotidianeidad a corto plazo a medida que la clase media, auténtica barrera psicológica, se vea más afectada y debilitada y la falta de mantenimiento en los servicios públicos se haga visible con toda su intensidad. En este escenario, el margen estratégico apenas si existe y deberemos contentarnos con seguir al pie de la letra el manual de supervivencia así como las penitencias que Europa nos tiene reservadas. Y es que hemos llegado a un punto en el que poco o nada podemos hacer en términos macroeconómicos, salvo sobrevivir y esperar aunque ello suponga negarnos cualquier posibilidad de reactivación a corto plazo. Incluso hemos sobrepasado la frontera del liderazgo y ahora tan sólo parece necesitarse buenos gestores de la miseria aunque desgraciadamente nuestros políticos estén entrenados justamente en lo contrario. Pero, mientras todo esto ocurre, podemos iniciar nuestra regeneración activando iniciativas y desarrollando estrategias que, no sólo ayuden a acelerar el crecimiento, sino que contribuyan activamente a recuperar nuestra confianza como país que no es otra cosa que la voluntad de querer continuar haciendo cosas juntos. No son ni ocho, ni treinta y ocho. No corresponden al gobierno de turno. No necesitan tramites parlamentarios, decretos ni negociaciones con Bruselas o Berlín. Al igual que todas las grandes ideas, surgen de la necesidad y el sentido común. Son las micro estrategias que pueden aliviar esta pesadilla en la que nos hemos visto envueltos, inyecciones emocionales que nos permitan ponernos en marcha, superando la derrota y postración que nos invade, reacciones vitales para una sociedad que se encuentra desmembrada, desarticulada y, en definitiva, paralizada. Bien o mal, los políticos ya han hecho su trabajo. Son conscientes de que a partir de ahora, tan sólo les queda administrar al dictado de Europa. Pero, en cualquier caso, también pueden contribuir a la reactivación emocional de la sociedad a la que se deben y, para empezar, podrían hacerlo facilitando una mínima justicia social que permitiera la identificación pública de los culpables del desaguisado financiero. En todo problema, la generación de alternativas de solución es la prioridad dominante, pero en este caso, la necesidad de una reactivación emocional impone simultanear la búsqueda de soluciones con la identificación de culpables con nombre y apellido potenciando su humillación pública y ostracismo a falta de castigos penales que difícilmente podrán llegar. Hasta el más ingenuo es consciente de la estrecha línea que separa a los culpables de los políticos, pero este es el sacrificio que deben asumir al tiempo que exigen otros al resto de la población. La cuestión no es exigir sacrificios, sino plantear retos que los incluyan y todo ello pasa por dejar atrás muchas cosas, entre otras al conjunto de individuos asociales que hemos tolerado y transigido. Sólo una Inteligencia Estratégica colectiva puede sacarnos de esta y ello pasa por convertir los problemas en oportunidades o si se prefiere, utilizando la terminología de la crisis, transformar los sacrificios en oportunidades para redimirnos como sociedad, aprendiendo de nuestros errores y creciendo como país. Por decir algo….si Inditex o Mango redireccionaran parte de sus procesos productivos, realmente pasarían a ser algo más que banderas de la marca país… Por decir algo… si las administraciones autonómicas cedieran parte de sus competencias en un proceso de reinversión de tendencia estructural, realmente reforzaríamos la cohesión social que tan necesaria resulta en estos momentos… Por decir algo…si determinados sectores comerciales reajustaran sus márgenes a la auténtica realidad del país, la curva de consumo podría reactivarse de forma eficaz… Por decir algo…si se promovieran estrategias de internacionalización en el sector alimentario, podríamos poner en valor un potencial desaprovechado hasta ahora… Por decir algo… si los agentes sociales flexibilizaran los viejos modelos de relaciones laborales y ocupación, podríamos repartir el café de forma más eficaz… Por decir algo…si fuéramos más realistas con nuestras posibilidades de solidaridad, llegaríamos a un equilibrio más justo con el conjunto de la sociedad española… Por decir algo… si fuéramos más exigentes con el modelo de educación que necesitamos, realmente estaríamos cuidando el futuro de nuestros hijos… Por decir algo… si fuéramos más críticos con la vulgaridad, la chabacanería y el triunfo de la ignorancia descarada, dejaríamos atrás ese país de risas y pandereta… Por decir algo… si nos esforzáramos en conseguir un mayor grado de responsabilidad social, probablemente el nivel de ahorro presupuestario no tendría parangón en la historia de este país… Tan sólo son algunos ejemplos de los cientos de oportunidades que nos esperan. No son sacrificios sino retos. No se trata de retrocesos sino de avances hacia una sociedad auténticamente madura y democrática. No se trata de medidas provisionales, sino de necesidades inmediatas. En fin, hablamos de viejas deudas que tenemos contraídas con nosotros mismos desde hace ya más de treinta años. Frente a la cobardía de la supervivencia, la valentía de la realidad.

jueves, 5 de julio de 2012

FACILITANDO EL TALENTO



Algo tan elemental en nuestro desarrollo fisiológico como la construcción de las conexiones y redes neuronales depende en gran medida del grado de estímulos externos que nuestro entorno nos proporcione en nuestros primeros años de vida. La calidad estimuladora del entorno marca la diferencia entre un gran potencial desperdiciado y un desarrollo de facto y, de paso, reafirma la visión ambientalista frente a una concepción innatista que dejaría nuestra inteligencia en manos de la herencia genética.
Esta misma visión es aplicable al mundo de la empresa, un entorno que puede acabar resultando aséptico, opaco y rutinario, frente a la posibilidad de convertirse en un escenario increíblemente estimulador para el desarrollo del talento de las personas que interactúan en el mismo.
El talento es una capacidad en potencia. Puede eclosionar con fuerza o, por el contrario, convertirse en la peor de las frustraciones para quien es consciente de poseer la posibilidad de alcanzar un grado de desarrollo intelectual y emocional que le convierta en “mejor persona” social y económicamente hablando. La última palabra la tiene la empresa, pero como ocurre en estos casos, se trata de un ente metafísico difícil de contactar para expresarle sueños y deseos. La Gestión de los Recursos Humanos, incluido el Talento, parece ser la solución más aceptada. Sin embargo, ¿hasta qué punto un humano puede gestionar el desarrollo de otro humano?
El término “gestión” parece equiparar el Talento a las tablas de retribución, el aprovisionamiento de materias primas, la eficiencia energética o la monitorización de procesos. Resulta demasiado mecánico para algo que es tan profundamente humano y, en definitiva, plural e inesperado. Podemos “gestionar” adecuadamente el entorno hasta conseguir las condiciones ideales para la estimulación del talento individual, pero en último término, la decisión de convertir el potencial en capacidades y habilidades reales pertenece a cada una de las personas, sólo ellas decidirán en última instancia si desean ir más allá del contrato convencional que les liga a una empresa, construyendo de forma progresiva un contexto equilibrado entre el desarrollo personal y el colectivo, es decir el conjunto de la organización en la que trabaja. Hablar de “gestión” en estos términos, resulta comprometido, cuando no superficial y hasta frívolo.
¿Podrá el “gestor” estar más allá del bien y del mal? ¿Podrá ser lo suficientemente objetivo como para no confundir sus posibilidades de Talento con las de los demás? ¿Conseguirá entender que no hablamos de parámetros generales y cualitativos sino específicos y diferenciados? ¿Será capaz de asumir la inmensa diversidad de partida que presentan las personas de su empresa: cualificación, nivel cultural, entorno social, familiar, opciones políticas, etcétera? Parece más bien que hablamos del Übermensch de Nietzsche, el ultrahombre.  
Quizás el primer paso hacia una Cultura del Talento en la empresa fuera comenzar por erradicar el término “gestión”, introduciendo en su lugar el de “facilitamiento”. El responsable de los RRHH debiera ser, entre otras cosas, un auténtico “facilitador” del desarrollo del potencial de Talento de las personas de su organización. Facilitar no es gestionar. Supone ayudar, generar situaciones que demanden Talento, oportunidades de poner a prueba capacidades y habilidades intelectuales y emocionales, fomentar el error como la vía directa hacia el éxito. En definitiva, asegurar un entorno estimulador más allá de las rutinas establecidas.
El sistema educativo español nunca acabará de despegar hasta que no centre su atención de forma prioritaria en el aprendizaje por resolución de problemas, la estimulación del Talento individual y diferenciado, la potenciación del “poder entre iguales”, base del trabajo colaborativo, el desarrollo de habilidades específicas de gestión del conocimiento y su transferencia y comunicación, en fin, el desarrollo integral del conjunto de inteligencias de la persona. Hasta entonces, contaremos con excepciones libre pensantes, pero nos conformaremos con una masa crítica educada en la atonía de la rutina que todo lo iguala, hasta la mediocridad.
Pues bien, aplíquese el mismo cuento a una empresa…
Podemos hablar de la Innovación, la Investigación, la Gestión total de la Calidad, las nuevas tecnologías supra humanas, los cuadros de mando y los mandos del cuadro y hasta de la madre que nos parió. Pero, mientras no facilitemos el talento, será como hablar de un F1 sin haber descubierto todavía la rueda.

lunes, 2 de julio de 2012

ESPAÑOLAZO DE MIERDA




Domingo 1 de julio, 11´30 pm, Getxo, Vizcaya.



Después de disfrutar con un increíble partido de la selección española de futbol en la final europea, salgo a pasear con mi Bodeguera Andaluza a un parque cercano donde puede disfrutar correteando de un lado a otro. Al volver a casa, observo como un coche aparca precipitadamente y salen cuatro jóvenes mal encarados dirigiéndose a la entrada de la estación de metro cercana. Segundos después, escucho gritos: ¡Cobardes! ¡Cabrones! ¿Pero cómo podéis hacer esto con un niño delante? Me acerco y me encuentro con una escena que ya me temía… Un hombre con claros signos en la cara de haber sido agredido violentamente y, junto a él, su hijo de diez años vestido con la camiseta de la selección española. Escucho gritos algo más adelante y antes de poder reaccionar, una tromba de jóvenes con camisetas de la selección de Euskadi y otros signos nacionalistas pasan huyendo junto a nosotros, algunos de ellos nos insultan sobre la marcha y hasta amenazan al niño que ya comienza a quitarse la camiseta de la Roja. Nos acercamos a la estación, un coche de la Policía Urbana y otro de la Policía Vasca, un joven con la camiseta de la selección española increpa al municipal: ¡Me han pegado y tú mirando! Comienzan a llegar jóvenes y vecinos con camisetas de la Roja y banderas españolas, aparecen nuevos jóvenes radicales, insultos, crece la crispación, el coche de los ertzainas ha salido en persecución de los agresores, el policía municipal apenas si puede contener a ambas partes, llegan más vecinos y finalmente los radicales deciden emprender la retirada…
Vuelvo lentamente a casa y recuerdo que el día anterior leía en la prensa local como el inteligentísimo  Diputado General de Vizcaya afirmaba que esperaba un 0- 1 a favor de Italia en la final después de que los alemanes le fallaran en el pasado. Quizás alguien debiera recordarle a este señor que es un simple asalariado al que se le paga religiosamente cada mes para que represente y respete al 100% de los vizcaínos, no sólo a los ancianos de su partido y que, en consecuencia, en privado tiene derecho a opinar lo que quiera, pero en la esfera pública debe ganarse el generoso salario que le pagamos.
Acabo de presenciar un acto más de ausencia total de inteligencia por parte de personas con las que me veo obligado a convivir cada día. Soy consciente de que su respuesta sería algo así como “pues vete a hacer hostias a Burgos, ¡españolazo de mierda!” Por si no lo sabían, el término utilizado es “españolazo” y se atribuye a toda persona o cosa que no comulgue estrictamente con sus deseos y empleo este término porque hablar de ideas no viene a cuento en mentes que apenas han pasado más allá del estadio de desarrollo del feto.
El término “españolazo” es una actualización de aquellos hirientes epítetos que ya se inventaron hace décadas en estas tierras: maqueto, coreano… Pero su uso se ha generalizado más allá de los inmigrantes recién llegados a un País Vasco – Euskadi- Euskal Herria o cómo coño se diga. Ahora “españolazo” puede serlo cualquiera, da igual que haya nacido en esta tierra maltratada, acumule doscientos ochenta apellidos vascos, haya escrito una tesis doctoral sobre el cultivo del mango en tiempos de los banderizos o simplemente aspire a vivir en paz.
No, ni voy a tildar a esta gente de fascistas, ni voy a remontarme al origen maqueto de la señora esposa de Sabino Arana en lo suyo juaristiano. Mi vida es más importante que todo eso. Mi inteligencia no me perdonaría ceder a la tentación. Quizás acabé marchando de aquí, quizás alguien escriba una barbaridad en los comentarios de este post, quizás decida dedicarme al cultivo del malvavisco o me entregue a la causa de los gorilas de montaña. Pero, una cosa es cierta, la Vida no me pillará sin haberla vivido intensamente, sin haber aprendido de mis errores, sin haber buscado más allá de estos cuatro valles, sin haber renunciado a cualquier tipo de violencia por un trapo de color y cuatro idioteces trasnochadas, sin haber entendido que chorizos los hay en todos los lugares pero que también existe gente que necesito descubrir, sin sentirme orgulloso de haber llegado hasta aquí sin imponer a nadie aquello en lo que creo, sin esa necesidad constante de aprender del otro.
No, no voy a caer en la tentación porque bastante tiene esta gente con lo que les espera, un final de sus días vacío, una agonía sin recuerdos, una muerte solitaria…










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