miércoles, 22 de diciembre de 2010

MIS MEJORES DESEOS


Pocas veces miramos hacia atrás y cuando lo hacemos, contemplamos el pasado como algo distante y ausente, carente de significado para quienes tienen la firme convicción de haber logrado todo por sí mismos. Nada debemos y, en todo caso, nos sentimos ofendidos de haber recibido tan magra herencia de quienes ya no están. Ningún tiempo anterior fue mejor porque nadie llegó donde nosotros hemos llegado. Nosotros construimos el futuro, devoramos el presente y abandonamos el pasado. Apenas si imaginamos qué no podemos conseguir. Persisten viejos problemas, pero pertenecen a ese valle de lagrimas olvidado que , lejos de afectarnos en nuestro destino, simplemente nos incomoda durante algunos segundos. Nada debemos.
Viajamos al final de la noche, más allá de la incertidumbre, desbocados en nuestra carrera hacia la gloria del olvido. Creemos haber alcanzado ese momento que se torna fugaz, espejismo de soberbia innata, pero jamás volvemos la vista atrás porque es más fácil abandonar a su suerte los fracasos, los errores pendientes, las deudas compartidas y, en definitiva, lo que fuimos y no queremos recordar.
Acaba un año ausente. Hay quien no ha querido vivirlo pero lo ha sufrido semana a semana, día a día, minuto a minuto, segundo a segundo. Hay quien prefiere olvidar porque, sin llegar al dolor profundo, se ha sentido perdido y abandonado a su suerte. Hay quien se refugia en la recompensa final que aguarda a los justos y pacíficos que, llegados hasta a este mundo extraño y ajeno, malviven en la esperanza de la llegada del día de ajuste de cuentas. Hay quienes no sienten el final de nuestra primera década en el futuro porque para ellos no existe el tiempo que marca la felicidad y la inoportunidad, tan sólo un eterno por qué sin respuesta. Hay, en fin, quienes construyen su presente con el futuro de otros; para ellos tampoco existe el tiempo más allá de sí mismos.
Pero, por encima de todo, persistimos quienes confían en las personas, quienes creemos que cada día pasado fue siempre mejor porque algo más aprendimos y esperamos el nuevo año con sus retos y desafíos, esperanzas y oportunidades de ser, cada vez, un poco mejores.
A todos ellos, mis mejores deseos para el nuevo año, allí nos veremos.

viernes, 10 de diciembre de 2010

GREENSPAN DE NUEVO APOSTATA


Nunca está de más repasar tus viejos post y comprobar su validez a la sombra de la perspectiva que te ofrece el paso del tiempo. Entre otras cosas, nos recuerda que la historia nos da buenas lecciones aunque nosotros seamos unos alumnos bastante desinteresados.
Hoy recupero un post de 2008, es decir momento algido de esa crisis que se ha acabado convirtiendo en Gran Depresión...

GREENSPAN EL APOSTATA
Nunca he llegado a entender muy bien porque a Alan Greenspan se le llamaba el Profeta. En todo caso, se le debiera haber definido como el Oráculo. Pero ayer se ganó a pulso un nuevo alias: GREENSPAN EL APOSTATA.
A punto estuve de atragantarme con el bocadillo que trasegaba mientras veía al viejo bulldog en la CNBC compareciendo ante el Comité de Supervisión y Reformas de Gobierno del Congreso americano. Y no porque jamás hubiera pensado que podría oírle esas palabras, sino por el tono y el cinismo que empleó: “Sí, le he encontrado defectos”, haciendo referencia, por supuesto, al capitalismo.
Greenspan no es el diablo, aunque algunos se empeñen en ello. Simplemente es un reflejo más de la gran paradoja que es esa nación de la cual fue presidente de su Reserva Federal durante el mandato de cuatro presidentes distintos. Estados Unidos es una self made nation y en consecuencia es el hogar de los self made man, los hombres hechos a sí mismos. Pero en ello radica su gran paradoja: uno se hace a sí mismo cuando no hay paradigmas socioculturales que lo guíen en su camino. Y la ausencia de principios rectores da como consecuencia el reinado incólume de la Mano Invisible aunque los norteamericanos prefieren utilizar el eufemismo Libertad y Democracia.
La misma libertad que permite a una persona de origen humilde convertirse en triunfador, asegura la libre circulación de estafadores y maleantes de costa a costa del país.
La misma libertad que permite a Mr. Smith salir al campo los domingos con su rifle de precisión y pegar cuatro tiros a todo lo que tenga cuatro patas, asegura que un desequilibrado se presente el lunes siguiente en un centro escolar y la emprenda a tiros con todo lo que tenga dos patas.
La misma libertad que permite a Gorila Fuld y Chihuahua O´Neal llenarse los bolsillos con sus bonos basura, asegura la muerte a quien no puede pagar un seguro médico privado y decente.
La misma libertad que permite a un productor de Hollywood cerrar su fabula cinematográfica con una lacrimógena arenga a las barras y estrellas, asegura la impunidad de los cowboys en Guantánamo.
En fin, podría seguir así durante meses, pero no es necesario para poder afirmar, utilizando otro eufemismo políticamente correcto, que Estados Unidos es un País de Contrastes, como Granada por ejemplo. Podemos pasar del Browns a Martha´s Vineyard en un abrir y cerrar de ojos, pero seguiremos con la democracia y la libertad, las barras y las estrellas. Decía Carlitos Marx aquello de que la religión es el opio del pueblo. Si hubiera nacido en Baton Rouge (Louisiana), hubiera llegado a la conclusión de que la libertad y el nacionalismo de saldo es la heroína del pueblo norteamericano.
Esta libertad es la que ha permitido sobrevivir a los últimos ejemplares del capitalismo salvaje en el Gran Santuario Americano después de las grandes extinciones mundiales del periodo 1914 – 1945. Después de esas fechas, mientras el resto del mundo intentaba reponerse del shock, Estados Unidos dictaba las reglas del juego en aras de la conservación de los últimos ejemplares.
Hoy en día, año 2008, una anunciada epidemia ha puesto al borde de la desaparición total a una especie que había conseguido recuperar su población en los últimos treinta años. Una vez más, el mundo deberá apretarse el cinturón en un intento de refundar el Santuario después de que su sumo sacerdote se haya declarado apostata al afirmar: “Sí, le he encontrado defectos. Esa es la causa por la que ahora estoy en estado de shock después de verlo funcionar excepcionalmente bien durante 40 años”.
Faltan pocas semanas para que el director en funciones del Santuario se reúna con algunos, no todos, de los dirigentes mundiales con el fin de convencerles sobre la viabilidad de la supervivencia del capitalista salvaje a través de un cuidadoso y costoso proceso de fecundación in vitro. Con toda probabilidad, el proyecto saldrá adelante pese a que los hechos recomienden cerrar página y no hablar tan siquiera ni de refundación. Pero no debemos olvidar que todos hemos clonado ejemplares de la especie en los distintos continentes.
Estos ejemplares clonados han difundido la religión de la Mano Invisible por todos los rincones del planeta en las últimas décadas. En el caso de la Vieja Europa el proselitismo ha tenido sus dificultades por la imposibilidad de esgrimir el nacionalismo y la libertad como bandera. Pero una vez que estos argumentos fueron sustituidos por los de bienestar y felicidad, todo fue sobre ruedas. Somos cómplices del engaño nos guste o no.
No habrá refundación. Habrá confirmación de la verdad de la Mano Invisible. Pero, aunque no lo parezca, todo habrá cambiado. Es cuestión de tiempo. Las revoluciones, sean del tipo que sean, necesitan su tiempo y es indudable que una de ellas está en marcha.
Mientras tanto, los antibióticos contra la pandemia son los habituales: reestructuración y reducción, poco más. En realidad, es similar a un proceso gripal: hay que pasarlo. El problema es que las cepas han mutado y la virulencia es considerablemente mayor a la de otras ocasiones. Esta vez, muchos tendrán que guardar un largo periodo de cama, angustioso y doloroso. Algunos no podrán volver a recuperarse desgraciadamente y no pocos saldrán de esta con graves secuelas.
Quizás sea cuestión de empezar a insertar pequeños recuadros en los manuales de economía de grandes como Friedman o Hayek que digan: SU LECTURA PUEDE MATAR.
Buenos días y buena suerte

miércoles, 8 de diciembre de 2010

UNA MALDITA ASPIRINA


Si me preguntaran qué sector empresarial no merece mis simpatías, dudaría apenas unos segundos antes de recuperar la compostura y afirmar decididamente: las empresas farmacéuticas.
¿Por encima de las gestoras financieras o las petroleras? Sí, decididamente. Estas, al menos, son lo que son y poco o nada hacen por ocultar el secreto de su negocio, bussiness is bussiness. Pero la industria farmacéutica es otra cosa, refinada en sus modos y maneras, secretista y endogámica, más allá del bien y del mal, justo al borde del dolor.
Es algo así como el párroco de la aldea perdida en las brumas de los valles. Se le presupone asceta, comedido, virtuoso y hasta entrañable. Pero todo ello no quita para que tenga un sobrino aquí y dos o tres sobrinas allá y hasta quizás seis o siete primas primeras, segundas y terceras.
Mi antipatía por este tipo de empresas no viene derivada tan sólo por aquello que resulta más evidente: mercantilismo, deshumanización, trato vergonzante al denominado Tercer Mundo y manipulación. Quizás esto sea lo menos grave por tratarse de un lugar común. Sin embargo, existe algo más sutil y perverso que realmente concita toda mi animadversión. Las farmacéuticas están consiguiendo redefinir el concepto de salud hasta convertirlo en una utopía difícil de alcanzar. Algo tan natural como el nacimiento, la sexualidad, la pubertad, la disonancia emocional transitoria, la vejez y finalmente la muerte, han acabado por convertirse en simples estados patológicos. Dicho de otra forma, han conseguido la cuadratura del círculo: hacernos sentir felices en la infelicidad.
Pero no, no se preocupen, no pretendo traspasar las fronteras de la demagogia moralista porque, entre otras cosas, entraría en un terreno que estas empresas dominan perfectamente. Este es un blog dedicado a la Innovación o, lo que es lo mismo, a la capacidad de las personas para ser cada vez mejores y hacer a los demás cada vez más felices.
Aparentemente las farmacéuticas son innovadoras por naturaleza, la investigación básica y aplicada está en sus genes. Cada medicamento necesita de 10 a 12 años de ardua investigación y no menos de 900 millones de euros de inversión o, al menos, eso afirman los interesados aunque no estaría mal conocer el auténtico desglose de esos novecientos millones. Pero esto no basta o, al menos, no es el auténtico sentido que conferimos a la Innovación como fuente de valor y progreso.
Lo que ocurre es que más allá de la investigación apenas si parecen existir posibilidades para la Innovación en este campo. En caso extremo podríamos recurrir a intervenciones puntuales en los procesos o hasta en los modelos de negocio, pero poco más. La industria farmacéutica se asemeja al mecanismo de un reloj suizo. Precisa, inalterable, un modelo estable por naturaleza.
Se ha señalado en muchas ocasiones en este blog que una empresa nunca podrá ser una institución de beneficencia, no está pensada para ello. Pero sí puede, en cambio, aspirar a ser “beneficiosa” para las personas que trabajan en ella en primer lugar y, después, en la medida de lo posible para el entorno en el que nace, crece y se transforma. Algunos lo llaman RSC – Responsabilidad Social Corporativa, término y práctica polisémica sobre la que también planea la sombra de la duda. De hecho, muchas farmacéuticas desarrollan una amplia actividad de RSC aunque pocas son las que realmente convencen a sus stakeholders de la autentica bondad desinteresada de sus actuaciones.
Quizás una de las posibilidades de innovación real consistiera en redefinir el concepto de RSC que, con toda seguridad, acabaría por conducirles a la esfera de la Innovación Social, Es difícil vender un tratamiento contra el colesterol como si de un iPod se tratara, pero no es imposible y si se logra, comenzaría el retorno a la naturalidad del nacimiento, la vida y la muerte. Pero el secreto no se encuentra en la aspirina, sino en quienes la han ideado, inventado y desarrollado para eso, para que sea una simple y maldita aspirina.




Nota: si usted está interesado en profundizar sobre el tema, quizás le interese leer el análisis de Jörg Blech, “Los inventores de enfermedades”


lunes, 6 de diciembre de 2010

LA TRAMPA ESCOCESA


El desencadenamiento de las turbulencias financieras en 2007 hizo que muchas personas se preguntaran porque nadie había previsto lo que podía ocurrir. Este razonamiento no era del todo justo ya que hubo muchas voces que anunciaron el inicio de lo que posteriormente se ha convertido en la Gran Recesión. En septiembre de 2006 con motivo de una reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI), Nouriel Roubini anunció con rotundidad la inminente llegada de una grave crisis. Meses antes, Martin Wolf describió con todo lujo de detalles los factores que acabarían desencadenando la recesión, así como la sucesión de acontecimientos que estaban a punto de ocurrir. Muchos otros economistas alzaron sus voces sin que apenas encontraran eco en un contexto de optimismo irreal, alimentado por un puñado de truhanes que comenzaban a caer en la cuenta de que habían llegado demasiado lejos en sus aspiraciones. Lo que sigue ya es historia.
El pasado viernes, regresaba en mi coche de Oviedo bajo una copiosa nevada cuando escuche por la radio que los controladores aéreos abandonaban en masa sus puestos bajo el pretexto de súbitas e inesperadas situaciones de stress. Lo que sigue es bien conocido para desgracia de cientos de miles de personas que confiaban en disfrutar de un paréntesis en medio de tantas malas noticias.
Desde la perspectiva personal de mis intereses profesionales en la gestión del cambio en cualquiera de sus manifestaciones, la conclusión era simple: qué fácil resulta generar cambios drásticos al amparo de los intereses personales y qué difícil resulta aunar voluntades para perseguir cambios en pos del bien común.
Ciertamente es una reflexión insultantemente simplista, pero es la que explica la que podríamos denominar “trampa escocesa” o, dicho de otra manera: como Adam Smith no consiguió encontrar sentido al bien común en el marco de una naciente ciencia económica.
La Economía, pese a quien a pese, jamás podrá llegar a ser una ciencia medianamente exacta y, todo ello, por la simple razón de que estudia una de las actividades humanas por excelencia: la supervivencia. Hablar del hombre ya supone implícitamente adentrarse en el mundo de lo imprevisible, pero si añadimos el factor “supervivencia” a la ecuación, el movimiento de vuelve errático e incontrolado. Smith era perfectamente consciente de ellos y, finalmente, la aceptación de este fatalismo, unido a la visión providencialista de un hombre profundamente religioso, acabó por encontrar una solución de compromiso en la famosa Mano Invisible. Estas dos palabras, mano e invisible, han sido el arma de choque para predicar las bondades de la libertad humana, basada en la búsqueda del bien personal y, no lo duden, la Mano Invisible es la auténtica causa genérica de esta situación que vivimos y de otras que sucederán en el futuro.
La Mano Invisible acabará aportando providencialmente un nuevo equilibrio, puestos de trabajo, reactivación financiera y, en definitiva, prosperidad. Esa extraña palabra tan increíblemente polisémica como aquella otra expresión de “calidad de vida”. Pero, no se engañen, en realidad será el bien individual quien restablecerá la situación porque un poco de caos aporta beneficio, pero la imperfección indefinida resulta apenas rentable.
Winston Churchill sentenció al concluir la Batalla de Inglaterra: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”. Entre el viernes y el sábado, nunca tan pocos provocaron la desdicha de tantos. Pero, siempre contaremos con la Mano Invisible.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

WHO DO IT?


Palabras como ambición, codicia o especulación han cobrado vida con el devenir de esta crisis convertida ya en Gran Recesión. Pero estas turbulencias también han acentuado una cultura que ya venía imponiéndose en nuestra sociedad desde mediados los noventa: ¿QUIÉN ES EL CULPABLE?.
Como es fácil de suponer, la cultura de ¿Quién es el culpable?, está basada en algo tan simple y sencillo como escabullir el bulto. Esta es una táctica tan vieja como la sopa de ajo con tropezones, pero en las últimas décadas ha cobrado una importancia singular en el spanish way of life.
Buscar al culpable ante la aparición de un problema tiene su lógica. Puede discutirse la finalidad de la búsqueda, ¿castigar o aprender del error?, según la naturaleza, grado y consecuencias derivadas del problema en cuestión. Pero, por encima de la caza al culpable, se sitúa una necesidad más urgente: resolver el problema. Aquí radica la perversidad de esta cultura. Mientras se busca al culpable que, por otro lado, casi nunca aparece, salvo un pobre imbécil que acaba pagando la factura, el problema crece y se multiplica haciéndose cada vez más irresoluble o exigiendo una mayor concentración de recursos y sacrificios para su solución.
¿Recuerdan el Prestige? ¡Cómo no! Quizás deban saber que si mañana se produjera una emergencia similar frente a las costas gallegas, la secuencia de los hechos sería prácticamente la misma. Sí, efectivamente. Los esfuerzos se centraron en la búsqueda del culpable y la única consecuencia de todo ello fue encontrar el pobre imbécil en la persona de un viejo capitán que acabo con sus artríticos huesos en la cárcel. Hay muchos Prestiges, ahí tienen el incendio de Horta que ha cobrado nuevo impulso en los últimos días en su vía judicial. De hecho, cada vez que abrimos el diario a la sombra de nuestro café vespertino o contemplamos el noticiero televisado, asistimos a una representación más de esa tragicomedia titulada ¿QUIÉN ES EL CULPABLE?. No hay papeles secundarios, todos son protagonistas. Tenemos culpables financieros, culpables deportivos, culpables sexuales, culpables tecnológicos, culpables religiosos y hasta culpables meteorológicos. Pero el Goya a la mejor interpretación se la llevan los políticos de toda clase y condición, pelaje y color. Al fin y al cabo, ellos no inventaron esta bicoca, pero sí han sido los principales impulsores desde que desaparecieron los profesionales de la política, allá amanecidos los noventa.
Tenemos que enfrentarnos a la vergüenza de cuatro millones de personas que amanecen cada día sin futuro ni condición. Pero la vergüenza se transforma en oprobio mientras contemplamos atónitos el espectáculo de los tú no yo, no tú, sí tu, quizás aquel, pero tú también. Por perder, han perdido hasta la habilidad oratoria o el ingenio verbal, debiendo soportar circunloquios infantiles, cuando no diatribas navajeras.
¡Aquí nadie ha hecho nada!
Ese y no otro es el PROBLEMA.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

SIX


Las palabras pierden su alma cuando se manipula su significado en pos de otros intereses.
Innovación, como término de éxito, ha acabado por perder su alma como palabra y necesita recuperar la lógica y simplicidad de su significado.
SIX es una alternativa de solución.

QUÉ
¿Qué es la Innovación?
La Innovación es convertir el conocimiento en valor real

CÓMO
¿Cómo se consigue esto?
Convirtiendo primero el dinero en conocimiento

CUÁNDO
¿Cuándo debemos innovar?
Cuando la incertidumbre se convierte en problema

QUIÉN
¿Quién puede innovar?
Aquellos que superan la necesidad y alcanzan la convicción

DÓNDE
¿Dónde debemos innovar?
En todo lugar que ofrezca una oportunidad de progreso y generación de valor

POR QUÉ
¿Por qué debemos innovar?
Porque está en nuestra naturaleza humana

lunes, 22 de noviembre de 2010

MALAS NOTICIAS DESDE LA TIERRA


Malas noticias desde el vigésimo aniversario de la Declaración de los Derechos de la Infancia…
140
140 millones de niños jamás han pisado un aula
700. 000
700. 000 niños sufren abusos sexuales de forma reiterada
1000
1000 millones de niños viven en países que sufren conflictos armados
170
170 millones de niños son huérfanos, la mayoría sin ayudas o tutelas
200
200 millones de niños sufren severas discapacitaciones
150
150 millones de niños menores de 14 años trabajan, muchos de ellos en condiciones cercanas a la esclavitud
150
150 millones de niños viven en la calle
2000
2000 niños son contagiados cada día por el VIH
200
200 millones de niños sufren hambre severa
(…)
(:(
Por si no lo sabía, acaba de aparecer la última pantalla by leds más ultra plana de mundo. Realmente será tonto si no se la compra.
Por si no lo sabían algunos humanoides con vocación de liderazgo político, religioso o económico, venimos a este mundo para ser felices y esa debe ser nuestra primera aspiración, por más que a algunos nuestra felicidad les provoque infelicidad.

martes, 16 de noviembre de 2010

DRIVERS

Invertir en Innovación tiene un limite partir del cual los retornos no están asegurados. La rentabilidad de una política de innovación que va más allá de los procesos meramente incrementales está directamente relacionada con el análisis, detección de oportunidades y determinación de drivers estratégicos. El efecto real de la Innovación y sus retornos no están directamente relacionados con el volumen de inversión. Microsoft ha realizado un esfuerzo inversor considerable en los últimos años y, sin embargo, los réditos son más que discutibles si lo comparamos con la inversión realizada por Apple, por ejemplo. En este último caso, la concreción de drivers ha estado íntimamente relacionado con el despliegue de estrategias como la especulación en la tasa de obsolescencia de sus productos y el direccionamiento de sus mensajes hacia un público muy concreto con una cultura de tecno – diseño muy específica. El resultado es el increíble posicionamiento de Apple y su revalorización.
La obtención de retornos significativos en términos de Innovación está íntimamente ligada a la existencia de unas condiciones estructurales en la empresa: PERSONAS + ESTRUCTURA EN RED + MÉTODO. Pero, incluso contando con esta condición estructural, el éxito en términos de valor real no está asegurado sin una buena política de prospectiva estratégica que guie las acciones. Observemos por ejemplo a una corporación considerada de éxito: REPSOL. La petrolera presenta unos resultados más que aceptables, basados en sus posicionamientos exteriores, pero fundamentalmente basados en la deriva de los mercados de crudo. La Innovación poco o nada tiene que ver con esto, pese a que la corporación insiste en utilizar esa bandera periódicamente. La realidad, sin embargo, nos presenta una política de “cantidad supuestamente asegura calidad”. En otras palabras, varios centenares de investigadores embarcados en proyectos específicos sin conciencia de red, ausencia de método corporativo y, sobre todo, estrategia definida. El resultado final de esta política es un índice ridículo de éxito final en términos de innovación – valor. Sólo con el presupuesto destinado en un año a esta “carrera en todas las direcciones” se podrían asegurar las condiciones estructurales y los drivers estratégicos que asegurarían retornos significativos a medio plazo.
Innovar se puede innovar, pero asumiendo una cuota de riesgo controlado y estableciendo unos objetivos definidos en términos de generación de valor. Efectivamente, todo lo demás es “humo”.

sábado, 13 de noviembre de 2010

EL ELEFANTE ABERTZALE


Dice la leyenda que los antiguos monarcas de Tailandia tenían una curiosa forma de castigar a sus súbditos menos queridos en forma de regalo envenenado. En concreto se regalaba al súbdito en cuestión un elefante blanco, animal venerado por el pueblo llano. El individuo debía llevárselo a casa, alimentarlo de forma especial y permitir que cualquiera entrará en sus propiedades para adorar al extraño paquidermo. El resultado final era que el supuesto regalo se convertía en una pesadilla sin fin que acababa por llevar a la ruina a su propietario.
Bien, ETA se ha convertido en el Gran Elefante Blanco de la denominada izquierda abertzale. Quizás debieran ir pensando en donarlo a un zoo de Wisconsin.

jueves, 11 de noviembre de 2010

EL CLIENTE NO NECESITA EXPLICACIONES, BUSCA SOLUCIONES


Me preguntaba el otro día un cliente sobre la dificultad de “vender innovación”. Vender siempre es complicado o, al menos, a mi eso me parece desde mis limitadas dotes comerciales. Pero mi respuesta fue casi inmediata: “difícil y en este país aún más”.
En psicopedagogía se denominan “preconceptos” a aquellos fondos cognitivos previos al aprendizaje, fruto de la experiencia práctica y casi siempre erróneos o, al menos, formalmente incorrectos.La Innovación es una damnificada permanente por los preconceptos en este país, sólo por citar algunos de ellos:

1. MINORITY REPORT
La Innovación se concibe como algo que sólo debe afectar a determinadas personas en la organización, casi siempre relacionadas con las áreas de tecnología, sistemas o, como mucho, producción. En todo caso, personas con cualificación profesional notable.

2. 2001, UNA ODISEA TOLEDANA
La extraña relación entre tecnología e innovación es una de las cosas que más daño han podido provocar a las posibilidades reales de esta última en la generación de valor integral en una organización. Hay empresas que por su vocación y ubicación sectorial deben dirigir ineludiblemente sus esfuerzos innovadores a la esfera tecnológica. Pero, en este país, el panaché cocinado con innovación, I+D+i, tecnología y modernidad es realmente insufrible y casi siempre acaba indigestándose. Personalmente, no me cansaré de repetir que la tecnología es un medio y nunca un fin en sí mismo. Este preconcepto, elimina de partida las posibilidades reales de multitud de pequeñas y medianas empresas en sus inquietudes emprendedoras en el mundo de la Innovación.

3. LA NOCHE DE SAN JUAN
Nadie puede negar la necesidad de sensibilizar a la población empresarial sobre las virtudes estratégicas de la Innovación. Pero de esto a convertir las políticas activas de Innovación en una interminable sucesión de encuentros, jornadas, foros, encuentros en la tercera fase y otros eventos de similar pelaje, va toda una interminable Noche de San Juan. Diez años después de empezar con esta estrategia, continuamos dedicando preciosos recursos a traer a este y aquel gurú de a 30.000 euros de vellón, acompañados de los correspondientes teloneros encargados de proclamar a los cuatro vientos los éxitos de su empresa en esto de la Innovación. Realmente deprimente.

4. LOS PILARES DE LA TIERRA
La Innovación es la materialización de la creatividad en términos de utilidad y valor. El acto creativo es genuinamente humano y, en consecuencia, son las personas los protagonistas principales de un proceso innovador. Pero esas personas necesitan un perfil de competencias y patrones emocionales específico, además de una estructura – espacio de trabajo determinado y, sobre todo, un método operativo contrastado y eficaz que pueda ser utilizado como lenguaje común de comunicación, cooperación y generación. En otras palabras, PERSONAS+ ESTRUCTURA+ MÉTODO= ALINEAMIENTO CORPORATIVO PARA LA INNOVACIÓN. Es una relación fácil de explicar, justificar y comprender, pero que pocas empresas acometen con rigor y sistematización a la hora de desplegar actuaciones corporativas de innovación.

5. TODO EL MUNDO ES GÜENO
La calidad de la consultoría profesional de Innovación en este país merecería una calificación cercana a 2/10, es decir deprimente. Más aún si se tiene en cuenta la profusión de ofertas. Pero, si se observa con detenimiento el contenido de las mismas, la gran mayoría coinciden en una serie de rasgos: ambigüedad, oferta generalista, indefinición metodológica y escaso alcance en resultados contrastados. Quizás una parte de ello se explique por el origen del ofertante, casi siempre consultorías de sistemas reconvertidas ante el agotamiento de la demanda de normas y certificaciones o grandes firmas que deben incluir en su offering servicios y soluciones de esta categoría por una cuestión de imagen y lógica. También existe mucho hippie que actúa como francotirador, picando acá y allá y dejando una estela de actuaciones puntuales más o menos afortunadas, pero que ni afectan al conjunto de personas de una organización, ni conducen a ala interiorización de una cultura permanente por lo que acaban incluyéndose en el anecdotario de la empresa tan recurrido a la hora de mostrar hostilidad ante cualquier nueva iniciativa que suponga una distracción al duro trabajo cotidiano.



6. LA CASA DE BERNARDA ALBA
Allá por los meses centrales de 2007 el cónyuge de Bernarda muere debido a una repentina burbuja que acaba con sus sueños y ambiciones. Bernarda, lejos de sobreponerse a la crisis y rehacer su vida, prefiere encerrarse en la seguridad del luto, austero, sobrio, conservador, incapaz de asumir nuevos retos junto a Angustias, Magdalena, Martirio, Amelia y Adela. Nadie, ni amigos, conocidos o vecinos saben a ciencia cierta si todo ello es un drama o una tragedia. Pero, indudablemente, es una oportunidad perdida, una más.

Volviendo a mi conversación con el inquieto cliente…Después de mi afirmación tajante, sonreí y levantando los brazos exclamé:

¡EL CLIENTE NO NECESITA EXPLICACIONES, BUSCA SOLUCIONES!

domingo, 7 de noviembre de 2010

LA IGLESIA QUE NO QUIERO


No era mi intención polemizar sobre la visita de Benedicto XVI en este blog y, menos aún, en mi circulo de amistades porque ya se sabe que discutir sobre política y religión solo puede acabar en el desanimo cuando no en la confusión. Sin embargo las primeras declaraciones de BXVI cuando todavía no había llegado ni a aterrizar en el aeropuerto de Santiago ya me crisparon el ánimo. Vaya por delante que me resulta difícil substraerme a la subjetividad después de más de veinte años de crispadas relaciones personales con el Vaticano que no con los católicos de este país.
En otros tiempos, impartí clases de Derecho Canónico (de algo hay que vivir cuando inicias tu andadura profesional) y, en consecuencia, entiendo que la nomenclatura técnica de la Iglesia no coincide necesariamente con la de la sociedad civil. En este sentido, vaya por delante, la aclaración de que lo que conocemos como ministerio en una sociedad laica, se denomina “dicasterio” en el ámbito de la estructura de gobierno de la Iglesia católica. Pues bien, BXVI decidió no hace muchas lunas la creación de un nuevo dicasterio para la reevangelización que, de forma descaradamente oportunista, declaró ayer lo había hecho pensando de forma específica en España, presa de un “laicismo agresivo” que recuerda tristemente a la experiencia republicana del pasado siglo. Todo ello, me recuerda que la alta jerarquía eclesiástica tiende a comportarse como los padres de aquel joven que decide dedicarse a la poesía libertaria cuando su destino era perpetuar la saga familiar al frente de un flamante despacho de abogados. Pero esa es la oculta trampa de la libertad bajo sospecha de condenación que todos hemos de sufrir, al menos, una vez en la vida.
Es una frase hecha aquella que afirma que “la Iglesia no ha sabido evolucionar con los tiempos”. Una frase que particularmente considero desafortunada. La Iglesia no ha sabido acompañar al hombre en sus tiempos. No ha querido acompañar al hombre en su evolución hacia lo desconocido porque nunca ha aprendido el verdadero significado de la palabra “incertidumbre”. De hecho, proclama como virtud su papel de solución terapéutica a tanta incertidumbre que rodea al hombre. Ha cometido un error tras otro en la aventura humana y siempre ha mostrado la misma incapacidad para aprender de ellos, condenándola irremediablemente a ese error que carece de aprendizajes que se llama “fracaso”. Y no habló de los errores humanos relacionados con la intransigencia, la convivencia con el poder mal entendido o la debilidad de la carne. En esos casos es fácil, aunque también le cuesta, declarar públicamente su pecado. Hablo de los errores espirituales, trascendentales, aquellos que nunca debiera haber cometido en su vocación de servicio al hombre.
Es fácil arremeter contra los fastos que acompañan a la alta jerarquía eclesiástica, lujo y oropeles, berlinas premium de última generación para trasladar a sus cardenales, tarifas astronómicas en las beatificaciones o viajes papales que desbordan cualquier expectativa. Me resultan triviales las iniciativas de reclamar la factura o el beso colectivo. Al fin y al cabo, son cortinas de humo que desvían la mirada de un problema más profundo y que la Iglesia se niega a reconocer.
Dicen que la Iglesia es testigo de Dios en la Tierra, pero…
¿De qué Dios?
¿De qué Tierra?
¿Testigo del pasado, del presente o del futuro?
¿Testigo de los hombres o solo de algunos hombres?
¿La Tierra del consuelo en la desesperanza o de la búsqueda más allá de la verdad consagrada?
¿La Tierra de la negación o del compromiso?
¿Testigos de la libertad que esclaviza o de la verdad sin condiciones?
Demasiadas preguntas para ser resueltas con un dicasterio.
La secularización en Europa es un hecho como tantos otros que demuestran el momento crítico que atravesamos y que, probablemente, acabe en una creación destructiva en esa incesante búsqueda que es nuestro devenir. Pero no sólo es la catarsis de caducos modelos económicos, la evolución de viejas creencias políticas o la luz que debe surgir al final del túnel espiritual que atravesamos. La Iglesia, tal como la conocemos, también es parte de ese mundo que se desmorona a nuestro alrededor. La duda reside en su voluntad de acompañarnos sin condiciones en larga marcha o en su ofuscada insistencia en convertirse en el último baluarte de resistencia de algo que, aunque nos neguemos a admitirlo, hace ya tiempo que ha pasado a mejor vida y no ha conseguido encontrar su sitio a la derecha de Dios Padre porque, simplemente, fue otra etapa más en la búsqueda.
Entre nosotros…Benedicto XVI es un hombre, ni peor, ni mejor, solamente un hombre y, por eso, estoy seguro que comparte conmigo todas estas dudas y, quizás, las sobrelleve peor de lo que yo lo hago. Por eso hay que ofrecer la mano a esta Iglesia. Si lo hacemos, es probable que retraiga esa mano que ahora tiende y consigamos sacarla del mar de dudas que la ahoga.

sábado, 6 de noviembre de 2010

LA ESCLAVITUD DE LA LIBERTAD


¿Conocerán los individuos que conviven en esa casa llena de cámaras a un tal Vargas Llosa?
¿Habrán caído en la cuenta de que Saramago no es una cantaora cuyo verdadero nombre es Sara Mago y de segundo Merlín?
¿Llegará a esa extraña pensión del peine aunque sólo sea un diario de provincias?
¿Qué extraño bebedizo ha tomado la “conductora” del reality para olvidarse de sus raíces?
¿Habrán caído en la cuenta de que ya no se dice 66 ó 69 sino 66 o 69?
¿Jamás se preguntan qué hacen realmente entre esas cuatro paredes?
¿Por qué no se le ocurrió a Calígula tanta degradación como expresión del panem et circem?
Ergo las cadenas generalistas generalistas son el opio del pueblo, el ingenio aculturizador que propaga la buena nueva de la esclavitud de la libertad.
Amén

miércoles, 3 de noviembre de 2010

EL LÍDER OCULTO


Adolfo Hitler adoptó el título de “Der Führer”: el líder. De partida, ya es un hecho significativo. El periodo que discurre entre 1919 – 1945, es decir entreguerras y conclusión de la segunda gran hecatombe ,fundamentalmente europea, ofrece una “galería del liderazgo” que es difícil volver a encontrarla en un periodo tan breve de tiempo. Normalmente, el espectador de a pie confunde a los responsables políticos de las grandes naciones en guerra con los líderes del momento. Pero, ciertamente, la coincidencia es prácticamente total: Churchill, Roosevelt, Hitler y Stalin ofrecen una amplia muestra de liderazgo en todas sus facetas, las deseables y las nada deseables, pero, al fin y al cabo liderazgo. Porque, no debe olvidarse que el blanco existe gracias al negro, el fundamentalismo gracias a la tolerancia, la bondad gracias a la maldad y, en definitiva todo aquello que consideramos deseable. En otras palabras, y por mucho que nos pese, Osama Bin Laden realizó un ejercicio de creatividad devastadora en torno a la Torres Gemelas.
Pero volviendo al liderazgo…¿cuándo es necesario?, ¿cuándo deben surgir los lideres?, ¿qué se espera inicialmente de ellos? Preguntas demasiado simplistas, pero indudablemente necesarias antes de formularse muchas otras sobre la naturaleza, rasgos y efectos del liderazgo.
En términos generales, el liderazgo surge, o mejor, se espera que surja ante “situaciones de crisis”, eufemismo que se traduce en cualquier situación que exija toma de decisiones desconocidas o, al menos, inicialmente costosas o incluso dolorosas. Acercándonos algo más a la realidad, la sociedad dice necesitar liderazgo cuando se “encuentra perdida”, es decir cuando no logra comprender lo que ocurre. Alemania no conseguía entender lo que ocurría en la década de los veinte tras la ignominia revanchista de Versalles y el impacto de la Gran Depresión. Los ingleses amanecieron repentinamente con la amenaza nazi frente a Dover después del milagro de la BEF sobreviviendo al caos de Dunkerque. Los norteamericanos no conseguían comprender el cúmulo de amenazas asociadas a los últimos momentos del mandato Bush, crisis financiera, burbuja inmobiliaria, la vietnización de Irak y Afganistán.
En esos confusos momentos en los que el rumbo se ha perdido, la sociedad espera y reclama algo o alguien que marque nuevos retos, formule esperanza y sepa traducir ambas cosas en una acción decidida y compartida. Es la hora de los lideres que deben situarse por encima de los gestores que, hasta ese momento, no lo han hecho ni peor, ni mejor, simplemente han gestionado. Pero la incertidumbre no se gestiona y, menos aún, se contemporiza con ella. La Incertidumbre se supera y se trasforma en oportunidad y reto.
Pero en estos momentos de desconcierto, es fácil precipitarse en el juicio y, en consecuencia, adoptar la decisión errónea. Lejos de buscarse reflexión, se reclama acción que conduzca más allá de las brumas. Hitler no fue la solución a los problemas de Alemania, sino, más bien el inicio de los mismos. Hoy hemos confirmado algo que se sospechaba: el fin del idilio que los ciudadanos mantenían con Obama, una figura mediática y sin duda bienintencionada , alguien “distinto” en todos los sentidos que podría actuar como catalizador. Pero, a poco que se observará con atención, un reformista que, en todos los sentidos, no tiene nada que ver con un líder. La crónica de un fracaso anunciado.
En nuestro país, el desconcierto, aunque no se visualice, es absoluto. Hemos despertado del “sueño español” en medio de Los Monegros, cuando el sol se encuentra en su zenit y sin un triste árbol que nos sirva de referencia, acompañados del rumor sordo de las cigarras que todo lo saben pero nada proponen. Pero, extrañamente, lo que se exige, aunque sea de forma inconsciente, es gestión, no liderazgo. Quizás sea porque de forma consciente sabemos que no existen demasiadas opciones. Ni el señor Zapatero, ni el señor Rajoy reúnen , entre amos los dos, una astilla de liderazgo. Poner las esperanzas en el señor Rubalcaba o en el señor Gallardón es una cataplasma de más que dudosa eficacia. Necesitamos llamadas a la acción, nuevas fronteras, no palabras de esperanza, ni filosofías de la miseria compartida en la justicia social . No contamos con candidatos al liderazgo, afrontémoslo. Pero no nos conformemos con la mediocridad que nos ofrece la clase política. Es probable que el líder este entre nosotros. Necesita ser descubierto. La otra alternativa es dejar que pase este “valle de lagrimas”, pero podemos despertarnos frente al “generalísimo” (degradado con minúscula) cortando la cinta de un nuevo pantano.

viernes, 29 de octubre de 2010

NADIE TRABAJA POR NADA


Imagínense a la Madre Teresa de Calcuta trabajando por nada en los olvidados arrabales o a Marcelino Camacho deshojando la margarita en una celda de Carabanchel por nada. Piensen en los mineros asturianos o leoneses bajando al tajo por nada o al bueno de Picasso matándose la cabeza con el retrato de Marie – Thérèse por amor al arte.
Nadie trabaja por nada, al menos en su sano juicio. Pero, no debiéramos olvidar que la gente no trabaja sólo necesariamente por dinero. Y si alguien lo piensa, sinceramente, acabará muriendo sin saber exactamente qué hacía en este mundo. De hecho, es algo más que dramático encontrar personas que, apenas con media vida laboral a sus espaldas, sólo expresen sus deseos de llegar a la jubilación para acabar de ingenieros – asesores en las obras de alcantarillado de su barrio. No puedo saberlo con certeza porque no he llegado a experimentarlo, pero tiene que ser una sensación más que terrible. Desamparo, desconcierto, vacío o quizás simplemente resignación.
Nadie trabaja por nada, pero no necesariamente se trabaja sólo por dinero. Hay quienes lo hacen porque necesitan saberse necesitados. Los hay que agradecen una pequeña palmadita en la espalda por el trabajo bien hecho. Hay quienes lo hacen por el afán de descubrir. También los hay que desean saber si las cosas pueden cambiar. Algunos trabajan por sentirse acompañados, amparados en el equipo. Hay quienes ofrecen sus ideas, otros sus manos, quizás su cuerpo y hasta sus más intimas convicciones. Hay quien trabaja para sentirse simplemente bien y los hay que han conseguido identificar momentos de plena felicidad que superan los oscuros temores que también existen.
Cuatro millones y medio de personas no pueden experimentar ninguna de estas variantes en este país. Muchos de ellos quisieran trabajar, en este momento por pura necesidad y quizás mañana por simple felicidad. Algo menos de la mitad no volverá a trabajar y continuará sin querer despertar cada mañana a la oscura realidad del sol que ilumina su ventana. Algunos millones retornarán al trabajo poco a poco y dejarán pasar los días en rutinas apenas deseadas, pero necesarias. Los habrá que acaben por encontrar su primer trabajo, sus primeros sueños de futuro. En este país, hoy, muchos trabajarían por dinero, pero hay muchos más que lo harían por sentirse vivos.
Como le comentaba ayer a mi buena amiga Astrid Moix, las organizaciones, empresas si prefieren, nunca podrán ser instituciones benéficas, es más, ni siquiera debieran intentarlo. Pero sí debieran ser conscientes de un imperativo, ni siquiera moral, simplemente humano: llegar a ser beneficiosas para las personas que trabajan en ellas. Y todo ello sin llegar a citar la palabra dinero.

miércoles, 27 de octubre de 2010

TRABAJAR MÁS Y COBRAR MENOS


Siempre ha sido frecuente la confusión entre genio e ingenio aunque quienes atesoran lo primero, casi siempre dan muestras de lo segundo, pero rara vez se produce a la inversa. Gerardo Díaz Ferrán que, en breve, pasará a las brumas de la historia empresarial, nos dio muestras de lo segundo hace ya algunas semanas cuando se arranco por soleares con aquello de “hay que trabajar más y cobrar menos”, aserto que no le permitirá entrar en el panteón de los grandes pensadores de la ciencia económica, pero que, al menos, le permitió compartir titulares con la princesa del pueblo cuyo nombre y apellido me niego a recitar en estas líneas.
Trabajar más y cobrar menos puede ser un consejo, gratuito por supuesto, para aquellos que inician su andadura laboral. ¿Recuerdan aquello de “entrar el primero, salir el último y exhibir siempre una gran sonrisa”? Personalmente, seguí aquel consejo y me ha ido tan bien que, aún hoy en día, lo practico. Pero lo que me ocupa que no preocupa en estas líneas es la afirmación cada vez más real de “trabaja más y paga lo mismo”. Este sí que es un pensamiento que se merece un espacio en la galería de frases celebérrimas de la ciencia económica. El problema es que no sabríamos a quién atribuírselo ante el ingente número de candidatos a tan merecido reconocimiento. Pero el hecho comprobado es que cada vez trabajamos más para pagar lo mismo. Y, todo ello, bajo el peregrino argumento de la compra inteligente, el comprador sabio, el servicio rápido, el sano compadreo con el cliente, la razón de los tiempos modernos o incluso la revolucionaria innovación en el modelo de negocio.
Si por la razón que sea decidimos adentrarnos en un establecimiento de comida rápida, tengan por seguro que podremos contar a nuestros nietos que trabajábamos altruistamente en el gremio de la restauración. Pero, si el objetivo es acumular experiencias profesionales “por amor al arte”, no se preocupen, las gasolineras, las grandes superficies, las aseguradoras, las aerolíneas de bajo coste, los bancos y muchos otros más están dispuestos a ofrecernos esa oportunidad. Hasta los chinos han descubierto la bondad del invento.
Ya saben de qué hablo y sabrán también que el razonamiento para este ejercicio de ETT es el de ofrecer un producto asequible o incluso barato a cambio de nuestra colaboración en la cadena de valor. Sin embargo, a uno le asalta una duda trascendental, a saber: si contribuimos con nuestro esfuerzo desinteresado a la generación y venta de un producto, los costes se verán reducidos sensiblemente sin que ello tuviera que repercutir necesariamente en un incremento de las ganancias, sino más bien, en todo caso, en un incremento de la calidad del producto o servicio. Explicado en términos del doctor Aspirino: un objeto tiene un coste de cien y lo vendemos por ciento veinte , pero si implicamos al consumidor para que asuma ciertas cargas productivas, podremos reducir el coste a noventa y el precio final a ciento diez, pero todo ello sin merma de la calidad. Todo lo que escape a este razonamiento no debiera ser alabado, al menos por el sufrido consumidor, como la demostración del genio empresarial, sino más bien como derroche de ingenio rozando la tropelía.
Fíjense, sin ir más lejos, en la multitud de puestos de trabajo que podríamos generar de la noche a la mañana si, por un tiempo, retornáramos a una relación “más artesanal” con el cliente. Y, todo ello, sin merma del precio objetivo del producto en cuestión. Eso sí sería “trabajar más y generar más”.

sábado, 23 de octubre de 2010

LO QUE QUEDA DEL DIARIO


Definitivamente Don Mariano debiera cambiarse el apellido por el de Samaniego porque lo suyo son las fabulas y las analogías. Creo que poco le queda al pobre Zapatones por encarnar en el universo rajoyniano. Capitán de barco, entrenador balompédico, bombero torero, malvado sainetero y no se cuantas más. A Don Mariano se le ha olvidado emularlo como el Jabato, Tartarin de Tarascon o bandolero de Sierra Morena. Pero, no se preocupen, todo se andará. Mientras tanto, voy a ver si consigo unos napos llamando a un concurso televisivo que formula la siguiente pregunta: ¿Quién dijo en este programa “no me importaría tirarme un pedo”? Y , como de preguntas vamos, ¿qué fue de Tomas Gomez? A la pobre Leire le han dicho eso de “en este partido, hay que tener pata negra”, pero, de momento, sobrevive aunque debiera releer “Las Amistades Peligrosas”. Pobre Zarkozy, le crecen los enanos y con esto de la carestía del petróleo y sus derivados se le va a acabar la reserva de betún para las alzas. El León de Valladolid le ha echado huevos y se ha pasado siete pueblos meseteños, pero, en el fondo, más de uno ha sonreído mientras miraba pasar el tren. Francisco Pérez González nos ha dejado para fundar una nueva Taurus en otros lugares, que tenga suerte. Definitivamente, la visita de Benedicto no va a suponer un hito en BCN, ni los vendedores chuscos se han aprovisionado de estampitas aunque se dice que los pakistaníes venderán una edición especial de la lata cervecera con el escudo vaticano. Recoge Monzo en su columna el robo de una cosecha vinícola en el Languedoc, pero no hay que irse tan lejos, a mi tía la del pueblo le levantaron doscientos kiletes de castaña turca y tan majos, eso sí, no eran gitanos rumanos o, al menos, eso dice la Benemérita que, por cierto, ayer regalaba a los automovilistas una foto de Sabrina autografiada, sí, sí, aquella señora que decía que los ojos eran los pezones de la jeta. Siempre había sospechado que el Moratinos era buena gente. También había sospechado que el Millet no cenaba sopa maravilla aunque todo se andará. Y esto es lo que ha dado de sí el diario ya que, como podrán imaginar, los sábados no estoy demasiado inspirado.

miércoles, 20 de octubre de 2010

5 FAQs


1. En un mundo tan complejo y globalizado en el que todo se entremezcla y hasta un pequeño temblor en algún lugar olvidado puede acabar desencadenando una turbulencia planetaria, ¿Debe esperar mi organización a que otros dicten su futuro o puede imaginar y construirlo por sí sola?
2. En una sociedad cada vez más pragmática, ¿pueden las personas de una organización unirse para trabajar por algo más que dinero?
3. En un sistema económico dominado por el binomio trabajo – valor, ¿Puede convertirse la organización en una institución beneficiosa para la persona, proporcionando cauces para su desarrollo integral y la consecución de la felicidad?
4. En un mundo rebosante de datos e información, ¿puede la organización basar su valor en el conocimiento y el talento de sus personas?
5. En una realidad en la que la única certidumbre es la incertidumbre, ¿puede una organización aspirar a convertir la incertidumbre y los problemas en oportunidades, el futuro en presente en acción?
Sólo encuentro una posible respuesta…
¿POR QUÉ NO?

domingo, 17 de octubre de 2010

NO ES INNOVACIÓN


El pasado viernes me encontraba visitando a un potencial cliente en Madrid y, al comenzar nuestra entrevista, su primera pregunta fue directa: ¿qué debemos entender por innovación? Mi respuesta fue automática: la pregunta más bien debiera ser ¿qué no debemos entender por innovación? Y, a partir de ahí, me deje llevar…
Innovación no es convocar un concurso de ideas o desplegar un costoso portal donde los empleados dejen sus ocurrencias para que luego duerman el sueño de los justos. Tampoco es confundirla con el desarrollo tecnológico y, menos aún, asegurarse la normalización de la 166.000 y pensar que todo el monte es orégano. No es reunir a trescientos investigadores y dejarles jugar con sus ideas para acabar rentabilizándolas en términos de desarrollo en apenas un 10%. Innovación no es incluir la palabrita en la misión y la visión y olvidarse de los valores que deben alimentar a las personas en su futuro. Tampoco es nombrar a un director de innovación y dejar que descubra el porqué de su existencia mientras se toma un cafetito con el responsable de calidad. No es asumir la tarea de innovar en el reducido espacio del staff directivo. Menos aún confundir una buena gestión operativa con la auténtica gestión estratégica. Tampoco es permitirse el lujo de experimentar cuando hay dinerillo fresco. No es echarse atrás cuando se habla de las personas en su conjunto y del valor sostenible que representan. Innovación no es sacarse de la manga un ministerio que lleve ese nombre y dejarlo vagar por las arenas del desierto. Menos aún convocar concursos públicos que acaben en modernización de infraestructura ofimática, reformulación del plan comercial y desarrollo de planes estratégicos que acaben en un cajón durmiendo el sueño de los justos. Y podría seguir indefinidamente…
Innovación es valor, es competitividad, productividad, ventaja competitiva y, sobre todo, colocar a las personas en el centro de todo.
¿Cuándo empezamos? fue la respuesta.

miércoles, 13 de octubre de 2010

COMPETITIVIDAD Y PERSONAS


Hacía mucho tiempo que no se hablaba tanto de “competitividad” en este país, pese a que nunca ha sido uno de sus puntos fuertes. La competitividad, para aquellos que no estén acostumbrados a la terminología, consiste en mantener una ventaja comparativa que permita alcanzar, mantener o acrecentar una ventaja en el entorno socioeconómico. Esta ventaja puede asegurarse actuando sobre los costes, diferenciándose en el producto o inclinándose a una segmentación en el mercado. Hasta aquí, lo mínimo que se puede decir de la teoría.
A partir de aquí, hablar de la “competitividad de España” es ciertamente complejo. Para empezar ni todas las regiones son iguales, ni todas las empresas mantienen, pretenden o pueden plantearse niveles de competitividad aceptables. Alguien pensará que me olvidado de los sectores productivos a la hora de establecer diferencias cualitativas en lo referente a las oportunidades de competitividad. Pero, a poco que examinemos nuestro parque empresarial, observaremos que contamos con corporaciones que se sitúan en puestos de cabeza en sectores aparentemente inalcanzables para nosotros. En consecuencia, no es posible ni deseable generar una estrategia global para el desarrollo de nuestro nivel de competitividad. Aquello que puede ser valido para Galicia, no tiene porque funcionar en Cádiz. Pero una cosa es cierta: necesitamos un plan a medio y largo plazo. El problema de partida es que ese tipo de espacios temporales son indeseables para un político con aspiraciones.
Aunque se puede decir y discutir mucho sobre los pretendidos factores de competitividad, rara vez se incide y, menos aún, se destaca como esencial el papel de las personas. Podremos contar con recursos financieros, tecnológicos, geoestratégicos y hasta con un poco de suerte, pero sin las personas, es dudoso que consigamos mejorar nuestros actuales niveles competitivos.
De partida, aunque nos duela admitirlo, constatamos serias deficiencias y carencias en relación con la capacidad de las personas para convertirse en el motor de competitividad de este país:

A) El bajo nivel de cualificación profesional de, al menos, una tercera parte de las personas en situación de desempleo. Hace algunas semanas, un consejero autonómico del ramo me confesaba que en torno a un millón de los actuales parados tienen bajas posibilidades de reintegrarse a una actividad profesional. Esta cifra, aunque sea exagerada, escapa incluso al miltoniano concepto de “tasa natural” o, si prefieren llamenla NAIRU – non accelerating rateo of unemployement. Algo a lo que los norteamericanos están “naturalmente acostumbrados”.
B) La inexistencia en los curriculums educativos de estrategias para el desarrollo de capacidades y competencias ligadas al emprendimiento, la Inteligencia Estratégica y Creativa, más allá de los contenidos específicos de las distintas disciplinas. Una educación que debe ser temprana y comprensiva sin esperar a los filtros de las etapas educativas superiores. Las personas, son las personas en su conjunto y no sólo quienes pueden portar una titulación superior.
C) La baja penetración de los conceptos de emprendimiento, gestión del conocimiento, etcétera en las clases empresariales de este país centradas en el corto plazo y la productividad en su acepción más simplista. La productividad no es necesariamente signo de competitividad.
D) La decimonónica concepción de la gestión de las personas en la empresa, reflejo de la necesidad inmediata de una revolución profunda de los conocidos hasta ahora como “recursos humanos”.
E) La ausencia de un marco de valores compartidos que, se quiera o no, tiene un amplio reflejo en la concepción que las personas tienen de su trabajo, por qué, para qué y cómo trabajo. En los últimos diez años, hemos fomentado la ecuación trabajo- dinero= placer. Y esta es una carencia que no podemos remitir a la “escuela” para su solución como si de una campaña de la DGT se tratase. Más bien al contrario, es una responsabilidad del conjunto de la sociedad.
La conclusión, una vez más, es siempre la misma: NECESITAMOS UN PLAN.

viernes, 8 de octubre de 2010

¿QUÉ VAS A SER DE MAYOR?


Manolito, ¿y tú qué quieres ser de mayor?
Puff! Sobre todo concejal de urbanismo y, si se puede elegir, en un pueblo de la costa de esos con muchos posibles.
¿Y tú Samanta?
Yo quiero tener un programa de la tele para llevar a la gente guapa, ponerme modelitos y meterme hasta con la madre que me parió.
Raulino, tú qué quieres ser?
Futbolista, pero crack, dejarme coletilla y llegar a los entrenos en un Ferrari que te cagas.
Bueno, ¿y tú Rafita qué quieres ser?
Tertuliano, lo mío es la radio, opinar de esto, lo otro y lo de más allá y también del bien y del mal.
Mira que bien, ¿y tú Cristinita?
Yo, estilista de la muerte, cool que te mueres, fashion, fashion, fashion.
Vale, vale, ¿y Pruden qué quiere ser?
Millonario, tío, no pegar ni golpe y pasearme en un yate con helicóptero y jacuzzi.
¿Y Jessica qué va a ser de mayor?
Actriz y modelo, súper guapa y súper famosa.
Estupendo, y tú Jaimito, ¿qué vas a ser de mayor?
¡Yo quiero ser feliz!
¡Tú lo que eres es gilipollas!

lunes, 4 de octubre de 2010

NI SÍ, NI NO, SINO TODO LO CONTRARIO


Se supone que el “método científico” asegura que, una vez desarrollados todos los procesos inductivos posibles, los principios y leyes tienen un claro reflejo en la realidad. Al menos, eso dice la teoría. Sin embargo, en ocasiones resulta difícil encontrar ese transparente paralelismo en algo aparentemente tan científico como la ciencia económica. Uno lee y relee a los clásicos y después pasea su mirada por los lunes al sol y los miles de historias que se esconden tras ellos y no puede por menos dudar de la veracidad y la exactitud de una ciencia que, al final, recurre al “sentido común” para atrincherarse en sus afirmaciones.
Dice la leyenda que un alto responsable económico de los gobiernos comunistas de Rusia preguntó desesperado a uno de sus homónimos occidentales en su intento de comprender el sistema capitalista: ¿Pero quién es el encargado de la distribución de pan en Londres o París?
Desde la perspectiva comunista, un sistema siempre debe tener claros responsables asignados a todas las tareas posibles, por muy ridículas que puedan parecer. Desde la perspectiva del liberalismo, un sistema económico siempre debe poder ser explicado en sus más mínimos detalles. Un economista soviético podría decirte cuantas toneladas de acero se producirían el tres de abril de 1978 en los Urales aunque no sabría decirte si las tiendas de Moscu repartirían papel higiénico ese día. Por el contrario, un economista occidental no se preocupa demasiado de la cifra exacta de producción de tal o cual bien, más bien le preocupa poder explicar porque fueron mil millones de toneladas y no mil doscientas y poder establecer una curva de tendencia de futuro. En principio, parece que las ideas y teorías occidentales han sido mejores que las del bloque comunista. Primero porque estos últimos han sido recibidos en el paraíso capitalista y, segundo, porque los ciudadanos occidentales jamás tuvieron que preocuparse por el suministro de papel higiénico, siempre lo había aunque fuera del que raspara. Eso sí, quizás algunos tuvieran que recurrir al papel de periódico o a métodos aún más artesanos, mientras que en el sistema comunista o todos se limpiaban con papel o a joderse tocaban. En definitiva, la cuestión parecía residir en la doble alternativa: consolarse solo o acompañado.
En la increíble autorregulación capitalista se caía en la tentación de subir aquí, bajar allá, quitar de esto y llevarte aquello. Pero era una cuestión de selección natural que, sin embargo, no descartaba el que la “gran mayoría” pudiera disfrutar de un papel higiénico más que aceptable. En una palabra, al final todos se limpiaban el culito que era de lo que se trataba, aunque algunos lo hicieran con billetes de a cien. Pero, en el sistema comunista de no mercado el asunto era más discreto o, al menos, eso pensaban los padres de las patrias. El asunto se resumía en todos somos iguales hasta que llega la hora del cocido, unos sorben la patata y otros se trasiegan los sacramentos. Pero, como decía el bueno de Barinkov, al final todos comen.
Las cosas no han cambiado mucho desde entonces, al menos en la economía de sí mercado. Bueno, mejor dicho, han cambiado sensiblemente porque, ahora, si estas cansado de no ser elegido por la selección natural, pues te jodes porque ya no puedes hacerte rojillo aunque siempre te quedará el consuelo de visitar la momia de Lenin.
Es como si la desaparición de la economía de no mercado hubiera traído como conclusión la validez universal del sistema de sí mercado. Sin embargo, personalmente prefiero verlo como una clara advertencia de que los times are changing moreno y lo que se impone es una severa reflexión. ¿A dónde vamos? ¿Qué deseamos? ¿Qué podemos hacer? Y todo ello, sin preguntar demasiado a los afortunados por la selección natural. Y, menos aún, a los economistas de lo de antes porque, ya se sabe, te dirán aquello de las virtudes del “sentido común”.
¡Oh tempora! ¡Oh mores!

jueves, 30 de septiembre de 2010

¡VIVA LOS TONTOS!


El pasado lunes leía las “buenas noticias” que Javier Rodriguez acostumbra a publicar los lunes en su estupendo blog Red Diez y algunas de ellas me hicieron pensar que, por mucho que me empeñe, las cosas cada vez son menos parecidas a como lo eran antes. Quizás sea el sino de los que nos hacemos mayores, pero a este paso, acabaré viendo como los fondos soberanos abandonan el mercado de futuro de los albaricoques.
En esta línea, pasaba el rato hace unos días viendo que no mirando, ni observando que diría mi querido Josep Julian, la caja tonta, esa que todos tenemos en algún rincón de nuestros dulces hogares. El programa era uno de estos de chavalas comechicles y metrosexuales analfabetos y me dio por pensar que ya ni los tontos son como los de antes.
¡Ah! Los tontos de antes sí que eran tontos. Gentes de mirada perdida y sonrisa maliciosa. Artistas consumados del revoque de cervicales al más puro estilo cervantino. Babeantes y sediciosos con el orden establecido. Cuasi estáticos aunque siempre dispuestos a tocar el culo a una buena moza y echar a correr como una avestruz en celo. Diabólicamente infantiles en sus retorcidos razonamientos. En una palabra: tontos de los de antes.
Recuerdo que siempre que llegabas a un pueblo, al primero que atisbabas era al tonto, personaje entrañable protegido con la denominación de origen, fruto de las idas y venidas al huerto de primos, sobrinos y demás parientes en sana cooperación contra el tedio. El tonto en cuestión se quedaba observándote con mirada torva y perdida hasta que aparecía su madre y le propinaba la correspondiente colleja que lo mandaba para casa calentito. ¡Aquellos eran pueblos y tiempos! Jardín inspirador de Leblanc, Berlanga, Ozores, Martínez Soria y demás rufianes creativos. Tontos los habría en todos sitios, pero como los de España ninguno.
Ahora es difícil encontrar un tonto genuino, puro y sincero. Y es que algunos de ellos se han ilustrado como Jovellanos y, lejos de dolerles prendas, se han hecho con un silloncito en congresos y parlamentos. Ni escuchan, ni son escuchados. Cuando hablan, apenas si dicen algo más allá de ese estrecho vocabulario de mil palabras que todos repiten. Es el milagro de las sardinas y la ensaimada. Son tontos, pero no lo parecen.
Y qué decir de las chavalas de metro y ochenta, tacón estilete aparta que te machaco el juanete, trapo encogido no me agacho que se rompe, coiffeur imposible ni por el forro camomila intea y abalorios raciales diseño Kuki de la Hoz del Duraton y Pedralbes. Mientras no abren esos labios sospechosamente inflados hasta parecen monas, pero una vez que se lanzan, la cagaste mariloli. Son tontas, pero casi te engañan.
Podría seguir enunciando retratos neotontos otras seis o siete horas más. Podría hablar de los tontos de tertulia, de los tontos sindicados, de los no menos tontos que se creen la voz del país, de los tontos de la moda y también de los tontos de moda y muchos, muchos más. Pero, para mi pesar, son tontos que apenas parecen tontos, tontos que se ofenden de sólo insinuarlo, pero, al fin y al cabo, tontos de segunda.
Ya no hay tontos egregios, diplomados en lo abstracto, arquitectos de la goina, simples y sinceros. Gentes contentas con una tiza. Coleccionistas de sonrisas, embajadores de la otra mirada. Tontos de los de antes.

martes, 28 de septiembre de 2010

AMBICIÓN INNOVADORA


Las empresas poseen una “memoria institucional” que encierra su alma y describe lo que han sido y son. Esta memoria no es exclusiva sino que convive con otros dos niveles superiores de ADN: memoria sectorial y memoria global.
La Memoria Global es aquella que posee las características, modos y maneras del conjunto de organizaciones, grandes o pequeñas, que se dedican a una actividad económica. Una factoría de vehículos y una mercería no tienen mucho en común, pero si coinciden en una serie de rasgos que les emplazan en un sistema global, el capitalismo de mercado en cualquiera de sus formas.
La Memoria Sectorial, como es fácil deducir, es aquella que contiene los rasgos característicos de todas las organizaciones que se ubican en un mismo sector de actividad. Toyota y Audi pueden tener sus diferencias específicas, pero participan de la Memoria Global junto a Apple o Unilever y coinciden además en una serie de rasgos comunes en su Memoria Sectorial.
Finalmente, la Memoria Institucional es aquella que diferencia a una empresa de todas las demás, sin importar el tamaño o la actividad. Comparte con otras rasgos sectoriales y con todas rasgos globales, pero posee un ADN específico y diferenciador.
Estas memorias no se han creado de la nada y, menos aún, se han generado globalmente para ir calando sectorial e institucionalmente. Muy al contrario, han tenido su origen en procesos creativos e innovadores a nivel individual que, una vez han demostrado su eficacia, se contagian al nivel sectorial y finalmente alcanzan la Memoria Global. Toyota demostro que su concepto just in time era eficaz en sus plantas, pronto se reprodujo en otras empresas del sector y, finalmente, multitud de empresas que nada tenían que ver con la automoción decidieron integrarlo en sus sistemas.
Todo lo dicho parece evidente a la vista de las pruebas empíricas que lo corroboran una y otra vez. De hecho, el principio que se podría extraer es también evidente: toda organización está capacitada para desarrollar nuevas ideas y estrategias que si tienen éxito, podrán incorporarse a la memoria de su sector o incluso a la Memoria Global.
Podría pensarse que esta posibilidad sólo está al alcance de las grandes corporaciones, pero, una vez más, la historia demuestra que, casi siempre, acostumbran a ser las menos indicadas para protagonizar estas revoluciones. Apple, McDonalds, Dell, Ikea, Zara, la lista podría ser interminable. Todas ellas comenzaron siendo pequeñas organizaciones.
En una palabra, cualquier organización “puede”, pocas llegan a ser las protagonistas de la creación de una futura memoria sectorial o incluso global. Pero la posibilidad existe y sólo hace falta tener fe en las capacidades de la organización y mostrar ambición, ambición innovadora.

jueves, 23 de septiembre de 2010

¡OYE, TÚ!


Toda ciencia aspira a reunir cierta complejidad como parte de su esencia más intima, hasta la Economía. Sin embargo, a la vista de los hechos cotidianos, uno acaba preguntándose qué relación existe entre los profundos razonamientos teóricos, formulas inexpugnables y complejos paradigmas y las respuestas que se dan, una y otra vez, a los problemas que surgen en el día a día. Cuando las cosas van bien, hasta el más tonto es capaz de articular una teoría sobre la contribución del albaricoque a los fondos soberanos. Sin embargo, cuando todo parece torcerse en el sentido de hacerse incontrolable, las respuestas, que no estrategias, siempre parecen ser las mismas. Abrimos el grifo para mantener la tensión, oye tú que no, que nos hemos quedado sin un chavo, ah!, vale, toma medidas de ajuste, cierra el grifo Paco!, ¿pero entonces como crecemos?, Paco, abre un poco, a ratos, ya sabes. Oye tú, parece que Pepe está empezando a mover un ojo, ah!, vale, venga que hay brote y así hasta que, por arte de magia (eso que algunos llaman la Mano Invisible y otros la irremediable levedad del ser económico) las cosas vuelven a su ser, es decir se hacen de nuevo controlables, aunque en realidad lo único que ocurre es que no nos están jodiendo tan descaradamente.
¿Qué dice la dura realidad?
Unos euritos para que los niños vengan con el pan debajo del brazo, otros euritos para que el contribuyente se vea recompensado en la abundancia, más euritos para un memorial al chorizo de Villaperdices . Euritos para aguantar a los que han acabado con la prestación. Más euritos para ensanchar aceras y colocar arbolitos que hay que ocupar a la gente. Tranquis que hay pasta. Puff! Había, había pasta. Cierra el grifo Paco! Cuatro millones y pico, no, crecer no va a crecer mucho más, el problema es que no sabemos cómo va a bajar, ¿es el nuevo techo técnico? Bueno, de momento, tranca infraestructura, quita de acá y allá, sí, sí a la investigación y desarrollo también, bueno igual hay que volver a meter Ciencia e Innovación en Educación, dile algo a la Cristina, jodeeeee! Oye, que va y se desayuna con la pandilla de golfos apandadores que casi nos hunden este verano para contarles que somos la leche, ya, ya, pero creo que les han metido evacuol en el café, je-je. Menos mal que el otro no tiene otra cosa que hacer que ponernos a caldo, si es que, a ver, de qué va, esto no lo arregla ni Viriato. Aguantar, hay que aguantar. Oye, que ha llamado Patxi, que le hemos dejado en pelotas con los del pene en uve. Toma! Y el Monti, qué me dices, lo tiene más crudo que la coliflor por nochevieja. Aguantar, hay que aguantar, mira el Obama. Ha llamado Manolo, y qué, que dice que va a dar unos eurillos a los que sufrieron la represión napoleónica, y de dónde lo saca, tranqui que están todos palmaooooos, ah! Bueno, dile que de algo también a los que les piso el callo la procesión de la coronación de Don Pelayo, ¡oído cocina!, bueno a todos menos al del campanu. Cierra que ya son las tres, mañana más…

martes, 21 de septiembre de 2010

UN VALLE LLAMADO MONDRAGÓN


La crisis sigue sin quedar atrás en España aunque sabemos que de forma progresiva comenzaremos a recuperar índices, si no iguales a los años anteriores, sí al menos más normalizados. Mientras tanto, el País Vasco parece despegar con mayor fuerza y estos días nos llegan algunas confirmaciones de ello. La Corporación Mondragón, uno de los tractores de la economía vasca, anunció ayer la creación de 1. 100 puestos de trabajo en los últimos doce meses coincidiendo con la inauguración de una nueva planta de interacumuladores de Fagor Electrodomésticos en Basauri y en la que se han invertido 6,3 millones de euros.
¿Por qué el País Vasco?
Podemos encontrar múltiples explicaciones, pero, hoy al menos, prefiero centrarme en las puramente emocionales…
El origen de la Corporación Mondragón hay que buscarlo en el año 1956 cuando dos pequeñas empresas – Ulgor y Arrasate- se unen conformando una sociedad cooperativa. Una de ellas se dedicaba a la fabricación de utensilios domésticos, mientras que la otra producía moldes industriales. Dos años después, se constituyó una mutua para atender a las necesidades de los cooperativistas, Lagun – Aro, y una cooperativa de ahorro y crédito, Caja Laboral Popular. Medio siglo después, el grupo empresarial está constituido por más de 250 empresas y cuenta con más de 86.000 empleados. No es una historia normal, pero el lugar donde nació la Corporación, Mondragón, tampoco es normal desde el punto de vista estratégico. Encajada en un valle interior de difícil acceso, todavía hoy en día, Mondragón presenta todas las características geoestratégicas para ser todo menos un gran centro productivo. Sin embargo, esta es una historia de éxito y, por lo que parece, va a continuar siéndolo
Emprendimiento, perseverancia, permeabilidad al cambio y una búsqueda continua de oportunidades con un carácter altamente estratégico son algunas de las claves que explican esta historia. Términos excesivamente utilizados en los libritos de aeropuerto y sesiones magistrales de las escuelas de negocio, pero que son difíciles de interiorizar en la memoria institucional de una empresa y, más aun llevarlos a la práctica con insistencia y continuidad.
Hace algunos años se puso de moda el llamado “modelo Irizar”, la exitosa empresa de autobuses que hoy día navega independiente de la Corporación. Irizar parecía ser la historia de un éxito basado en las personas y, casi de inmediato, muchas empresas ansiaban “ser como Irizar”. Sin embargo por fortuna, esto no paso de ser una moda. Irizar continua manteniendo su éxito, pero es efectivamente “su éxito”. Difícil de clonar, complejo de entender en la sencillez y evidencia de sus claves, irrepetible al intentar reducirlo a una formula – sistema. Algo similar ocurre con la Corporación Mondragón a la que un día perteneció Irizar.
Sin embargo, en ambos casos, se respira de forma continua la confianza en las personas como principal activo, el emprendimiento como expresión de una actitud compartida ante los problemas, la ausencia de miedo ante los cambios que los nuevos escenarios estratégicos puedan deparar, querencia a los retos compartidos y una asunción decidida del riesgo, pero sabiamente controlado.
Todo esto sí es repetible, sólo hace falta voluntad y la firme creencia de que puede ser posible.
¿Se apunta?

jueves, 16 de septiembre de 2010

LAS DELICIAS DE LA GLOBALIZACIÓN


Dicen que la globalización es el signo de nuestra modernidad, la prueba fehaciente del salto quántico que hemos protagonizado desde que Smith comenzó a preocuparse por las cosas económicas en las brumosas tierras escocesas. Pero, como todo en esta vida, algo malo ha de tener para poder afirmar que existe bondad. ¡qué sería de las películas de vaqueros sin indios! La globalización es virtud y pecado capital, honra y vergüenza, sentido e insensibilidad que diría Austen. La consideramos tan normal que apenas nos choca contemplar a un indígena amazónico , ataviado con una raida camiseta de los Lakers, siguiendo los entresijos de Falcon Crest bajo la sombra de su choza en un plasma descomunal. Es tan de casa que apenas nos asombramos cuando miramos la etiqueta de una prenda de marca luxury que dice aquello de made in el quinto pino.
Pero, pese a toda esta cotidianeidad, la globalización no deja de depararnos sorpresa. Vuelvan al inicio de este post y observen la imagen que lo ilustra…Para más pistas, les diré que la escena transcurre en Afganistán, en su capital Kabul para ser más exactos.
¿Qué hace esta recua de gente?
Sí, es evidente que hacen cola religiosamente bajo la desatenta mirada del miliciano con el acostumbrado subfusil al hombro. Quizás se trata de una cola para el pan. Puede ser que esperen la llegada de Omar Sahujulin, “chiquito de Kabul”, afamado torero en la recién inaugurada Academia de la Tauromaquia Española, fruto de la nueva Política “gánatelos, no te los cargues”. Lo que está claro es que no hacen cola para felicitar al general Petraeus por su cumpleaños.
En realidad, esta variopinta multitud espera pacientemente a las puertas del Kabul Bank para poder retirar sus ahorros. Y es que la gente también ahorra en Afganistán aunque parezca mentira. No vayan a pensarse que lo hacen para comprarse el adosadito en la playa, no dan para tanto, pero el personal hace acopio por lo que pueda pasar. Y, en realidad, lo que ha pasado es que el Kabul Bank se ha quedado sin un duro, perdón, sin un afgani. Tanto es así que el Banco Central de Afganistán ha tenido que acudir en su ayuda para hacer frente a la deuda de 230 millones de euros que acumulaba. Quizás pueda parecer una nadería, pero para un país que ya no sabe ni por donde se pone el sol, es un fortunón de los de antes. Abdul Qadir Fitrat , gobernador del Banco Central y vendedor de moquetas durante el régimen talibán, justificó el rescate bajo el peligro de caos y anarquía que podría haber provocado la quiebra de un banco que cuenta con un millón de clientes y, sobre todo, paga, cuando puede, la nomina de los policías y soldados del ejercito afgano. Imaginense al individuo de la imagen corriendo a engrosar las filas talibanes como estrategia para ganarse unos durillos a fin de mes.
Pese a los mensajes de tranquilidad y como tenía que ser, se acabo armando la marimorena. La imagen está tomada antés de la trifulca, pero poco después, la policia tuvo que emplearse a fondo repartiendo bastonazos a diestro y siniestro. Y es que, aquí lo de las pelotas de goma y los botes de humo como que no se lleva. Es más sano y ecológico un buen palo en el cogote y, ¡ala! para casa calentito.
Son cosas de la globalización, ese gran logro de la humanidad que hace que cuando una adolescente de Arkansas agarra una cistitis después del baile de la mazorca, en el otro lado del mundo le salpique al personal un liquidillo indefinido.

lunes, 13 de septiembre de 2010

EL ALMA DE LAS PALABRAS


El Viajero está escribiendo un libraco, una vez más ha decidido someterse al tormento de abandonar la fontanería para adentrarse en el mundo de las ideas. Este es el primer capitulo que desea compartir. ¡Ah! El título provisional: CUCHARA Y TENEDOR.

EL ALMA DE LAS PALABRAS

Lo peor que le puede pasar a una palabra es perder su alma, su significado más íntimo, sumergiéndose en las ambigüedades de la moda y el oportunismo. Esta ha sido la desgracia de la palabra innovación. Rotunda en su expresión, precisa en su significado original y, sin embargo, vaciada de sentido en aras de la construcción acelerada de un paradigma absurdo.
Esta crónica anunciada comenzó tímida y paradójicamente con el auge y posterior desplome de las punto com y se convirtió en un fenómeno imparable desde finales del siglo pasado.
La innovación estaba llamada a reemplazar en el top de la moda a otro término que había dominado el último cuarto del siglo XX: la calidad.
Las diferencias entre ambos términos son múltiples en todos los aspectos. Pero, desde el punto de vista semántico, el término innovación siempre ha presentado un significado más preciso. Sin ir más lejos, reúna a diez personas y pídales que expliquen individualmente qué entienden por calidad de vida. La diversidad se manifestará en toda su plenitud.
En los últimos años del siglo XX, la calidad como fenómeno mediático empresarial, comenzó a perder empuje. La prueba más fehaciente de ello se encontraba en las estanterías de las librerías, los medios de comunicación, los discursos de los políticos de turno y, sobre todo, la migración de las consultoras especializadas a otros nichos de negocio. La etapa de negocio añadido tocaba a su fin y, hoy día, se mantiene como actividad sostenida en unas dimensiones equilibradas por el mercado. Llegados a este punto, tan sólo queda por decidir cuál debe ser el futuro de la calidad en cada organización. Tres son las alternativas posibles.
• Imagen de marca
• Modelo estable asumido en las rutinas corporativas
• Cultura interiorizada y asumida
A rey caído, rey puesto. La innovación irrumpió con fuerza en nuestras vidas, abarcando prácticamente cualquier aspecto de la actividad humana como si del Santo Grial se tratará. Pese a lo que pueda pensarse, quienes nos dedicábamos profesionalmente a la innovación, observábamos con desconfianza esta explosión de convicción casi religiosa en las virtudes terapéuticas del recién llegado. Y nuestras sospechas se vieron confirmadas al poco tiempo. La palabra innovación era utilizada con facilidad pasmosa por políticos y gestores. Los programas y ayudas públicas desbordaron las necesidades asumidas por pequeñas, medianas y grandes empresas, mientras el intrusismo hizo acto de presencia en forma de consultores reconvertidos a la nueva fe, pero con todas las deficiencias de un negocio de minoreo. Las linotipias repetían incesantemente los mismos caracteres: i-n-n-o-v-a-c-i-ó-n. Las cremas faciales eran innovadoras, los yogures, las zapatillas, el detergente de lavadora, los servicios municipales de paisajismo, la nanotecnología y el ama de casa. El universo en su conjunto era una gran comunidad innovadora.
Nada bueno podía derivarse de semejante demostración de exceso, feria de las vanidades en el comienzo de un siglo redimido de las lacras capitalistas por el antropocentrismo de la nueva sociedad del conocimiento. Pero, de la noche a la mañana, la crisis crediticia e hipotecaria iniciada en el verano de 2007 en Estados Unidos lo transformo absolutamente todo. La innovación continuó utilizándose como remedio, pero más por necesidad que por convicción. Y, en cualquier caso, su fuerza mediática nunca volverá a ser la misma, afortunadamente. Pero la innovación no desaparecerá y continuará presente en los nuevos paradigmas que están todavía por construirse. Sin embargo, el daño ya está hecho. La palabra ha perdido su alma.
Quizás por todo ello, una de las primeras tareas sea recuperar el verdadero significado del término innovación. Una vez dejado atrás el impacto mediático y el éxito social, ha llegado la hora de aceptar la mayoría de edad de la innovación. Aunque la innovación, en el sentido estricto de la palabra, ha estado con nosotros desde los tiempos de Olduvai, es a partir del siglo XIX cuando comienza a cobrar personalidad en relación con la actividad humana en general y económica en particular. La innovación llegó para quedarse y está llamada a ser uno de los paradigmas del siglo XXI y de los nuevos escenarios que surjan después de la crisis con la que este se ha iniciado. Sin embargo, una de las primeras tareas a acometer debe ser devolver el alma a una palabra que nunca la debiera haber perdido.
La tentación a acercarse al significado de un término a partir de las definiciones no es recomendable cuando hablamos de la innovación a la vista de la ingente variedad de alternativas que se ofrecen. En 1998, Brian Cumming, después de analizar cuarenta años de definiciones, creó su propia definición de innovación como la primera aplicación exitosa de un producto o proceso (1). Breve y precisa, pero deja la sensación de que hay algo que se ha perdido por el camino. La Real Academia de la Lengua entiende que innovar supone mudar o alterar las cosas introduciendo novedades, incluso afirma que puede ser volver a algo a su anterior estado. Una vez más escueta, pero excesivamente ambigua. De hecho, no hay trazas de implicación creativa en el proceso, cosa que, en cambio, sí hace la definición homónima inglesa que asocia innovar con crear ideas y cosas. Pero, en cualquier caso, la innovación es algo tremendamente complejo que apenas si puede estar contenido en una definición por muy buena que sea.
Personalmente, prefiero acercarme al significado del término asociándolo con otros conceptos con los que se encuentra íntimamente relacionado. ¿Cuáles son estas palabras?
• Problema
• Rutina
• Estrategia
• Táctica
¿En qué se parece una acería compacta a una pastelería?
Superando las analogías más evidentes, existe algo en lo que íntimamente coinciden, no solamente estas dos organizaciones, sino cualquier pareja que podamos imaginar. ¿Qué es ello? Sencillo, todas ellas se enfrentan diariamente a situaciones que deben resolver.
Una empresa, entendida como una organización humana que persigue unos objetivos compartidos, se enfrenta diariamente a distintos tipos de situaciones. Es como si habláramos de un campo de juego en el que las personas, como equipo local, se enfrentan a las situaciones, el equipo visitante. El objetivo es ganar y, si es posible, por un amplio marcador. Ganar supone resolver las situaciones planteadas de forma eficiente y eficaz. Para ello, el equipo debe entrenarse interiorizando jugadas que, más tarde, desplegará en el terreno de juego. Pero, al mismo tiempo, debe cuidar también su motivación y equilibrio personal.
Hasta aquí todo es perfectamente lógico y comprensible. Pero, ¿qué sabemos del equipo contrario? El rival está formado por un conjunto de situaciones que acuden puntualmente a la confrontación. Los jugadores de este equipo visitante pertenecen a dos categorías, ofensivas y defensivas respectivamente. Los defensores que nuestro equipo debe sobrepasar son las rutinas mientras que siempre hay que mantenerse alerta a los contragolpes que los contrarios puedan organizar inesperadamente. Estos peligrosos atacantes son los problemas.
Las rutinas son las situaciones habituales en el devenir diario de una organización. Este tipo de situaciones se caracterizan por su naturaleza repetitiva que permite adquirir dominio y experiencia hasta conseguir los niveles de eficacia y eficiencia deseados. Las situaciones rutinarias se resuelven a través de los procedimientos, protocolos y trucos personales. Todos ellos, constituyen las tácticas de la organización, un conjunto operativo definido y controlado que nuestros jugadores han interiorizado en sus mínimos detalles hasta llegar a ejecutarlo de forma automática y hasta inconsciente.
Podríamos definir el término táctica de muchas formas distintas, pero, en lo que a este libro se refiere, utilizaremos un significado univoco: la táctica es hacer lo que hay que hacer cuando se sabe qué hacer.
El dominio de las tácticas corporativas se da por sobreentendido en cualquier organización y, si no fuera así, los procesos de selección natural se encargarían de solucionar el problema. Las tácticas y su dominio son importantes, pero no constituyen el factor diferencial de una organización. En consecuencia, el protagonismo recae sobre el segundo tipo de situaciones que debemos afrontar, la parte ofensiva del equipo contrario: los problemas.
Frente al carácter repetitivo de las rutinas, un problema es una situación nueva e inesperada cuya solución desconocemos. Los problemas, aunque parezca lo contrario, no abundan en la vida de una organización, aunque, en muchas ocasiones, se identifiquen como tales a rutinas que presentan alteraciones por causas estrictamente coyunturales. Un problema, no sólo dispara todas la alarmas de gestión, sino que obliga a la búsqueda de soluciones a partir de procesos no siempre adecuadamente interiorizados por las personas de la organización. Personas entrenadas en las rutinas y tácticas, pero que acostumbran a recelar, cuando no dar la espalda, a los problemas.
El origen de esta actitud no debemos buscarlo tan sólo en su carácter disruptor de la normalidad corporativa. También existe una genética sociocultural que influye decisivamente en las actitudes que se adoptan. El concepto de problema, sea cual sea su acepción, siempre conlleva una carga negativa en tanto en cuanto altera el status quo. Para la filosofía un problema es algo que altera la paz, para las matemáticas es una pregunta sobre objetos y estructuras que demanda una explicación, para un político es una molestia imprevista y para un ciudadano de a pie, se convierte en un quebradero de cabeza. En definitiva, un problema es una situación en la que las cosas que tenemos son diferentes de las que deseamos. Pero el camino que separa ambos extremos es desconocido y probablemente exija pérdidas y, por supuesto, la asunción de riesgo. Todo ello, contribuye a la mala reputación de los problemas y hace que, pese a que su presencia no sea tan reiterativa como la de las rutinas, cuando aparecen, el desconcierto, cuando no el pánico, abruma a la organización.
La respuesta eficaz a un problema tiene un nombre: estrategia. Las estrategias son a los problemas lo que las tácticas a las rutinas, es decir la soluciones a la situación planteada. El término estrategia presenta la misma diversidad de acepciones que en el caso de la táctica. Sin embargo, una vez más, utilizaremos un significado univoco para cualquier organización humana: la estrategia consiste en descubrir qué hacer cuando no se sabe qué hacer.
En definitiva, una organización, sea cual sea su actividad, debe hacer frente a las rutinas y problemas de la forma más eficaz y eficiente posible y lo logra activando el conjunto de sus tácticas y generando estrategias que, en el caso de demostrarse eficaces, pasarán a convertirse en tácticas asumidas. En ambos casos, el objetivo siempre es el mismo: generar valor en cualquiera de sus formas.
Vivimos tiempos complejos, dominados por las turbulencias características de los momentos de transición. Una transición que debe permitirnos dejar atrás los modelos económicos y sociopolíticos que emergieron en las últimas décadas del siglo XVIII. El cambio no implica necesariamente destrucción o, al menos, negación de todo nuestro pasado inmediato. De hecho, según discurren los acontecimientos, resulta más adecuado hablar de evolución que revolución. Pero, en cualquier caso, nada volverá a ser igual, esta es nuestra única certeza.
Las organizaciones, llamadas todavía empresas, deben evolucionar también si no quieren ser engullidas por la marea del cambio que llega. La gestión y el liderazgo sobrevivirán, pero no necesariamente tal y como los conocemos en la actualidad. Un presente caracterizado por la atonía y la mediocridad, como no podía ser de otra manera, cuando los paradigmas quedan en entredicho por los hechos. Las nuevas organizaciones contarán con líderes y gestores, probablemente conserven parte de sus estructuras piramidales y gran parte de sus áreas mantengan sus nombres; del odre al tetra pack hay todo un mundo, pero el objetivo continua siendo el mismo. En los tiempos de transición que debemos vivir, las organizaciones deberán enfrentar un mayor número de problemas de los habituales. Problemas que no podrán resolverse recurriendo a las viejas tácticas. Problemas que necesitarán de una nueva actitud, nuevos valores compartidos, nuevas formas de organizarse y la generación de un número creciente de nuevas estrategias que, progresivamente, constituirán los modelos estables de los futuros modelos y sistemas. Por todo ello, debemos aprender a transformar las organizaciones tácticas en estratégicas. Organizaciones que aprendan a valorar el futuro como fuente de oportunidades y, en definitiva, de valor y progreso.

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