domingo, 4 de enero de 2009

FREEMAN DYSON Y LOS INNOVADORES ANALFABETOS


Recuerdo que hace algunos meses durante el turno final de preguntas de una conferencia, alguien me pregunto si se podía considerar a los científicos como creativos e innovadores. No solamente lo confirme sino que también le recordé que algunos de los grandes creativos de la Historia han sido científicos.
La ciencia es más parecida al arte que a cualquier otra cosa. Es búsqueda, la llaman investigación. Es rebeldía contra el conformismo o el fatalismo inerte. Es interpretación del futuro como afirmación del presente.
Pero al igual que en otras actividades creativas, muchos científicos han dado lo mejor de su imaginación en sus años jóvenes para acabar después intentando explicarlo todo a partir de principios generales. Es lo que llamamos reduccionismo.
Quizás uno de los ejemplos más evidentes lo protagonizó Albert Einstein. La teoría de la gravitación en el marco de la relatividad general fue la culminación de su genio creador. Y lo consiguió antes de los cuarenta años. Después de esto, su magia se quebró y dedicó las últimas décadas de su vida a un esfuerzo reduccionista francamente improductivo. Su búsqueda de un conjunto de ecuaciones fundamentales que explicaran absolutamente toda la física fue un ejercicio gris de reduccionismo que le alejó del mundo de las ideas y de la creación.
Pero no ha sido el único caso. Pintores, escultores, arquitectos o matemáticos sufren de la misma dolencia una vez se ha producido su mayor expresión de creatividad. Es como si se rindieran a la evidencia de que han dado lo mejor de su alma creadora y se refugiaran en la defensa de sus logros como valor universal frente a todo intento de continuar la búsqueda.
A quienes quieran profundizar en esta paradoja les recomiendo una lectura indispensable: El científico rebelde del increíble Freeman Dyson, un británico profundamente británico que representa no sólo uno de los grandes hitos de la Física del siglo XX, sino también la cara humanista de la ciencia.
Sólo un profundo conocimiento permite ironizar sobre quienes interpretan la innovación exclusivamente en clave tecnológica como la hace Dyson. Analfabetos maquinomorfos o empiristas virtuosos de cafetucho como los llama graciosamente Nicholas Taleb. Productos del engreimiento de los tiempos que nos ha tocado vivir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No conocía a Dyson pero he consultado el enlace y me parece una figura muy interesante. leeré el libro, gracias por la recomendación
Glory

Anónimo dijo...

Dyson es todo un personaje y tiene una habilidad especial para hacer sencillo lo complejo.
Javier

Anónimo dijo...

Siempre he oido que los grandes matemáticos tuvieron su mayor momento creativo antes de los cuarenta.Pero no creo que sea una cuestión biológica sino más bien una progresión lógica de autodefensa lo de acabar en posiciones reduccionistas.
PL

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