sábado, 10 de diciembre de 2011

DESPIDE O SE PONE EN MARCHA


La palabra “crisis” tiene en España una interpretación inmediata: costes salariales. En otras palabras, la primera estrategia y quizás la última que se plantean la mayor parte de las empresas es la reducción de plantilla. De igual forma, es un hecho comprobado hasta la saciedad que aquellas empresas que no desarrollan una política de ajuste inteligentemente complementada con otras medidas, desgraciadamente acaban por desaparecer o pasan a engrosar el pelotón de los invisibles, es decir organizaciones mediocres condenadas a la atonía del “ir tirando”.

Cuando vienen bien dadas, hasta el más tonto hace tornillos. Pero cuando las turbulencias arrecian, llega la hora de comprobar quienes tienen vocación estratégica, inteligencia en la gestión y un par de bemoles emocionales dirigidos a convertir los problemas en oportunidades. Sin embargo, puede llegar el momento de tener que afrontar eso que algunos llaman cese de actividad, otros despido y los más cañís “a la calle”, pero que, en cualquier caso, supone el peor de los traumas por los que puede pasar una organización. Cuando esto sucede, resulta difícil vestir el drama con buenas palabras y mejores deseos, al final, la conclusión es inevitable. De igual forma, la traumática experiencia para quienes se van hace que pocas veces nos preocupemos por “los que se quedan”, presa fácil de la incertidumbre y de un cúmulo de sentimientos encontrados que pueden derivar en rencor camuflado hacia quienes les dirigen. Menos aún pensamos en la organización como tal en términos de eficacia y eficiencia por lo que, en muchas ocasiones, acaba siendo peor el remedio que la enfermedad. En definitiva, despedir resulta tremendamente caro en este país, pero no tanto por una cuestión de indemnizaciones y coberturas, sino más bien por la estrecha inteligencia de quienes lo deciden

No, no se trata de reconvertirse en Hermanitas de Santa María Goretti y del Santo Pesebre. La cuestión es, más bien, afrontar el problema con dignidad, pero, sobre todo, con la suficiente Inteligencia Estratégica como para asegurar que la organización continuará adelante y quienes se quedan podrán hacerlo con la seguridad de que cuentan con una oportunidad.

La actual turbulencia global ha acabado por derivar en una crisis de confianza generalizada a todos los niveles. No podemos permitir que esa tendencia se asiente en nuestra empresa porque será el principio del fin.

No es tan difícil, más bien es cuestión de puro sentido común…

COMUNICACIÓN Y EMPATÍA

Una primera cuestión: ¿A usted le gustaría que le explicarán porque fulanita y zutanito han abandonado la empresa?

Seguro que sí y todo ello sin pecar de indiscreto porque, en realidad, estaría preguntando ¿qué ocurre?, ¿cómo están las cosas?, antesala para poder preguntarnos todos ¿qué podemos hacer?

El 75% de los despidos se producen de forma inesperada o, al menos, sin una alerta previa, pero prácticamente en el 90% de las ocasiones se omite cualquier explicación a los que se quedan. Esta es la mejor táctica posible para sembrar la incertidumbre y hasta el miedo, condiciones nada deseables para afrontar una situación de turbulencia y, menos aún, para recabar cohesión, unidad y esfuerzo añadido.

Hay quienes dirían “no es de su incumbencia”. Claro, lo suyo es trabajar y callar.

Otros zanjarían la cuestión con el consabido “mejor no alarmar a la gente”. Por supuesto, si tienes cáncer será mejor que ni te enteres.

En este caso, la información no es poder sino ceguera estratégica. Una turbulencia no necesita medidas correctoras, sino esfuerzos adicionales y el concurso de todos para plantear estrategias de solución y ejecutarlas en las condiciones que sean necesarias.

Ante una turbulencia, no son los directivos de la empresa los únicos que sufren o, al menos, no debiera ser así. La turbulencia afecta a todos y todos deberán colaborar para dejarla atrás. Una empresa inteligentemente estratégica debiera incluir en su visión afirmaciones como estas:

· En un equipo ganador no hay perdedores, pero en un equipo perdedor, jamás debiera haber ganadores.

En última instancia tú decides, pero tu problema es mi problema y sólo el conocimiento y las habilidades de ambos podrán sacarnos de esta.

OBJETIVOS COMUNES, ESTRATEGIAS COMPARTIDAS

No se admiten objetivos tales como “resistir”, “aguantar”, “esperar a que esto pase” y, mientras tanto, sangre, sudor y lagrimas.

Sólo hay un objetivo: salir adelante y, además, reforzados.

Cuando la demanda se contrae, la oferta se hunde…

No

Cuando la demanda se contrae, la oferta se vuelve inteligente. Una empresa no es un oso que entra en hibernación hasta que llegue la primavera. No puede permitirse esos lujos. Las empresas nacen para crecer y cuando no pueden hacerlo, simplemente mueren.

Cuando la demanda se contrae en un entorno adverso, resulta difícil y hasta imposible crecer. Pero sí es posible hacerse más fuertes, más competitivos, aprovechando el invierno para cambiar, mejorar y, en definitiva, llegar preparados a la nueva línea de salida. Hibernar es la mejor manera de no volver a despertarse.

Plantear retos, ese es el secreto para aparcar la incertidumbre que todo lo paraliza.

Cuando comenzó esta crisis la empresa de la que soy socio tomó una decisión difícil: no buscaremos a nuestros clientes, serán ellos quienes nos elijan. Desde entonces, cada día hemos tenido que plantearnos ser un poco mejores, ofrecer un nivel de excelencia no insuperable, sino distinto. Hace unas semanas, charlaba con una ejecutiva de una multinacional dedicada al mismo tipo de consultoría que la nuestra y comparando nuestros tamaños le comentaba: vosotros hacéis berlinas generalistas, lo nuestro son los bugattis.

RED DE EMPRENDIMIENTO

Es el momento de cohesionar, conseguir el máximo nivel de adhesión y de identificación. Es el momento de recurrir al talento. Llega la hora de compartir conocimiento a partir de una serie de preguntas que no pueden demorarse en su formulación:

1. ¿Quiénes somos?

2. ¿Qué esta ocurriendo?

3. ¿Qué puede ocurrir?

4. ¿Qué podemos hacer?

5. ¿Cómo vamos a hacerlo?

Son las cinco cuestiones que ponen en marcha el Emprendimiento Interno. Las preguntas que exigen respuestas en términos de estrategia compartida. Futuro Posible nunca probable. La suerte no existe, sólo hay voluntad y oportunidad.

SIGA A SU GENTE

La cultura americana de “la caja de cartón” puede acabar siendo beneficiosa al generar un mercado de trabajo dinámico y competitivo, pero socialmente es impresentable y la empresa, no nos olvidemos, está cimentada en acuerdos sociales. Cuando una empresa despide a una persona, está deshaciéndose de una inversión preciosa en términos de conocimiento o, lo que es lo mismo, está realizando una desinversión ruinosa.

Las circunstancias pueden obligarnos a prescindir de tres o treinta y tres personas pese a la perdida que ello suponga. Pero, no hagamos la perdida irreparable. Mantenga el contacto con esas personas. Quizás muchas de ellas encuentren una nueva oportunidad en otra organización, pero también es posible que usted las necesite de nuevo a medio plazo. Ellos pueden ser sus mejores candidatos.

Esto es una cadena de acción : preparación emocional, implicación real, acción total.

¿Utopía?

No, realidades efectivas. Si quiere, continúe adormeciéndose con el consuelo del pesimista mal informado. Si aquí hay algún cándido, ese es usted que piensa que todos se contentan con pan sin miga. Esto no ha terminado, acaba de empezar y muchos ya están corriendo. En estos tiempos de incertidumbre, la única certidumbre es el futuro, pero nadie lo construirá por usted y, si lo hace, seguramente no le gustará el resultado.

¿DESPIDE O SE PONE EN MARCHA?

Usted decide.

4 comentarios:

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Profunda reflexión en tiempos de zozobra social y económica. Más que respuestas a tus preguntas yo plantearía debates, porque propones temas que muchos ni se han planteado nunca... desgraciadamente. Y es que nuestra clase empresarial es más bien de mirada corta y acción inmediata sin pensar en nada más. Por eso insistiría en lo del debate. Algo aprenderíamos.
Un abrazo.

Caminante dijo...

Hola Javier
De este estado de las cosas tienen tanta culpa los empresarios y directivos cerriles que todavía viven en el Liverpool de 1750 como los sindicatos del pesebre, joya arqueológica donde las haya.
Cuidate

Katy dijo...

Los jubilados no nos hac3mos estas pregiuntas porque aunque tuvieramos algunas respuestas no nos iban a tener en cuenta.
Lo que se es que en mi barrio han cerrado la mitad de los comercios. Y me da una tristeza enorme ver truncado los sueños y las ilusiones, sin mencionar elk costo.
Muy triste.
Un abrazo

Caminante dijo...

Hola Katy
A nadie se las hacían, pero los tiempos tienen que ir cambiando porque las circunstancias son también otras.
Cuidate

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