lunes, 13 de octubre de 2014

EL TALENTO DE RINCONETE Y CORTADILLO




Vivimos tiempos en los que el significado y la construcción de conocimiento pasa por una de sus horas más bajas aunque aparentemente la exposición al desbordamiento tecnológico debiera haber producido el efecto contrario. Sin embargo, nunca antes había sido tan sencillo desvirtuar la realidad y además hacerlo de forma totalmente convincente para aquellos que supuestamente somos protagonistas de la misma.
En estos tiempos, las palabras pierden su significado y precisión semántica para convertirse en simples argucias y retruécanos retóricos. “Hay muchos que siendo pobres merecen ser ricos, y los hay que siendo ricos merecen ser pobres” decía Quevedo. Ahora podríamos decir que “hay muchos que siendo inteligentes merecen demostrarlo, y los hay que siendo tontos merecen decirles que ya lo han demostrado”.
El término Gestión del Talento, sin llegar a ser trending topic, alcanzó cierta popularidad al igual que aquel otro de Gestión del Conocimiento aunque, por supuesto, sin llegar a los grados desbocados de la Innovación  y toda la parafernalia de grandes dones, bendiciones y beneficios que estaba llamada a generar. Después llegó Lehman Brothers, el outlet del ladrillo, Rinconete y Cortadillo y el enigma de las tarjetas opacas, el milagro de los peces y panes en tropecientos mil ayuntamientos y todas esas cosas que nos han convertido en un país de humillados. Y la pregunta que algunos nos hacemos es: ¿dónde quedó el Talento y el Conocimiento? Por la Innovación y el famoso Emprendimiento ni preguntamos.
Si hay que hacer caso al sentido común que nos dice que el talento reside en las personas, entonces tenemos cinco millones de talentos en standby y mas de quince millones sufriendo las desigualdades del talento.

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