Como todo el mundo sabe aunque no todos lo admitan, vivimos
tiempos en los que la única certidumbre es la incertidumbre. Hay quienes
afirman que las incertidumbres surgen de contradicciones crecientes, pero no es
menos cierto que muchos construyen sus certidumbres alimentando sus
contradicciones. Pero lo realmente alarmante surge cuando son las propias
organizaciones quienes crean y recrean la contradicción como estrategia de
supervivencia en una falsa certidumbre.
“Cómo deben hacerse las cosas” sería una forma simple de definir
lo que más ornamentalmente llamamos Gestión por Competencias, Evaluación de
Competencias y todo lo que sigue.
Pero, volviendo a las simplezas, el secreto del éxito no es otro
que relacionar adecuadamente dos variables: procesos y personas. Desde esta
perspectiva, resultaría absurdo preguntarse qué fue antes, si el huevo o la
gallina. Primero lo que hay que hacer y
después cómo se debe de hacer por
parte de las personas, pero sin perder nunca de vista que lo realmente
importante no es el huevo o la gallina, sino la tortilla que debe resultar.
Pero he aquí que la humilde tortilla genera suficiente
incertidumbre, inseguridad y finalmente
un temor inexplicable, pero suficientemente aterrador como para
obligarnos a buscar refugio seguro en la flagrante contradicción. Y esta no es
otra que describir genéricamente las competencias, establecer pautas de
observación y niveles de consecución a partir de la ambigua objetividad de la
nada.
El resultado de todo ello resulta casi siempre invariable:
buscamos y evaluamos “el hacer bien” cuando, en realidad nuestro objetivo sería
conseguir el “hacer lo mejor” que no debe confundirse con hacerlo mejor, sinónimo de otras historia en la organización. O
como dicen los anglosajones de manera más poética:
"doing the right thing, not doing thing right”
El Talento y las Competencias no son cosas distintas, pero sí
diferentes momentos de una misma realidad. Si las consideramos cosas distintas,
caemos en la tentación de hablar de personas competentes y personas con talento
y de ahí a eufemismos como atraer y
retener el talento va un bostezo.
El talento es la conclusión final de una puesta en acción de las
competencias de forma notable. Quizás
el problema y la excusa final para caer en brazos de la contradicción sea el
término “notable” que parece establecer una frontera valorativa que no todos
podrían conseguir. Y he aquí la contradicción final: ¿nos contentamos con hacer
las cosas bien? o bien ¿debemos aspirar a hacer lo correcto en términos de
competencias?
Ya, ya, se está preguntando ¿y que puñetas es lo correcto?
Esa tenue frontera entre hacer las cosas bien y hacerlas de forma
notable no es otra cosa que aspirar a ser una empresa normal o una organización
excelente. Y, sinceramente, ¿quién no aspira a ser excelente?
2 comentarios:
Pues ya iba siendo hora de leerte de nuevo.
Un abrazo.
Gracias Don Javier
Ya sabes que esto va por rachas....
Cuidate
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