miércoles, 29 de octubre de 2008

EL ECONOMISTA ACCIDENTAL


Todo buen economista conoce la clara diferencia entre los conceptos de CAPITAL y RENTA. Todo buen empresario se cuida muy bien de establecer una sutil diferencia entre ambos términos. Casi todos los ciudadanos somos capaces de comprender en qué se distinguen ambas palabras. Sin embargo, en las últimas décadas hemos sucumbido a la tentación de confundirlas entre sí.
Los denominados combustibles fósiles pueden y deben ser considerados CAPITAL NATURAL y FINITO. Sin embargo, nos empeñamos en identificarlos como RENTA SINE DIE y actuamos en consecuencia.
Hoy por hoy, nos queda un ligero consuelo: las energías renovables no pueden ser otra cosa que ENERGÍAS RENTA. Pero también hay una mala noticia: los biocombustibles que se investigan en este momento como alternativas de estabilización a corto plazo, pueden ser concebidos como ENERGÍA CAPITAL con lo que habremos retornado al ciclo del que pretendemos escapar.
Los humanos tenemos la extraña costumbre de considerar poco valioso aquello que no ha sido obra de nuestra inteligencia. Y desgraciadamente la Naturaleza parece entrar en esa categoría.
En los últimos cuatro siglos hemos progresado lo suficiente como para elevar el antropomorfismo a la categoría de letal. Nos consideramos aparte de la Naturaleza, existimos por nosotros mismos. De hecho, nuestro empeño es someterla o, como se suele decir popularmente: dominar las fuerzas de la naturaleza.
En nuestra ignorancia, somos incapaces de comprender que si el hombre gana esa batalla, estaremos en el bando de los perdedores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Curiosa esta percepción del capital. No se me había ocurrido verlo así. Un placer.
JF

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