miércoles, 26 de noviembre de 2008

ANATOMIA DE UNA CRISIS


Los vendedores nunca tuvieron más tiempo para organizar sus mercancías, los taxistas dormitan en sus coches y hay hasta quien aprovecha para aprender chino en mil palabras. Los restaurantes de diseño y poco más cuentan con los dedos de una mano las comidas que sirven cada día, mientras un camarero boliviano confiesa sus temores a un colega filipino. Los porsche cayenne han desaparecido de las calles y paradas de autobuses escolares como si hubieran decidido emigrar a lugares más tranquilos. Las voces resuenan en los atrios de los aeropuertos de diseño y los aviones viajan livianos de gentes que al parecer ya conocieron el triste y ancho mundo. Las grúas se balancean lentamente al compas de una canción que llega desde un barucho vacio. La vida se detiene lentamente, pero no en todos los lugares. Las oficinas de empleo parecen taquillas de domingo futbolero. Los talleres de a cuatro reviven de sus cenizas para recibir coches cada vez más viejos. Los bazares de a cien se ríen a la cara de las millas de oro. Los comedores sociales reciben a nuevas gentes nunca antes vistas. Los dramas televisivos de las cuatro compiten con el macarra meeting point de las noches de fin de semana. Las imprentas rápidas no dan abasto con sus se vende, oferta, liquidación por cese, desesperación o muerte. Los pueblos de mi padre vuelven a cobrar vida con la vuelta de los pródigos. No todo se detiene.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto

Anónimo dijo...

No conocía yo esta vena...
Rezuma tristeza
IR+2

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