martes, 18 de noviembre de 2008

LA SUPERVIVENCIA DEL CAPITALISMO


Se habla mucho de John Maynard Keynes en los últimos tiempos al igual que se ha recordado con cierta añoranza la reunión de Bretton Woods en 1944. Pero casi nadie ha hecho referencia a una frase rotunda de Keynes en relación con el capitalismo:
El capitalismo es la idea inverosímil de que los hombres más malvados haciendo las cosas más malvadas lograrán lo mejor para todos.
Esta idea tan inverosímil ha sobrevivido a ideologías, guerras, cataclismos financieros y todo tipo de desgracias a lo largo de los últimos tres siglos. La clave de esta supervivencia es su alta capacidad de adaptación, fruto de la ausencia de bases fundacionales sobre las que sustentarse que le han permitido ir modificando sus comportamientos según las necesidades de cada momento. Y es que no debemos olvidar que hablar, como se ha hecho con profusión en los últimos meses, de refundación del capitalismo no tiene sentido alguno porque jamás ha llegado a fundarse.
El capitalismo como pauta de actuación económica comenzó su progresión como fruto de una adaptación a grandes cambios estructurales y en ello sigue tres siglos después. Esta es quizás su mayor virtud. Desde que Herr Marx y Herr Engels anunciaran que un fantasma recorría Europa segando las cabezas de los despiadados empresarios capitalistas se han sucedido multitud de revoluciones, guerras, trasmutaciones geoestratégicas, deflaciones arrasadoras, maremotos financieros, quiebras medioambientales, horrores morales y no sé cuántas cosas más. Pero ahí sigue tan firme y segura como la columna de Nelson porque lo suyo no es defender unos principios, sino modificar los escenarios de actuación según el acto que se represente.
Si en algo tenía razón Herr Marx, esto era la posición dominante de las estructuras económicas en el universo humano: El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se eleva un edificio [Uberbau] jurídico y político y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material determina [bedingen] el proceso de la vida social, política y espiritual en general.
En fin, el capitalismo no se refunda, se adapta a las circunstancias y esta vez no va a ser menos. Quienes al final deciden no son quienes hasta entonces no lo han hecho.
Tan sólo nos queda una esperanza en este nuevo proceso de adaptación, la misma con la que Herr Marx cerraba su Prologo a la Contribución de la Economía Política:
Qui si convien lasciare ogni sospetto
Ogni viltá convien che qui sia morta
“Abandónese aquí todo recelo
Mátese aquí cualquier vileza”.
(Dante).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay algo muy interesante en la reflexión y es el hecho de que las bases teóricas del capitalismo son tan invisibles como su mano.
Pablo Ruiz

Anónimo dijo...

Efectivamente, no hay ni refundación, ni reformulación, ni nada que se le parezca...
El objetivo es salir del agujero y seguir para adelante intentando volver a cauces más prudentes en los que la invisibilidad no gaste bromas de mal gusto.
Joaquim

Anónimo dijo...

that´s all folks
David Kurpnikoff

Anónimo dijo...

Luego parece ser que el capitalismo es innovador por naturaleza.
JF

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