martes, 2 de diciembre de 2008

EL REINO INVISIBLE


Erase una vez dos reinos vecinos que convivían en paz desde hacía muchos lustros. Uno de ellos – el Reino Invisible – estaba gobernado por Olaf Tercero el Invisible, llamado así porque rara vez aparecía en público y sus súbditos apenas podían describirle cuándo algún viajero de paso les preguntaba.
El reino vecino – el Reino Visible – estaba gobernado por Magnanimus Tercero el Visible, llamado así porque parecía estar en todos sitios preocupándose por sus súbditos, sus problemas y necesidades.
Ambos reinos convivían en paz, pese a las diferentes formas de gobernar de sus soberanos. Todo era casi perfecto hasta que una serie de alteraciones climáticas provocaron unos años de sucesivas sequias que acabaron por afectar a las cosechas. Pronto apareció el hambre que se convirtió al poco en hambruna declarada.
Los gobernantes de los dos reinos tomaron cartas en el asunto. Olaf Tercero el Invisible consideró que era oportuno no interferir en el discurrir de las cosas y permitió a los comerciantes de grano atesorarlo y especular con sus precios.
Por el contrario, Magnanimus Tercero el Visible ordenó a sus ministros que se requisará todo el grano disponible para ser repartido equitativamente entre toda la población y atender así a los más desfavorecidos.
Al cabo de unos años, la sequia remitió y los campos volvieron a ofrecer sus frutos. El hambre pasó a convertirse en un amargo recuerdo como también lo era el Reino Visible. Y es que los habitantes del reino murieron finalmente de hambre. El grano que Magnanimus repartía cubrió las necesidades de la población durante unos meses, pero pronto se acabó y poco a poco todos murieron de inanición, incluido el monarca y su familia.
En el Reino Invisible de Olaf Tercero, dos tercios de la población murieron de hambre al no poder pagar los abusivos precios del grano impuestos por los especuladores. Pero, unos pocos, los más ricos, los altos dignatarios y el propio monarca con su familia invisible consiguieron sobrevivir. Con el tiempo, el reino volvió a ser floreciente y las clases humildes de nuevo crecieron y pudieron trabajar los campos y talleres artesanales.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué duro! ¿verdad?
Cuesta, pero al final las cosas han funcionado así. A veces me gustaría saber exactamente qué penso Smith cuando se le ocurrió lo de la Mano Invisible.
Joaquim

Anónimo dijo...

Supongo que nuestro papel como innovaores es encontrar otro tercer reino posible.
PL

Anónimo dijo...

Joder que mal rollo!

Eso sí, todo es cuestión de tiempo. Porque si la hambruna hubiera durado un poco (o un mucho) más, entonces los especuladores, la corte real y hasta el propio rey invisible se hubiesen convertido en visibles. Pasto visible para los bichitos necrófragos.

Joxan O.

PS: Ayer falleció un gran innovador y nació un mito: Mikel Laboa.

Anónimo dijo...

Puff! Menudo panorama!!
Siento mi ignorancia, ¿quién era Laboa?
Gloria

Anónimo dijo...

Yo creo que a Adam Smith no lo quedo otra que recurrir a la Mano Invisible (sobre todo en Escocia) a la vista del panorama. Lo que no nunca sabrá es la coartada atan sublime que creó.
Joan

Anónimo dijo...

Para Gloria.
Estos días se está hablando mucho sobre Laboa. Como muestra un botón: http://www.soitu.es/soitu/2008/12/01/glotonia/1228143305_162758.html

Buen día

Joxan O.

Anónimo dijo...

Gracias Joxan
la verdad es que desconocía todo sobre Laboa peo por lo que he visto era un garn innovador.
saludos
Gloria

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