miércoles, 15 de julio de 2009

COMO VACAS VIENDO PASAR EL TREN


Una tormenta puede acabar con toda una megaestructura si se lo propone, pero basta un pequeño aguacero para quebrar un invernadero seriamente afectado por el granizo anterior. Como se suele decir, llueve sobre mojado. Y, aunque parezca que va aclarando, son más los deseos que las realidades. La realidad no deja demasiado margen, hasta la prensa norteamericana comienza a sentir cierta incertidumbre con la gran esperanza Obama.
En esta situación, me gustaría recuperar un viejo post que en su día hizó cierta gracia, pero que creo muy oportuno en estos momentos. Primero lo reproduciré tal cual y después añadiré un pequeño comentario.

MEJOR HUEVO QUE HAMBURGUESA
Los futuribles de la organización son aquellas cosas que traen de cabeza a todos y cada uno de sus miembros. Para los más visibles se traduce en continuidad, prestigio y poder. Para los que han medrado, pero aun desean más, equivale a cuentas de resultados aseguradas y superadas, equipos eficaces y eficientes. Para los curritos suponen mayor seguridad, virgencita que me quede como estaba.

Todos ellos, en mayor o menor medida, aspiran a percibir el futuro como una hamburguesa. Y es que las hamburguesas pueden ser elaboradas a la carta en su grosor y diámetro. Cuando caen en la plancha, salvo una leve contracción, conservan sus formas de forma inalterable, incluso las confirman con rotundidad.

Pero el futuro lejos de parecerse a una hamburguesa, se asemeja a un huevo. El huevo que encierra en su cascara una clara y yema indomables. Una clara y yema que al caer en la sartén se expanden en todas direcciones de forma impredecible.

Y es que los planes estratégicos son útiles para conocerse, calcular fuerzas y, sobre todo, construir sueños a los que aspirar. Pero convertirlos en las santas escrituras de la organización es tan inútil como dar ordenes al futuro.

El futuro jamás será una hamburguesa, para nuestra fortuna es un indómito huevo que necesita que inventemos espumaderas para reconducirlos en la sartén del futuro.

Y es que, como decía Ortega y también mi abuela: la Vida son nuestros actos. En esto reside la gracia de la Innovación.


Como ven, el post continua de actualidad. Pero, aunque parezca lo contrario, no nos encontramos en plena fritura del huevo, sino más bien cociendo y recociendo una hamburguesa de perímetro regular. Hace un año aproximadamente, nos sorprendió el huevo, al parecer de avestruz. Y nos lo comimos sin patatas y sin el consabido ajo manchego a lo Sarita. El caso es que se nos indigestó de tal manera que, desde entonces, nos trasegamos una hamburguesa tras otra. De momento, somos incapaces de aprender el fino arte de la fritura y preferimos acogernos a la fatalidad y a la espera que finalmente desespera. Y es que lo malo de una dieta a base de hamburguesas es que, al final, se te queda cara de vaca viendo pasar el tren.
Buen día

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Genial! Triste, pero genial. Además, lo malo es que el tren no es de cercanias, sino uno de esos interminables que transporta de todo menos personas.
¡Huevos fritos con patatas y chistorra!
Saludos
Pedro

echar un remiendu dijo...

muy bueno el post... y "cuando seas padre comerás dos huevos"... de momento con este sistema económico que se tambalea por todos los lados tendremos que ir pensando en el diseño de la espumadera.

Un saludo

echarunremiendu

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