lunes, 19 de octubre de 2009

SFERA EN BARCELONA


Adam Smith acabó en cierta forma con la arcadia campesina y romántica del siglo XVIII cuando se le ocurrió que el negocio de los alfileres podía llegar a ser un emporio saneado y productivo. Cierto es que no tuvo en cuenta detalles como “el tiempo socialmente necesario”, el bocadillo de las doce y la burocratización de la producción, pero, un poco más tarde, Taylor afrontó el reto con un carácter más científico y el Fordismo acabó por limar las asperezas sociales de este último. Surgió así la producción en cadena y, entre una cosa y otra, de paso, la estructura piramidal como base de la arquitectura de organización y gestión de una empresa se consagró como definitiva. El Toyotismo vino a sustituir el agotamiento estructural del Fordismo, inyectando dosis de flexibilidad y cooperación productiva que parecían ser milagrosas más allá del Fujiyama, pero, sin embargo, no logró alterar la solidez de la pirámide que, en cierta forma, se vio reforzada por Kaplan y su cuadro de mando años más tarde.
Todos estos sucesos y avatares no son malos en sí mismos ya que muestran, con mayor o menor fortuna, progresos y avances en la solución de problemas coyunturales y estructurales a lo largo de los tres últimos siglos. Sin embargo, en economía, como en muchas otras cosas, el maximalismo es un principio de razonamiento y actuación que debe ser evitado. La pirámide ofrece una base sólida, aunque quienes se encuentren en ella no opinen lo mismo. Garantiza exclusividad y excelencia en la toma de decisiones si preguntamos a los accionistas y, por supuesto, a los consejeros. Estructura las carreras profesionales como si de un escalafón militar se tratara. Facilita las disquisiciones teóricas sobre los flujos y, por supuesto, es uno de los pilares del capitalismo se mire por donde se mire. Pero, entre tantas perlas, tiene que surgir algún garbanzo y, en el caso del Cambio y la Sociedad del Conocimiento, más bien parece un melón de Villa Conejos.
Intentar ubicar cualquiera de las iniciativas relacionadas con el Cambio, en términos globales, en la pirámide, es algo tan complejo como atravesar el Canal de la Mancha vestido de faralaes, barretina impermeable y katiuskas.
Tratar de convencer al personal de las bondades de la nueva Sociedad del Conocimiento y el valor de los Intangibles, predicándolo desde la cúspide de la pirámide, es como intentar oficiar una misa cantada con doce ácratas de monaguillos.
Todas estas reflexiones son las que nos llevan a Auren e Y.Innovación a presentar mañana SFERA en Barcelona. Algo que repetiremos en distintos lugares de aquí a fin de año. Porque el Cambio merece ser una Cultura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si Sfera llega a Valencia, ya sabes que allí estaremos porque será con seguridad una propuesta de valor.
Un saludo
ASEPI

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