viernes, 27 de noviembre de 2009

FELICIDAD Y TURBULENCIAS


Hoy nos hemos desayunado con la noticia de la posible quiebra de Dubai y la primera cosa que nos ha venido a la cabeza es el temor de volver a las andadas, hundirse de nuevo después de comenzar a entrever la luz desde las profundidades. No puedo decirles si este desastre en las lejanas tierras del Golfo nos influirá dramáticamente o seremos capaces de encajar el golpe y seguir caminando. No se fíe de los economistas que dicen saber lo que va a ocurrir. La Economía, como todo lo humano, es imprevisible.
Pero, en cualquier caso, la pequeña turbulencia de Dubai puede amplificarse como la mariposa de Lorenz y acabar generando un tornado transoceánico. Hasta entonces, Dubai no es sino la confirmación de lo que apuntaba en mi último post: fragilidad derivada de la complejidad, desaparición de la seguridad que ofrecían los ciclos expansión – recesión y triunfo del nuevo paradigma: la normalidad es la anormalidad.
No, no crean que se trata de visiones catastrofistas. Quizás en el 2012 llegue el final de toda historia, qui lo sa. Quizás la cosa acabe en el 10476 o en 87888, vaya usted a saber. Hasta entonces, nuestro objetivo debe ser la búsqueda de la felicidad. Sí, no es una frase hecha. ¿Para qué ha venido usted a este mundo? Yo, particularmente, lo tengo muy claro: para ser lo más feliz posible. No tengo ni idea de si existe un cielo o un infierno, un paraíso en el que no sufriré pena, ni seré jamás expulsado (Corán 15: 45-48). Tampoco tengo muy claro si conseguiré reencarnarme y si lo hago, vaya usted a saber si acabo en lagarto de las Galápagos. Hasta entonces, es mejor no preocuparme de otra cosa que ser feliz.
La palabra felicidad es extremadamente polisémica. Para unos puede suponer pasarse la vida al sol en una playa del Pacifico, para otros hacer felices a los demás olvidándose de uno mismo, incluso hay quien es feliz trabajando su tierra de sol a sol. Qué quieren que les diga, para mi la felicidad consiste en conseguir ese difícil equilibrio entre el amor a sí mismo y el amor a los demás.
No llegan tiempos difíciles, simplemente diferentes y, por supuesto esto es algo que no nos gusta. Nuestra tolerancia a la incertidumbre roza la paranoia. Sin embargo, me siento feliz porque en la incertidumbre siempre se esconde una oportunidad de progreso.
Tengo que dejarles, en unos momentos, debo dirigirme a las personas que forman el Grupo Gesor. Personas que hoy no trabajan en todas las sedes del grupo en España porque se han reunido en Segovia para reafirmar su proyecto de vida como organización.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Curiosa forma de ver el asunto.

Anónimo dijo...

Es el estilo Montero, quienes hemos trabajado con él, lo conocemos perfectamente, una extraña combinación de simplicidad y complejidad, pero puedo asegurar que funciona. Yo he visto unirse a grupos en un proyecto común cuando lo usual era la indiferencia o la bronca.
Sigue en tu línea Montero!!!
Un saludo
Jon Aguirre

Josep Julián dijo...

Jolines, cuanto anónimo hay por aquí. Lo de Dubai se veía venir porque hace sólo un año me ofrecieron instalarme allí porque había una "magnífica opertunidad de negocio" y cuando eso pasa y te la ofrecen a ti, mala cosa.
Por fortuna, ni me tocó hacer la prospección in situ o sea, que todo eso que me ahorré.
Me ha gustado mucho la descripción que has hecho de la felicidad, eso del equilibrio entre el amor a uno y a los demás. Tomo nota.
Un saludo.

echar un remiendu dijo...

Si es que al final creo que la búsqueda es esa, la felicidad y el sentido de la vida.

bernardo dijo...

Me gustó mucho el comentario ... como casi todos pero quisiera hacer una pequeña aclaración como "aludido", yo soy uno de los miembros del Grupo GESOR y el viernes "también estábamos trabajando", el trabajo "con nuestra FAMILIA" porque ya se sabe que realmente nuestra familia NATURAL es más virtual que nuestra familia PROFESIONAL

Bernardo Lorenzo

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