domingo, 1 de mayo de 2011

A de ABATIMIENTO


ABATIMIENTO
Falta o pérdida de ánimo, fuerza o energía

Cuando un país tan sólo despierta ante un partido de futbol de máxima rivalidad, hay algo que no funciona.
La primera reacción ante una posible situación de crisis económica es la expectación. Cuando los presagios se confirman, comienza a difundirse la incertidumbre. El paso de la crisis, como momento puntual de inflexión, a una recesión de larga duración, abre la puerta al miedo. Finalmente, cuando la recesión se prolonga y amenaza con derivar en una dilatada estanflación, llega el abatimiento generalizado.
España puede estar atravesando una crisis estructural de profundo calado, unida a una turbulencia global prácticamente desconocida en su intensidad hasta ahora. Pero, el problema fundamental a día de hoy, tiene connotaciones morales y psíquicas a nivel del conjunto de su sociedad: abatimiento, resignación y derrota. La interrogante no es si se superará la barrera psicológica de los cinco millones de desempleados, sino si seremos capaces de reintegrar a una vida de trabajo digna a la mayor parte de ellos.
La pregunta no es si seremos capaces de reducir el déficit público, sino si estaremos dispuestos a plantearnos nuevos modelos de organización territorial que no supongan una losa en las aspiraciones y potencialidades de cada región.
La cuestión no es si conseguiremos alcanzar niveles de productividad y competitividad acordes con las exigencias de un mercado globalizado, sino si seremos capaces de afrontar una reforma total de un sistema educativo que no responde a las exigencias y aspiraciones de futuro.
La actual situación económica nos ha situado en una posición que exige decisiones que pueden clasificarse en dos grandes categorías: ajustes y reformas. Los ajustes son medidas de ejecución inmediata y responden a la urgencia y la necesidad, así como a las exigencias de los socios político – económicos de nuestro entorno inmediato. Muchos de estos ajustes ya están en marcha con mayor o menor efectividad. Las reformas no responden a la urgencia, sino a la lógica aplastante del futuro. No son cuestión de supervivencia, sino de pervivencia. Exigen sacrificio y disciplina de largo recorrido, convicción y unidad en la acción, altruismo y ausencia de localismo y provincialismos. En una palabra, grandeza como colectivo.
Estas reformas son las que continúan pendientes y las que presentan un alto grado de improbabilidad, pese a que reúnen altas dosis de posibilidad, términos ambos, contrapuestos aunque algunos insistan en considerarlos homónimos. Los ajustes pueden ayudarnos a sobrevivir, pero no podrán sacarnos del abatimiento que nos embarga.
Santa Teresa recomendaba no hacer mudanzas en tiempos de tribulación y razón no le faltaba. Las reformas no podrán acometerse a corto plazo en una situación de recesión, pero ahora, sí es el momento de comenzar a sentar las bases que permitan acometerlas cuando las tormentas amainen. Esperar a que el sol brille de nuevo para iniciar el camino de los consensos, nos llevará, una vez más, al conformismo histórico que siempre nos ha caracterizado y que tratamos de justificar con ese fatalismo tan español.
El reformismo es un concepto frecuente en la memoria histórica de este país. Pero esta frecuencia no es sino señal de conformismo e impotencia en su consecución. Las reformas necesitan de la conjunción de múltiples factores, pero, de partida, se me ocurren dos condiciones incuestionables: compromiso y liderazgo.
El compromiso, entendido de forma total, no solamente limitado a las fuerzas políticas y los denominados “agentes sociales”. El compromiso entendido como expresión de la voluntad manifiesta de querer continuar viviendo y haciendo cosas juntos. El compromiso con el futuro, con aquellos que han de seguirnos cuando nosotros no estemos ya aquí. El compromiso como expresión de una sociedad madura y cohesionada, no como visualización de un compadreo inevitable o de una inercia irrebatible.
El liderazgo más allá de las fronteras políticas. Un liderazgo compartido, nunca delegado. La conjunción de liderazgos necesarios. El liderazgo político como liderazgo inspirador. El liderazgo empresarial como liderazgo transformacional. El liderazgo social como liderazgo trascendental.
Vivimos tiempos de ajustes, pero nuestro auténtico reto son los tiempos de reformas que nos aguardan. Necesitamos dejar atrás el abatimiento y la resignación porque cuando hay retos que alcanzar, hay vida vibrante, cosas por hacer, camino que recorrer.
No estamos huérfanos de futuro. Si hacemos lo de siempre, llegaremos donde siempre, es decir, a ese pasado que se reencarna en presente, día tras día. Todo por hacer, nada por lo que abatirse. Necesitamos ánimo, fuerzas y energía.

14 comentarios:

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Sí señor. Lo que en términos estratégicos es la VISIÓN. Necesitamos visionarios que señalen con el dedo un objetivo, una meta algo en lo que creer.
Gran comienzo. Después de la A viene la B. Gran reto.
Un abrazo.

Katy dijo...

Amen. Necesitamos todo lo que dices. ¿Pero dónde buscar? Si estoy con que los análisis son perfectos, pero las personas capacer de pensar y razonar no están en política. Espero que cuando llegues a la "Z" muy significativo) las cosas hayan mejorado.
Un abrazo que quiere ser optimista

Josep Julián dijo...

Hola JLMON:
Vivimos en un país capaz de hacer lo imposible pero somos incapaces de hacer lo posible. Hicimos una transición modélica con crisis e inflación galopante pero somos incapaces de lograr consensos en el día a día.
Sólo hace falta que nos digamos que es imposible y se hará todo eso que enuncias. Lo que no sabemos es cuándo.
Un abrazo.

Fernando López dijo...

Hola Josep:

Buen comienzo con la A. El compromiso, necesaria palabra y actitud que cada vez está más en desuso por eso de las individualidades. No soy pesimista y sucribo todo lo que dices, pero coo dice Josep, vivimos en un pais capaz de hacer lo imposible pero somos incapaces de hacer los posible.
Raritos somos....
Un abrazo

Caminante dijo...

Hola Javier
Gracias por el comentario. A ver ahora la B...

Caminante dijo...

Hola Katy
Animate! Vamos a salir aunque mejor despegando que arrastrando la carretilla.

Caminante dijo...

Hola Josep
¡Cuánta razón llevas hermano!
Esto del posibilismo, ya lo decía Sagasta, no nos va naaa!

Caminante dijo...

Hola Fernando
El Compromiso es signo de madurez y nosotros, pese a Viriato, El Cid y toda la cuadrilla, estamos todavía en la pre adolescencia.
Cuidate

Astrid Moix dijo...

Estupendo tu post y estupenda también la frase de Josep: somos un país capaz de hacer lo imposible pero incapaz de conseguir lo posible. Qué gran verdad. Qué quijotescos seguimos siendo. Eternamente contradictorios...
Liderazgo compartido, no delegado. ¿Por qué nos cuesta tanto compartir, crear proyectos colectivos,lograr consensos, ir todos a una? Excepto en el fútbol, claro está. Me sigue fascinando el poder que tiene ese deporte para movilizar y entusiasmar. Bueno, y en tu caso, también para inspirar reflexiones tan profundas como ésta ;)

Saludos,

Caminante dijo...

Hola Astrid
Sí, ciertamente lo del futbol es un fenómeno que merece un estudio...A mi me recuerda, slavando la distancia, el circem romano.

B. Sanz dijo...

Después de leer tu "A" he recordado la imagne del grabado de Durero "Melancolía". Ella está absorta, pero no pensando en su trabajo, sino que su estado es de inactividad total. Su expresión es sombría y su entorno desordenado

Caminante dijo...

Hola Beatriz
Sí, buena comparación. Gracias por tu siempre bienvenido comentario

cristal00k dijo...

Se me ocurrían tantas cosas, mientras te leía... que se haría interminable la lista. Pero al igual que Josep, que con su lucidez habitual pone el cascabel al gato... me pregunto para cuando vamos a ser capaces de confiar, ya no lo suficiente, sino lo imprescindible... en nosotros mismos como sociedad capaz de "tirar palante".
Ojalá que sea cuanto antes mejor.
De nuevo te suscribo de cabo a rabo, José Luis.
Un abrazo.

Caminante dijo...

Hola Cristal
Gracias por pasarte...sí es cuestión de atreverse a creer, en eso somos agnósticos
Cuidate mucho

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